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Mi tormento había terminado, pero aún recuerdo como fue nuestra despedida...

—Gracias por todo, Carlita—se acercó a mí, para abrazarme— Cuanto te agradezco en serio.

Era muy extraño que haya sido tan efusivo su despedida, aunque no le tome mucho asunto.

Solo la vi ingresar a su casa y que casa que tenían los padres de Juan.

Me dirigía a mi auto cuando escuche las carcajadas de mi amigo y regrese a verlo para saber que tanto le causaba gracia

—¿Y a ti que te pasa?— pregunte un poco confusa.

—Tu espalda— no entendía a lo que se refería

Hasta que lleve mi mano atrás y oh sorpresa, tenía un papel pegado en la espalda que decía "SOY NINFÓMANA" esto no podría ser obra más que de Valentina. Me contuve de entrar a la casa y ahorcarla; con razón tanta emoción de abrazarme, la estúpida tenía planeado su "bromita"

—Lo siento bebé, mi hermana es un poquito ocurrida.

—Sí, ya veo... Que ocurrida tu hermanita— Sonreí hipócritamente.

Si supiera que sé muy bien como es, la tuve que soportar todo el fin de semana a ella y sus tontas bromas.

Subí al auto esperando que Juan haga lo mismo, cuando estaba por arrancar veo a la babosa asomarse por la ventana y guiñarme un ojo, no me aguante las ganas y le saque la lengua; si, ya sé que eso es infantil, pero es que ella es una niña, y me contagia su comportamiento.

Habíamos llegado a la U y estábamos en clase de técnicas de guiar, pero mi mente se mantenía muy lejos de lo que explicaba el profesor, mis pensamientos eran para la niñita infantil que tuve en mi casa el fin de semana.

Reconozco que fue un dolor de cabeza, pero se sintió bien tener compañía, desde que me mudé la paso sola, tengo a mi novio pero él pasa mucho tiempo viajando, y tener alguien a mi lado fue interesante, aunque haya sido la odiosa de Valentina, con sus ocurrencias y malos chistes; alegraron mis días, pero eso nunca lo sabrá, primero muerta antes de hacer semejante confesión.

—Bebé, has estado muy callada hoy, ¿qué te pasa?— al escuchar esas palabras salí de mi nube.

No me había dado cuenta que la clase ya había terminado y Juan era el único que me hacía compañía en el aula.

—Ya se han ido todos—fue lo único que atine a decir.

—Pues claro, ya terminó la clase, solo que una señorita no sé en qué nube se fue, que ni cuenta se ha dado.

—Bueno, es que no desayune y eso me despistó—lo sé, es la peor excusa que alguien ha podido inventar, pero ya que.

—Sí, si bebé, lo que tú digas. Vamos a comer, ya tengo hambre y así también tú desayunas— Sabía que él no me había creído, pero se hizo de la vista gorda.

—Excelente idea cariño, vamos

—Qué te parece si en la tarde vas a mi casa a comer—No niego que la idea por un momento me encantó, podría volver a ver a Valentina. Pero mi mente entro en razón y se dio cuenta que no era lo más acertado. La babosa esa de seguro inventaría cualquier broma para hacerme y por hoy pasaba de eso.

—Mmm... Me encantaría, aunque hoy no será, tengo algunas cosas que hacer en mi casa. Lo dejamos para otro día, que te parece.

—Te tomo la palabra, para la próxima no te me escapas bebé.

—Sí, sí, para la próxima— me busco otra excusa, pensé.

La semana se ha pasado volando entre tareas y salidas con mi novio que por fin se encontraba en la ciudad, ni he tenido tiempo de pensar en nada más, bueno en las noches se me venía a la mente la cara de una personita que no soporto, pero que a la vez llama mi atención sin yo proponérmelo.

La hermana de mi mejor amigo (Historia completa en AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora