Capítulo 6:1

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Necesitaba llegar rápido. No podía perder tiempo. Tiempo perdido, tiempo en el que Marcos podría lastimar mucho más a Alfonso.

Negué con la cabeza.

¡Maldición!

Se suponía que ésta guerra era mía.

¿Cómo rayos se enteró Marcos de lo mío con Alfonso?

Lágrimas de frustración amenazaron con rodar por mis mejillas, pero me contuve.

Llorar no servía ni devolvía nada. En vez de preocuparme, me ocuparía y es lo que estoy haciendo.

Tenía varios motivos para lograr salir airosa de ésta situación.

Me dirijo al lugar en el que me citó Marcos. No sé cómo logré escabullirme de la Hacienda, pero lo logré. Todos estaban como locos y Alicia estaba en medio de un ataque  de ansiedad.

El punto de encuentro era el límite de su propiedad. El mismo lugar en el que me lancé hace unos meses con la intención de acabar con todo mi suplicio.

Sólo que ésta vez, si lo iba a terminar todo. No más trabajos inconclusos.

Marcos moriría hoy. Sólo él.

********

Se supone que iba a ir a ver a Amaya hoy, cuando en medio del camino, me interceptaron y golpearon.

Ahora me levanto y me encuentro en un establo. El hedor a mierda es insoportable.

Estoy atado en una silla, desnudo salvo por mis boxers negros.

No sé quién me hizo esto. El desgraciado que me trajo aquí, no ha dado la cara aún.

Pasa no sé cuánto tiempo en el que no se nada de lo que pasa y me preguntó lo que estará haciendo Amaya. Mi Amaya, mi hijo...

Una parte de mi mente sabe la razón por la cual estoy aquí, pero no quiero que sea verdad. No podría soportar la idea de Amaya en peligro, pero tendría que ser demasiado tonto para pensar que viviendo justo al lado y con el odio que mis trabajadores, o los trabajadores de Alicia sienten por mí, no hayan ido a la Hacienda vecina y notificado de la presencia de mi mujer y la relación que tenemos.

Debí haberla tomado e irnos muy lejos. Los tres.

La luz se enciende dejándome momentáneamente cegado.

-Vaya, vaya... así que tú eres el cabrón que se está cogiendo a mi mujer.

Abro los ojos y miro fijamente a Marcos.

El odio que siento por el es mucho y si no estuviera atado, ya habría acabado con el.

Un maldito enfermo.

-Van dos veces que te metes con mujeres ajenas Alfonsito. Primero la ramera de Alicia y ahora mi mujer. - chasquea la lengua y me mira fijamente con odio-. Mi.mujer es sagrada y era sólo mía. - sin previo aviso me suelta el primer golpe.

Me río en su cara.

-Ella me ama a mi - eso parece enfurecer mucho más al hombre y me vuelve a golpear.

-Ella es mía, mi mujer, la madre de mi hijo- maldito fuera. ¿Con qué cara venía él a hablar de su hijo cuando lo había matado?

- Mataste  a su hijo- le recordé y le restó importancia con un gesto de su mano derecha.

-Yo quería una nena, no un varón. El único hombre en la vida de Amaya soy yo, nadie más. Ningún otro hombre va a competir por su atención conmigo como lo hacía ese desgraciado de Damián. Ella es sólo mía- se quedó pensativo por un momento y luego dijo-. Apenas la vi el primer día de clases, me puse duro, ese cuerpo, su cojera la hacía ver adorable. Ningún muchacho se metía con ella y todos la adoraban. Me encantaba.

«Ella me sonreía y me sentía tan bien. Olvidaba el infierno que era mi vida. Ver a Amaya todos los días me hacía desear, anhelar un futuro, tener lo que yo no tuve con mis padres. Una familia. Intentaba giras, salidas investigativas con el fin de pasar más tiempo con ella. Al tiempo, después de darme cuenta de que necesitaba más de ella que lo que obtenía en el ambiente escolar, la nombré mi asistente. Pasaba más tiempo con ella y la oía. Sus sueños, sus metas... todo.

¡Maldición!

Yo pensaba hacer las cosas bien, dejar de lado el colegio que era mi tapadera y ser para ella un hombre accesible, pero las cosas se fueron complicando y ella le empezó a gustar un chico de intercambio.

Necesitaba tener una manera de que ella no se involucrara con el idiota.

Entonces descubrir a la zorra de Alicia me dio lo que buscaba. Logré hacer mía a Amaya.

No sabes lo que sentí cuando la hice mi mujer...»

Negué con la cabeza.

Este hombre estaba loco.

Enfermo.

Me miró y escupí:

-No y no lo quiero saber... violar a una mujer...- no me permitió terminar de hablar y me giró la cara de un sólo derechazo.

-¡YO NO LA VIOLÉ!- se pasó las manos por el rostro y me miró-. Hice lo necesario para estar juntos. No había otra manera para hacerlo. Era eso o perderla a manos de Edwin Cavestro- se paseó por el establo y me miró.

-Abusaste de ella y de su confianza en ti. Eres un enfermo- acusé.

-Hice lo que tenía que ser hecho y punto- me miró y sonrió.

-¿Por qué no aceptas que ella te odia?- negó con la cabeza.

-Ella es mi mujer, no puede odiarme- volvió a pasearse por el hediondo lugar como también a divagar- . Cuando ella se lanzó, me volví loco. Vi como al caer se lastimó tan mal... ordené que encontraran su cuerpo, pero no fue posible. En el lugar hay lagartos y lo único que se encontró fue sangre y parte de su ropa. - respiró profundamente tratando de calmar su voz trémula. El desgraciado estaba llorando-. No pude soportar no tenerla y lo que hice fue conseguir su copia barata. Mandé a buscar a Alicia... - abrí los ojos por la impresión. No, no, no.

-Por eso desapareció... - con razón no me cuadraba la actitud de Alicia con el bebé. Su amor cuando se suponía que lo había abandonado.

-Hice que Alicia fuera Amaya... Alicia luchó, pero al final cedió. Era eso o ir por su hijo, es decir, tu hijo. Casi lo logro, pero descubriste lo que le estaba haciendo su nana... sólo unos días más y... listo... - ahora lo entendía. Mi hijo le estaba robando la atención de Alicia.

Él había intentado matar a mi hijo...

Maldito fuera.

De la nada se puso serio y me miró fijamente, luego hizo algo que espantó la mierda fuera de mi.

-Antuan... trae la máquina de electrochoque... Voy a mostrarle a éste idiota, lo que puede pasar a quien se mete con lo que es mío. - sonrió como maníaco y agregó-. Dicen que ésta mierda quema neuronas... quizá pueda joder tu pilla y así quiero saber si vas a poder seguir jodiendo a mi mujer... cabrón.

Gracias por leerme. Disculpen la tardanza. No tengo Internet en mi celular.






Serie Inocente #4: Cautiva Inocencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora