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—Hasta que llegas, te estaba esperando— la forma en la que me mira no me estaba gustando.

—¿Y para que me esperabas?

—Tú sabes, no te hagas— insisto no me gusta cómo me mira.

—Si no hablas claro, no sabré a que te refieres.

—En serio, que eres lenta mujer, ya nada. Solo te diré que quiero el rincón de la cama— que hice para merecer esto, tener que compartir la cama sería un suplicio.

—Como digas, eso no me importa, aunque preferiría que durmieras en el suelo.

—¡Jamás! Dormiremos juntas, no te emociona la noticia

—Para nada, es como un castigo.

—Te aseguro que en la noche no dirás eso, principessa— decir que no me emocioné con esas palabras, estaría mintiendo, pero son cosas que nunca sabrá.

—Mejor apúrate que debemos bajar en media hora con los chicos— tenía que buscar la manera de zanjar el tema.

—Ese amigo de Marcos, cree que puede conquistarme con esas palabras pasadas de moda.

—Tiene gustos raros, eso quedó claro.

No pude evitar reírme ante mi comentario.

—Si hablamos de gustos raros, Marcos se lleva el primer lugar, querida.

—Idiota

—Tonta

—Babosa

—Me la dejas—definitivo, no puedo con ella. No sé donde aprendería esas estupideces.

—Que insoportable eres, mejor me voy—y salí apurada de esa habitación. Maldita la hora que Marcos la invito, no, que se auto invitó.

Llego a recepción buscando a los chicos, hasta que los encuentro revisando las rutas que se pueden seguir, y me uno a ver los caminos.

—Hola bambinos, ¿qué haremos?— es tan raro que nos diga de esa manera, cuando ella es la menor del grupo, pero ni para qué hacer problema por estupideces.

—Pues señora adulta, estamos revisando que ruta sería mejor seguir.

—Entendido, bambina puberta.

—¿Siempre son así?— escucho que le dice Adrián a Marcos

—No

—Ahh

—Son peor— vaya noviecito chismoso tengo.

—Te estoy escuchando, Marcos.

—No dije nada malo, amor.

—Calladito te ves más bonito.

—Bueno, que tal si ya comenzamos la ruta. — Ese es Adrián queriendo salvar a su amiguito.

—Comencemos por una ruta corta hoy, y mañana hacemos la otra. — un genio mi novio.

—Si amor, estamos un poco cansados del viaje.

—Qué pena llegar a esa edad, no aguantan nada. — nos miraba con cara de pena y decepción, aquella estúpida.

—Valentina, si quieres has la ruta larga, por mí no hay problema.

—Buen intento Carlita, pero no te libraras de mí. Eso sí les digo,

guarda bene alle mie spalle, porque es lo único que verán durante el camino.

****

—Aspettare, imbéciles no me dejen botada, sto per morire.

—Que pasó Valentina, no veo tu espalda— la muy estúpida pensó que esto era fácil, hasta que comenzó a ver pendientes y quedó rezagada.

—Pobrecita chicos, yo voy a verla— ahí estaba el idiota de Adrián, yendo a ver a la damisela en peligro.

Lo que estaba viendo era de no creer, la traía en sus hombros, como a niña chiquita.

—Ahre caballito ahre, abran paso bitches, que pasa la reina en su noble corcel.

—Valentina, no soy caballo.

—Chiudi la bocca y sigue avanzando.

Quise evitarlo, pero no aguante las ganas de reírme y Marcos tampoco, era muy cómico ver a ese par. Por suerte esa niña es delgada, de esa manera el corcel, digo Adrián, pudo llevarla hasta el final de la ruta.

—Les dije, solo verían mi espalda, anziano.

—Montada en un noble corcel, cualquiera. — ese era Marcos, burlándose de ellos.

—Que no soy un puto corcel.

—Tranquillo, te libero para que vayas a tomar agua— en ese instante explotamos en una sonora carcajada, esa chica tiene mucho sentido del humor.

—Que amable de tu parte Valentina, eres muy buena con tu corcel— era inevitable no burlarse.

—Así es plebeya. Bene, cambiando de tema y ¿la comida?

—¿Qué comida?— no entendíamos a que se refería.

—Qii cimidi, idiotas. ¿No traerían nada de comer?— preguntaba, mientras nos miraba con cara de preocupación.

—Pues no, siempre que venimos, comemos al regreso, aquí solo traemos agua y chucherías.

—Qué clase de mutantes son ustedes—se la veía contrariada.

—Si cargamos mucho peso se nos hace difícil poder completar toda la ruta.

—Eso no es excusa, voy a morir de hambre. Ustedes regresen, yo me quedaré aquí, dì a mio fratello che lo amo così tanto.

—No exageres Valentina— que dramática es a veces.

—Yo tengo un sándwich, toma— Adriancito, sabe cómo ganar puntos.

—Sento che ti amo, bizcocho. — y comenzó a llenarlo de besos, que asco.

Estás celosa

Cállate subconsciente, sería lo último que podría sentir por ella.

Después de ver a esa niña devorarse ese sándwich en dos mordiscos, decidimos regresar porque ya era tarde.

Esta vez Valentina iba a la par de nosotras al parecer la comida la llenó de energía, ya no necesitó a su noble corcel.

Después de casi 20 minutos llegamos a recepción por nuestras llaves, estaba bastante cansada y solo quería darme un buen baño.

—A las ocho les parece si nos encontramos para ir a cenar.

—Sí, perfetto, perfetto— Era evidente la emoción de chucky, solo piensa en comer.

—Nos vemos, amor— me despedí dándole un corto beso a mi novio.

—Hasta más tarde, ragazzi— fue lo que entendimos, después de verla correr, porque se fue tan apurada, pensé...

¡Joder!

—LA DUCHA- grité.

Por eso corre y salí también corriendo a la habitación.

—Vaya par

—Ni que lo digas Adrián, vayamos al cuarto.

—Te gano la ducha

—Idiota

La hermana de mi mejor amigo (Historia completa en AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora