7.

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A Lisa le dolía la cabeza. Se sentía como si le estuviesen clavando filosas dagas y cada una venía acompañada de un dolor intenso que parecía no parar. Suspiró, sintiéndose confundida a la vez pues Lisa nunca bebía en las fiestas (No es como si la invitaran a fiestas) así que tener resaca era una opción completamente descartada.

Levantó la vista de sus zapatillas y acostumbrándose a la luz que se filtraba de las ventanas de dónde sea qué estaba se levantó con dificultad para observar todo lo que la rodeaba.

Okay, esa no era su habitación y mucho menos cualquier habitación con la cual Lisa estuviese familiarizada. Investigando más con la vista localizó algunos retratos dándose cuenta de que era la habitación de Jennie.

Bueno, debía haberlo suponido. Su cama seguro valía más que la casa entera de Lisa.

Con pasos torpes abrió una de las puertas que dirigían a quién sabe qué lugar de la casa y abrió los ojos como platos cuando pudo localizar a Rosé cubierta por burbujas hasta el cuello y con los ojos cerrados, estaba dormida seguramente.

Los recuerdos llegaron a su cerebro en cuánto vio a la chica de cabello pelirrojo.

El beso.

Y luego los gritos que le siguieron.

Lisa torció la boca, sintiendo un sabor amargo y se agachó rozando sus labios tan suavemente que no parecía que lo había hecho con la frente de la mayor.

Se quedó mirándola una última vez desde la puerta antes de cerrarla en silencio.

¿Por qué las cosas tienen que ser tan difíciles?

Babypink + chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora