Ya no puedo callar

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Luego de la escena, el grupo quedó en suspenso: Una prueba pendiente, una profesora de carácter irracional y un alma quebrantada a punta de verdades dichas que Sweet, seguramente, hubiera querido fuera distinto.

-No quiero decirte que no estés triste porque si tu lo sientes así, está bien. Eso está bien. Sientes que te derrumbas por dentro pero pasará y estarás bien - Aconsejaba Diego.

-Tú que sabes de lo que estoy sintiendo? - Interroga Sweet.

El grupo miraba la escena con especial consternación. Sweet con el rostro lleno de lágrimas esperaba el campanazo que diera fin al tiempo libre, campanazo que salvara el extraño impulso de estallar.

-Es verdad, no sé qué sientes - Le responde.-Pero olvida lo que he dicho, no ha pasado nada.- Le muestra un chocolate blanco de barra.-Para cuando te sientas mejor.- Concluye Diego y se marcha.

Susane que veía la escena unas cuantas mesas atrás, corre a abrazar a su amiga, como queriendo juntar las piezas esparcidas por doquier, para que ya no se sintiera incompleta. 

-Amiga mía, esto pasará. Te quiero tanto.-Le confesó susceptible.-Hoy no irás a casa sola, te invito a una pijamada, de acuerdo? - Le propone mirándola con ojos achinados y la boca minimizada en forma ascendente.

-Está bien. Iremos al salir.-Aceptó Sweet.

Faltando más de treinta minutos para la clase de inglés, Sweet y Susane deciden caminar al rededor de la ciudad universitaria de Minds, tocar el césped del parque, visitar el auditorio y tomar un café en la lunchería de la universidad, donde coincidieron con Diego.

-Te está mirando justo ahora, Sweet.- Le dice Susane.

-¿Quién me está mirando?-Interrogó Sweet, acomodando su cabello.

-Diego, Diego está sentado a tu derecha. Solo no voltees sin disimular.-Advierte Susane.

Pero la advertencia llegó cuando la actitud inoportuna de Sweet había tomado decisiones precipitadas. De pronto, Sweet conoció como un ser humano puede sentirse nervioso y descontrolado a la vez como si el simple hecho de poseer vida fuera insuficiente para dominar  los sentimientos a la vez.

-¿Por qué me has dicho que disimule después de contarme lo interesante de la cotilla? -Pregunta Sweet enojada.

-Porque yo no sabía que eras incapaz de deducir que si te cuento que alguien está mirándote al instante, mínimo, debes disimular para que  no lo note.-Responde Susane, haciendo notar su indiscutible inteligencia.

Sweet le mira seriamente  como queriendo  culpar a la adversaria por su imprudencia pero sin dejarla de lado, exclama: -Ahora mismo  iré a decirle  a ese hombre que pare de mirarme con actitud idiota y que se presente ante mí para confesar cual fuera la verdad. -Confiesa Sweet, sumergida en el mar de impulsividad.

-Claro que no harás eso.-Impone Susane mientras se apoya sobre el hombro  de Sweet.- Yo sé que eres inteligente, querida. No puedes obligar a nadie a no sentir algo solo porque a ti no te gusta ¿comprendes?. Querer no es un delito.-Aconsejó Susane.

Atendiendo  el llamado a la serenidad, Sweet se calma y Susane a su vez se relaja sobre la silla del comedor pero Diego se acerca con cara de exorbitante amor. Sus ojos delataban poesía. Sus manos temblorosas, verdades. Sus labios partidos, la inquietud de expresar inmediatamente la hecatombe del día.

Necesito hablarte, Sweet.- Exclama Diego con sus músculos tonificados en presencia del temblor. El color de su piel consiguiendo la palidez y el verde de sus ojos ¡oh, sus ojos verde! que no solo hablaban de esperanza, hablaban de amor. -He estado callándome tantas cosas, durante varios años que siento que todo lo que revolotea dentro , es un delito. Al menos así me lo han hecho saber tantas veces.-Pronuncia Diego.

Sweet se notaba anonadada, sus mejillas ruborizadas, su rostro perfilado empezaba a desconfigurarse con extraños movimientos involuntarios, su cabello rojo se sentía como cubo de hielo, frío como ella, sólido como su corazón.

-Yo no puedo escucharte ahora.- Le respondió Sweet.

La campana sonó y los alumnos avanzaron seguros hasta el salón donde Ricky Contreras, el profesor dominicano, impartiría sus emocionantes clases de inglés.

-Good afternoon my people- Saluda Ricky

-Good morning, teacher.- Replica enérgicamente el grupo.

-Today I will be sharing with you some storys about me.-Explica entre risa.

Las clases de inglés, los días martes en la universidad de Minds, duraban toda la tarde.  Fue así como Diego tuvo toda la tarde para contemplar a  Sweet. Toda la tarde para confirmar lo que sentía y toda la tarde para entender que Sweet no era un limón que se desprendiera del árbol con facilidad. Sweet era el limón por el que había que escalar el árbol, para admirarlo, para tenerlo, para todo.

Estrategia para quedarmeWhere stories live. Discover now