Prólogo

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No podía dejar de correr, él me perseguía y me iba a volver a dañar. No podía siquiera pensar en que eso me pasase.

Lo había perdido todo, ya no quería vivir y menos a su lado. Al lado de ese monstruo.

De un manotazo alejé las lágrimas de mi rostro.

Deseaba irme.

Morir.

Corría con todas mis fuerzas, tratando de no bajar la guardia.

-¡Para! - me gritaban, pero yo no podía parar. Por más que me estuviera lastimando la pierna. Odiaba esta cogera.

No quería seguir sufriendo.

Ese hombre me había humillado, mancillado y destruido.

También había acabado con lo único lindo que había en esta terrible vida a su lado.

A mi bebé.

Corría a través del terreno que formaba parte de su amplia cantidad de hectáreas.

Enfilé para llegar a un montón de árboles que estaban frente a mi, luego de atravesarlos, me encontré con un acantilado.

Abajo había mucha agua y una cascada.

-¡Retrocede! ¡Aléjate del borde, ahora!- me giré y lo encaré.

-Déjame ir- rogué. Deseaba estar con mi padre y que él me ayudara.

Él negó.

-Eres mía, mi mujer- me abracé a mi misma muy desolada.

Ya no podía más.

-No... te odio- eso al parecer lo afectó.

No me importaba, nunca le importó, a él, hacerme daño.

-Mi pequeña morena- su tono me erizó la piel.

Siempre lo usaba cuando iba a dañarme y siempre empezaba con ese mote.

- Ya no me vas a volver a lastimar- retrocedí hasta llegar a la punta del acantilado.

-Ven acá- ordenó.

Negué.

-Voy a ir con mi bebé. Voy a estar en paz- entonces sonriendo por fin, me dejé ir.

-¡NO!...

*******

-¡Patrón! ¡Patrón Alfonso!- me giré en mi asiento y observé a mi capataz.

-Dime... ¿Qué pasó Julio? - pregunté volviendo a tomar los folios que estaba analizando.

-Señor... la mujer que se cayó del acantilado ya despertó y todo parece indicar que es la señora Alicia- dejé las cosas sobre el escritorio y lo miré fijamente a los ojos.

-¿Qué? ¿Estás seguro? - pregunté conmocionado.

-No estoy seguro, pero según el Doctor Murilo todo parece indicar que es ella- me puse de pie y tomé las llaves de la camioneta.

-Voy para el hospital- salí de la casa rápidamente y entré en el auto.

Por fin la había encontrado.

Por fin la maldita desgraciada iba a pagar por todo el daño causado.

Llegué al hospital y aparqué en mi lugar. Como uno de los dueños del mismo, tenía un parking reservado.

Rápidamente di con la habitación en la que ella se encontraba y cuando la vi, una ola de rabia e ira me bañó por completo.

Maldita fuera.

Por fin iba a pagar por todas las desgracias que había traído a mi vida y a la de mi padre.

-¿Qué piensas hacer con ella? Despertó hace unas horas y no recuerda nada, le practicamos unos exámenes y al parecer el golpe que se dio en la cabeza al caer del acantilado le produjo alguna lesión en los lóbulos temporales, eso puede que explique su amnesia- asentí con la cabeza a lo que me dijo Murilo.

- Creo que es muy poco comparado con lo que se merece- comenté.

-Ella puede que no recuerde nunca o puede que si lo haga una vez pase la lesión, quién sabe- él fue hasta la cama y tomó el expediente de Alicia.

-Eso no la va a salvar, ella va a pagar- lo vi negar con la cabeza.

- Creo que debes dejar las cosas como están- negué. Ella no se iba a salir con la suya-. Está en desventaja, no te recuerda y hacerle daño en su estado es algo ruín- me encogí de hombros.

- No me importa- a ella tampoco le había importado la desventaja en la que estaba mi padre y aún así lo destrozó-. Avísame cuando ya pueda salir de aquí- me coloqué mis lentes para el sol y salí de allí.

Por fin esa perra iba a pagar.

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Gracias por leerme. Saludos y abrazos.

Espero que les haya gustado el primer cap de Serie Inocente #4.

Nos leemos pronto.

Serie Inocente #4: Cautiva Inocencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora