Sin buscar, ahí estaba

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Sweet caminaba hacia la parada de bus cercana, contaba sus pasos metódicamente y admiraba su avance. Caminaba con una especie de miedo interno, como si el entorno le asustara o le aterrara todo el abismo que tenia para ofrecerle.

Cualquiera podía pensar que tenía un dolor muy pesado en su alma, el mismo dolor que borraba su sonrisa.

-Tengo que ir por un helado antes de llegar a clases de cálculo- Pensaba Sweet. - De pronto, La ''señora'' Rebecca no ha llegado al aula y me presento hasta la próxima hora - Finalizaba con una voz sarcástica.

Hacía un clima bastante complejo, temperatura de 37 grados, nada de viento. Minds parecía un lugar desierto con una cuantas personas locamente ocupadas, como Sweet, que debían ir a por sus obligaciones sin importar ciertos detalles. Después de unos cuantos minutos de caminata, Sweet logra formarse en la fila por el bus. Logró percatarse que no tendría tiempo para endulzarse el día con rico helado y que si el bus no llegaba dentro de los siguientes 2 minutos, no estaría a tiempo.

Caminaba de un lado a otro, tomaba su cabello, lo lanzaba al otro costado,un juego bastante extraño. Veía el reloj y todo lo que pasaba eran los minutos sin descanso.

-¡TREINTA MINUTOS! ¿TREINTA MINUTOS DE RETRASO? Increíble, no llegaré a clases- Pensó resignada.

Cuando la esperanza estaba suficientemente perdida, el bus llegó. Subió y tomó un asiento, abrió la ventana del transporte para refrescar un poco su acalorado ser y finalmente se decidió por el helado añorado. 'Helados mil colores' la recibió con un sorpresa deliciosa. Dos bolas de helado por el precio de una. El cerebro de Sweet estaba desconectado, no entendió la oferta y peleó hasta el final por una sola bola de helado. Daba igual lo que la señorita explicara, era UNA bola, no dos, ni tres, UNA .

- La oferta pierde el sentido cuando personas como usted no piensan- Pronunció un desconocido.

-¿DISCULPE! - Se asombró Sweet.

-Sí, es así- Confirmó- Puedes elegir dos bolas por el precio de una y usted prefiere una en lugar de dos por el mismo precio ¡qué inteligente! - Se burlaba.

- ¿Usted que sabe sobre mis planes para comer? - Interrogaba alterada Sweet. - Elijo una porque quiero UNA, no quiero dos. No me importa la oferta - Dijo mientras se retiraba en busca de una mesa.

- Pues si no está muy apresurada, tengo toda la tarde - Exclamaba mientras la seguía.- Me interesa conocer sobre sus planes de alimentación - Finalizó.

-Oiga, Hombrecillo entrometido, no tengo ganas de conversar, por favor, déjeme sola - Le pidió con seguridad.- Necesito estar conmigo misma - Estalló de la furia.

-Uh, comprendo. Aunque dudo que no haya estado con usted misma antes, digo, por su especial carácter, tan ''dulce''- Se refirió a ella una vez más con sarcasmo.

Él se levantó de la silla, ella vio como se perdía en el pasillo de la tienda que se hacía cada vez más estrecho por la llegada de más personas, pero, ella no hizo nada para detenerlo, ni para explicarle. Decidida estaba a dejar que se marchara pensando lo que quisiera, al final del día, ella solo quería una bola y no dos y de no apresurarse terminaría perdiendo la segunda hora de clases ¡demasiado trágico para que suceda en un día!

Después de saborearse el helado, reaccionó. Quería llevarse un helado con dos bolas pero, extrañamente tenía vergüenza de ir a por él, con la misma mujer que explicó la oferta hasta cansarse. Sin embargo, eso no la detuvo, roció mantequilla a su cuerpo y que la burla le resbale.

-Chica, quiero un helado con dos bolas - Ordenó felizmente.'

La chica la miró confundida, tomó un cono y empezó a rellenarlo con chocolate y fresa como le había pedido Sweet. 

-¿Quiere chispa de vainilla y chocolate, señorita? - Preguntó mientras la miraba extrañada.

-Quiero un helado de oferta, todo lo que pueda colocarle, estará bien-Sonrió como si nada hubiera pasado antes.

Saboreando el helado salió de la tienda, cruzó la avenida,  habló con perritos en el camino  hasta que su pié tropezó con un muro, cayendo serenamente sobre la acera. El helado terminó decorando su camisa y nunca alcanzó a saborear las dos bolas de helado.

Limpió un poco su pecho y quitó polvo sobre sus rodillas rotas por el impacto en el asfalto. Cuando intentó levantarse, vio una mano extendida, rígida, fuerte, blanca, de finos trazos y de una suavidad indescriptible. Aceptó la ayuda para luego negarse a continuar con el numero. ¡El muchacho entrometido estaba ahí! 

-¡Vamos! no seas orgullosa. Toma mi mano y ya no tendrás que enojarte por cosas básicas de la vida- Exclamó sonriente.

-¿Cosas básicas de la vida? ¿llamas cosas básicas de la vida caerme sobre la acera a la vista de media ciudad, estropear mi camisa con un helado y perder dos clases en un día? ¡Patética filosofía! - Sentenció enojada.

-Está bien, está bien. No son cosas básicas de la vida - Rectificó.- Pero, a mi también me han pasado cosas 'extrañas' - Aseguró.

-¿Cómo cuales?- Preguntó Sweet.

-Si aceptas mi ayuda, te contaré todas las cosas básicas de la vida que me han acontecido - Propuso. - Te reirás, lo sé. -Confió una vez más

Sweet tomó su mano y aceptó caminar por el parque con el 'muchacho entrometido', como si lo conociera desde hacía muchos años. Ni siquiera podía parar de reír, era más acontecido que ella.

-Esa noche salí corriendo de la casa de Frank, mi amigo. Estaba empapado por haber caído accidentalmente en la piscina de tortugas, buscando las llaves del auto. Sí, esa noche tuve que volver a casa empapado, sin llaves, sin auto. Ah, también salté el cerquillo de la casa porque mi perro estaba suelto, enojado y no me reconocía así que, rompí una ventana para dormir acobijado. -Contó serenamente mientras anotaba algo en su celular.

-JAJAJA, tu mala fortuna es legendaria - Concluyó Sweet.

-Probablemente, pero, podría ser peor si te vas y no me das tu número. -  Insinuó el muchacho.

Sweet quiso molestarse por ello, pero luego se le ocurrió mejor idea.

-Dame tú número a mí, de manera que si quiero hablarte, te escribiré - Le propuso convencida.

-Y si no lo haces? - Interrogó confundido.

-Seremos olvido. - Aseguró.

-Valdrá la pena arriesgarse, lo sé- Pronunció.

Luego de intercambiar número telefónicos, Sweet se marchó a su hogar. Habían pasado exactamente 10 horas desde que dejó el hogar con la consigna de 'estudiar'. Había conversado con un extraño las ultimas 5 horas y estaba sonriendo aun recordando las historias de aquel muchacho.

-Espera ¿como se llama  este muchacho? - Se preguntaba así misma.

Volteó para interrogarle algo más pero solo estaba su ropero desorganizado. Recordó que no sabía su nombre muy tarde, cuando el sueño estaba robándole el sentido

Estrategia para quedarmeWhere stories live. Discover now