Capítulo 4

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Cuando llegó la mañana, Samuel se despertó con un brazo y una pierna que lo rodeaban posesivamente.

Pensó en todos los acontecimientos que habían pasado desde que llegó a la casa de Zacarías y lo único que sacó en claro es que estaba pringado de semen hasta las orejas, tanto por dentro como por fuera y que su lobo estaba más tranquilo de lo que había estado nunca.

Con cuidado intentó salir de debajo de las extremidades que lo retenían, pero era difícil cuando hasta las sábanas se le quedaban pegadas.

Cuando se incorporó trastabilló sintiendo las piernas débiles y el cuerpo dolorido y le costó más de lo que admitiría llegar al baño. Una ducha era una necesidad primaria en ese momento y daba igual que apenas se sostuviera de pie. Cuando abrió el grifo y sintió el agua caliente sobre su cuerpo empezó a sentirse de nuevo persona, aunque su mente estaba muy lejos de hacerlo.

Tal como Samuel iba pasándose las manos por el cuerpo, lo sentía más receptivo que nunca. Jamás había estado tan sensible que hasta su propio tacto lo excitaba. ¿Y desde cuando su cuello era una zona erógena? Cuando pasaba los dedos por él, podía sentir todos los mordiscos que decían que Zacarías lo había marcado como su pareja y cualquier lobo que lo viera o incluso lo oliera, lo sabría.

-No deberías haber eliminado mi olor de ti. Ahora tendré que empezar de nuevo.

Unas manos le rodearon el torso y empezaron a acariciarlo desde el sensible cuello hasta la ingle.

-Cualquier lobo que me huela sabrá que soy tu pareja.

-Es mi olor a semen en ti lo que me gusta.

-¿Cómo puede ser que un lobo pueda marcar a un hombre? Es imposible.

-Y sin embargo tu olor ha cambiado reclamándote como mío.

Samuel apoyó las manos en la pared de la ducha dejándose explorar por Zacarías. Estaba dolorido pero se sentía demasiado bien como para negarse.

-Nos hemos pasado la noche follando ¿Por qué no puedo dejar de desearte?

Zacarías mordisqueó su cuello al tiempo que presionaba su erección contra su entrada y se empujaba con fuerza haciéndole gemir.

-Hemos entrado en celo.

-Es extraño pero estoy feliz.

Samuel tuvo que hacer fuerza para que la envestida no lo hicieran golpear contra la pared mientras sentía que sus pies se levantaban del suelo en cada empuje.

-No puedo tener suficiente de ti. Por mucho que te folle, por mucho tiempo que este con mis bolas en lo más profundo de ti, siempre quiero más.

Samuel sintió el pene de Zacarías hincharse justo antes de correrse fuerte y profundo.

Con las piernas temblorosas Sam apoyó su espalda en el pecho de Zacarías pare evitar caerse sabiendo que él le sujetaría.

-Zacarías...

-¿Si?

-Tu lobo ¿Está tranquilo? ¿No te vas a perder?

-Ahora estoy atado a ti, pero mi lobo no está tranquilo.

Sam lo miró asustado.

-No te puedes volver salvaje. Me has marcado ¡Ahora estás atado a mi!

-No es eso. No me voy a volver salvaje.

-¿Entonces?

-Mi lobo te reconoce como alguien muy valioso y quiere llenar tu vientre para que todos sepan que eres mío.

Se acabó el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora