c i n c o

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La primera vez que nos tomamos de la mano.

Furihata miraba a todos lados buscando algún indicio de dónde se encontraba. Hace unos minutos que lleva allí parado contra la pared de un local cerrado. Era viernes por la tarde y parecía que en cualquier momento lloveria, sólo unas horas habían pasado desde que su entrenamiento terminó y decidió salir a pasear con sus amigos ya que Akashi iría al día siguiente. Sin embargo, a mitad de camino Fukuda y Kawahara tuvieron que irse por temas personales en sus hogares dejando a Furihata Kouki a su suerte en medio de la Avenida Principal.

--Al menos, déjanos acompañarte hasta el instituto. --insistió Fukuda.

--Puedes perderte aquí tú solo, Furihata. --agregó Kawahara viéndolo con preocupación.

--Estaré bien, chicos. --les aseguró por quinta vez --Ustedes vayan, yo me las arreglaré.

Ambos chicos suspiraron para finalmente acceder, se despidieron de Kouki y cada uno se fue por su camino. El castaño caminó un poco para despejar su mente de todo el estrés de la última semana, al igual que de sus sentimientos.

Sin darse cuenta había llegado a una zona desconocida para él. Había demasiada gente regresando de su trabajo o adolescentes riendo y llendo a divertirse por ahí como hasta hace unos minutos él tenía pensado hacer. Suspiró intentando calmarse y pensar en cómo salir de allí.

Como puede apreciarse, no se le ocurrió demasiado. Estaba nervioso y asustado, cualquier cosa podría pasarle. Cerró sus ojos en un vano intento de escapar de aquella situación. Todo pasó muy rápido.

Sintió como alguien tomaba su mano con fuerza entrelazando sus dedos con los suyos; luego, más asustado que antes, se dejó arrastrar por el extraño entre toda la gente que transitaba por las calles hasta el parque cerca del instituto. Sólo entonces se atrevió a alzar la vista pudiendo apreciar un par de ojos color magenta.

--¿Akashi? --jadeó sorprendido --¿Qué estás haciendo aquí? ¿No que vendrías mañana?

El pelirrojo sonrió.

--Acabé con mis ocupaciones a tiempo y se me antojó darte una sorpresa. Además, sentí que necesitabas mi ayuda y --lo miró de arriba a abajo con suficiencia --tal parece que no estaba equivocado. ¿Qué hacías allí?

Furihata se sonrojó bajando la mirada.

--Me perdí.

Bastó con decirlo para que Seijūrõ riera. Lo supuso cuando se cruzó con uno de los compañeros de Kouki y este le comentó su preocupación por haber dejado al castaño sólo en aquella avenida tan atestada de gente a esta hora.

--Me alivia que... me hayas encontrado, Akashi. --hizo una mueca avergonzado.

El nombrado asintió aún sonriendo y comenzó a caminar junto al castaño por aquel parque iluminado por luces colocadas cada tantos metros. Por su parte, Kouki notó que sus manos seguían unidas y no pudo evitar sonrojarse más de la cuenta. Su rostro competía tranquilamente con el cabello de Seijūrõ y, al ver que a éste no le molestaba, continuó caminando junto a él sin soltar su mano.

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