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Los lobos del sur estaban de casería aquella tarde. La pareja líder de Alfas guiaban a su manada hacia la presa, unos venados. Detrás de ellos venían los demás Alfas y después los Betas, cada uno definido por el olor que poseían.

Cuando la adolescencia llegaba, también llegaba su primer celo, el cual les daba a conocer su rango.

Los Alfas tenían un olor muy potente y penetrante mientras que los Betas casi no emitían olor alguno, por lo que no eran atractivos para los Alfas en la gran mayoría de ocasiones.

Cada quien podía elegir a su pareja así como también rechazar varias propuestas. Muchos Alfas se emparejaban con las Betas pues era mucho más fácil reproducirse, en cambio las Alfas tenían la posibilidad de nunca embarazarse, pero aquellas que lo lograban, procreaban niños especiales.

Eran libres de elegir, excepto los Omegas, pero hacía mucho tiempo no existía uno de ellos. Eran débiles para la manada, no podían elegir, debían ser marcados por un Alfa a través de la mordida en el cuello que sería imborrable para crear de esa forma un lazo entre la pareja. Eso significaba que el Omega había sido reclamado y que estaría incondicionalmente unido al Alfa, esa era la única manera, no podían crearse lazos entre Alfas y Betas o entre dos del mismo rango; sin embargo los Omegas dejaron de nacer hacía mucho tiempo y no se sabía la razón con exactitud, el último Omega había fallecido hacía unos veinte años.

Todos los machos eran de cabello negro y las hembras tenía un extraño color rubio casi blanco.

—SeoJoon—habló la Alfa tomando su forma humana, sentándose en una piedra.

Para los cambia formas realmente no era nada nuevo verse desnudos, inclusive podría decirse que era normal ya que al cambiar era inevitable quedar así, aunque con sus manos se cubrían lo más que podían hasta encontrar sus ropas.

El lobo se transformó y se acercó a su esposa deteniendo a la manada antes.

—¿Qué sucede Yoona?

—Creo que el bebé nacerá pronto— dijo la rubia señalando su enorme y redonda barriga.

El Alfa no quería que algo malo fuera a pasarle a su bebé, así que asignó a un grupo de Betas para que terminaran la cacería mientras los demás volvían a la aldea donde vivían.

La curandera del lugar, Shin, era una loba ya anciana pero con dones muy poderosos. Era quien recibía a los bebés y también curaba las heridas y enfermedades de la manada.

Por boca de ella, sabían que su bebé era un varón y el alfa no podía sentirse más orgulloso pues su pequeño, sería quien ocuparía su lugar para convertirse en un poderoso Alfa, estaba seguro de eso.

El parto comenzó a la media noche en punto, cuando la luna llena iluminó con mayor intensidad la tierra, cuando su luz tocó a aquella mujer.

Shin recibió al bebé y SeoJoon se quedó callado, sólo mirando al pequeño que tenía el cabello casi blanco, no negro como debería ser.

—¿Quieres cargarlo?— preguntó la Beta acercándole al pequeño después de hacerle una revisión rápida.

El Alfa lo pensó unos segundos pero después decidió tomarlo entre sus brazos. El bebé comenzó a llorar, lo cual causó ternura en su padre, era precioso, pero ahora estaba inquieto y nervioso por su tono de cabello.

Se lo devolvió a la anciana y está se lo llevó para revisarlo mejor y ver que todo estuviera completamente bien con el pequeño. Unas horas más tarde volvió al hogar del Alfa.

—Hay algo que debes saber— le dijo la anciana en tono severo, estaba sorprendida pues nunca había visto nada igual.

—¿Qué pasa?

—Tu hijo... No es normal, su organismo parece ser diferente... Algo me dice que el color de su cabello es una señal, recuerda que sólo las hembras poseen ese tono.

—¿Qué significa eso?

—Que tu hijo tal vez podría embarazarse y procrear vida.

Los nervios del Alfa aumentaron, pues cuando la manada se enterara seguramente habría muchos lobos pretendiendolo, pegó a su hijo contra su pecho y besó su frente.

—No permitiré que te toquen ni te lastimen mi pequeño JiMin.

...


Mientras tanto, la pareja Alfa de los lobos del Norte pasaban por la misma situación, el parto comenzó tan solo veinte minutos antes de la media noche.

El curandero de allá, Kim Namjoon, un joven Alfa recibió al bebé — tan solo unos minutos antes de que el bebé del sur naciera— y se sorprendió demasiado al percibir el fuerte aroma que poseía, un aroma intimidante.

—Imposible— Dijo Jeon MinHo al sentir un aroma a Alfa proveniente del pequeño peli negro.

—¿Cómo puede ser ésto posible? No se supone que deba tener ese aroma hasta la adolescencia— dijo Namjoon sorprendido — Es muy extraño y pronto para obtener su rango.

—Mi hijo es un Alfa... ¡Mi hijo nació como Alfa!— gritó el hombre feliz pues eso indicaba que sería poderoso y muy fuerte además de inteligente, mucho más que otros, quizá sería el más fuerte de toda la manada.

El hombre cargó al bebé feliz y giró junto con él.

—Te entrenaré muy bien hijo, serás el mejor, mi gran JungKook.

Y así, la luna decidió esa noche mandar a dos pequeños bebés distintos a los demás. Los padres de los niños ya tenían planes para sus hijos, pero la luna les tenía preparada otra cosa.

Amor prohibido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora