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La pequeña Isabelle era la niña más alegra de 5 años que se podía ver a pesar de que crecía en un prostíbulo observando todas las cosas que se podría encontrar allí con los clientes y chicas no le sorprendían en lo absoluto, Madame Susan era como una madre para ella, una muy gruñona, pero eso no quitaba el hecho de que la quisiera tal y como era, su inocencia había sido pervertida en la flor y ternura de la niñez, todo había sido consecuencia de los actos de su madre la cual tal vez no tomo la mejor decisión de todas.

¿En qué se había convertido el mundo? ¿Cómo fue que nadie fue capaz de reclamar por el infante de aquel lugar? Es más las personas disfrutaban ver como una tierna niña se paseaba de aquí para allá teniendo curiosidad de todo lo que ocurría a su alrededor, preguntando de forma inocente sobre los distintos objetos que veía en las diferentes habitaciones.

-Eres una niña malcriada- Mencionó enojada la rubia mientras con la mano abierta golpeaba su cabeza- No puedes comerte las cosas que veas en la nevera así por así ¡Eso era mío!-

-Perdóname Kethia- Se disculpo mirando fijamente al suelo- Lamento mucho haberme comido tu pan pero tenia hambre-

-A mi que me importa mocosa de mierda- Respondió enojada empujando a la pequeña provocando que cayera al suelo- Si lo vuelves hacer voy a cortar ese feo y desaliñado cabello que tienes- Tomaba sus cabellos con fuerza- ¿Me entendiste?-

-Si- Respondió en un triste sollozo mientras se llevaba ambas manos a la cabeza-

¿Por qué eran tan crueles con una simple niña? Solo tenia hambre, solo tomó un simple y miserable pedazo de pan, solo estaba sobreviviendo.

Tan niña. Tan tierna. Tan inocente. Tan tonta.

Y el diablo en forma de ángel llegó aquel lugar llamado "La casa de las muñecas" tomó asiento en primera fila para tan solo apreciar la hermosa y juvenil figura la cual baila en aquel tuvo, la niña del lugar, la que recién cumplía 11 años tenía dos colas que apresaban sus cabellos, un bañador de cuerpo completo azul y unas medias largas hasta la mitad de los muslos cual lolita provocativa y sensual bailando al interfaz y ritmo de la canción "Be my daddy" no podía ser mejor la melodía, el señor Bond veía a la joven y en su tono de piel, sus ojos y su cabello vio aquella que se le escapó, Charlotte esa maldita perra.

Y el diablo en forma de ángel llegó aquel lugar llamado "La casa de las muñecas" tomó asiento en primera fila para tan solo apreciar la hermosa y juvenil figura la cual baila en aquel tuvo, la niña del lugar, la que recién cumplía 11 años tenía do...

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Al terminar la rutina de baile, un poco más que cansada la niña bajo del escenario para sentarse en una silla y tomar algo de jugo, sus pies se movían de forma divertida ya que no alcanzaba el suelo por su estatura, las lascivas miradas de todos aquellos pervertidos que de día eran hombres prestigiosos y por las noches no se convertían en nada más que fieras al asecho de carne fresca; aquellos malditos ojos se posaban en ella, de alguna forma no le molestaba en lo más mínimo ya estaba acostumbrada a ello.

Las ganancias de aquel lugar se vieron incrementadas desde el momento en que aquella niña empezó a bailar en aquel sitio, desde que la niña le hacía el amor a l tuvo de acero con su frágil cuerpo, desde que la niña empezó a descubrirse así misma gustandole aquella vida. El rubio no perdió tiempo así que sin temblar le el pulso se sentó aún lado de esta con una pequeña sonrisa falta dibujada en el rostro. Había pagado todos los gastos de la niña desde que está tenía 6 años de edad, había descubierto que era la hija de esa mujer por uno de sus hombres que frecuentaba aquel lugar, debía comprobar si el dinero invertido en ella no había sido un desperdicio más.

-Debo reconocer que bailas muy bien pequeña- Comentó este mientras apoyaba sus manos en aquel grotesco bastón de roble con un mango de oro, el cual era ¿La cabeza del diablo?-

-Lo se- Respondió sin prestarle atención-

Se había convertido en una chica tan ingreida ¿Y como no lo iba hacer? Ya sabía el poder que tenia en su cuerpo y manos, sabía lo que era capaz de hacer, sabía que podía mover masas con tan solo menear el culo, tenia cientos de hombres a sus pies y eso solo era por su baile ¿Imagínate lo que hubiese logrado con tan solo un toque? Definitivamente aquel dinero invertido era su mejor inversión.

-Bailas bien pero eres fea y tu cabello es horrible- Comentó este en un tono de burla- ¿Quién querría una niña tan fea como tu?-

-¿Fea? ¿A caso se ha vuelto loco? No vez lo linda que soy- Respondió enojada con el rostro rojo y el veneno en la lengua- El feo es usted rubio desteñido-

-Tengo una casa para mi y tu compartes habitación con unas putas ¿Quién es el feo ahora?- Pregunto mientras se cruzaba de brazos-

-Es un idiota y animal- Dio un largo sorbo a su jugo de naranja, para luego apoyar su codo de la mesa y sostener su rostro en su mano- Soy Isabelle-

-Un placer Madame Isabelle- Respondió mientras tomo una de sus manos para besarla- Mi nombre es Klein pero para usted soy el señor Bond-

El demonio vestido con aquella armadura roja teñida de la sangre demás de una persona, siempre obtenía lo que quería a pesar de que su careta de perfección de vez en cuando se le cayera.

Madame ObsessionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora