Enoch se quedó estático y parecía que en cualquier momento se iba a desmayar. Estuvo unos segundos así, hasta que se giró y entró en su habitación. Cerrando con suavidad.
-- Creo que lo has asustado - dijo una voz -
-- ¿ Millard? - pregunté a la nada -
-- El mismo.
-- ¿ Estas desnudo?
-- Sí. - iba a hablar, pero él me interrumpio - Ni lo digas, ya voy.
Me reí en voz baja. Bajé al salón, donde se encontraba Miss Peregrine tomando té.
-- ¿ Miss Peregrine?
-- ¿ Si? - dijo ella saliendo de su ensoñación -
-- ¿ Puedo quedarme aquí? - pregunté con voz temerosa -
-- Por supuesto, pensaba que ya lo sabías.
-- Gracias. - se me llenaron los ojos de lágrimas - Gracias por todo.
Ella se acercó a mi y me abrazó con fuerza. Lloré en su hombro durante unos minutos, soltando toda la presión que tenía acumulada. Me separé de ella y cuando iba a irme a buscar las maletas me detenió.
-- Enoch te perdonará, al fin y al cabo todavía te ama.
En cuanto terminó de hablar se fue. Esta quieta, pensando en todo el daño que le hice. Lo había destrozado. Una imagen lejana apareció en mi subconsciente. Una imagen de Enoch llorando, y me sentí culpable.
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(...)
Estaba colocando algunas cosas en la estantería, hasta que escuché la voz de Natt detrás de mí.
-- ¿ Mamá?
-- Dime, cariño.
-- ¿ Nos quedaremos aquí?
-- ¿ Por que lo dices, Natt ?
-- Cuando salí del baño vi a tía Olive llorando. Decía que no quería que nos fuéramos otra vez.
-- ¿ Y tu que le dijiste ?
-- Nada, quería saberlo. No me gustan las mentiras.
-- Muy bien, cariño.
Él sonrió y se sentó en la cama con sus piernas cruzadas.
