En la sala común de Gryffindor, Ron y Hermione se habían sentado a conversar mientras jugaban al Snap explosivo (Ella no hubiese soportado un partido de ajedrez mágico) Ginny los observaba atenta al juego y de vez en cuando le susurraba instrucciones a Hermione mientras Ron protestaba. De pronto el retrato se hizo a un lado para dejar pasar a un agitado y emocionado Harry que comenzó a buscar a sus amigos con la vista y al encontrarlos, exhaló un suspiro de alivio.
—¿Qué sucede, Harry? —preguntó Ginny.
—Debo salir un momento —respondió mientras la abrazaba—. Solo vine por unas cosas que probablemente necesite.
El muchacho salió corriendo directo hacia la escalera que conducía a la habitación de los chicos, entró en ella en búsqueda de su baúl y pronto extrajo de él la capa de invisibilidad y unos calcetines que había guardando formando una bola. Los desacomodó con sumo cuidado y entonces extrajo de uno de ellos el frasquito con suerte liquida que aún conservaba con bastante contenido. Sonrió con satisfacción y bajó de nuevo las escaleras para encontrarse con su novia y amigos.
—¿A dónde vas, Harry? —preguntó Hermione.
—Debo ir con Dumbledore, creo que ya encontró uno de ellos.
—¿Te refieres a...? —empezó a indagar Ron que más tarde guardó silencio ante la presencia de su hermana—. ¡Ten cuidado, Harry!
—¿De qué están hablando? —Inquirió Ginny—. ¿Por qué vas a salir con el profesor Dumbledore? ¿Tiene acaso que ver con que seas el elegido?
—SÍ, tiene que ver —respondió Harry con sinceridad, sosteniéndola de los hombros—, pero por ahora no puedo decirte nada más, solo que... ¡Ten, Hermione! Es lo que queda de la suerte liquida. Úsenla si es necesario.
—¿Crees que la necesitemos? —inquirió la castaña, tomando el frasco con nerviosismo.
—No lo sé, pero es mejor andar prevenidos —respondió el niño que vivió antes de tomar a Ginny por la cintura y besarla escuetamente en los labios.
—¡Oigan! —se quejó Ron mientras Hermione le hundía el codo en las costillas.
Hermione miró el frasco de la poción y posteriormente le lanzó una última mirada a Harry mientras éste se perdía por el hueco del retrato hacia el exterior.
—¿Por qué me abrazas tanto? —preguntó Emily a Draco en el salón de música donde habían estado tocando y cantando durante una hora—. ¿Estás falto de cariño aún con todo el que te brinda Pansy? Jaja y Narcisa que casi te asfixia de tantos abrazos cuando estabas en la enfermería.
Él respondió con un encogimiento de hombros mientras una lágrima solitaria escapaba de uno de sus ojos. Él se apresuró a secarla enseguida.
—No lo sé —dijo el chico—. Te quiero mucho y solo quise demostrártelo.
—Tú sabes que yo también te quiero mucho, Draco y que siempre serás ese hermanito que jamás tuve —respondió ella estrechándolo mientras le besaba la coronilla de la cabeza.
Posteriormente ella elevó la mirada y la posó sobre el reloj de pared que había encima de la puerta del aula.
—¡Ya es la hora de la cena! —exclamó.
—Tienes razón —musitó Draco con pesar, separándose lentamente de ella con un nudo en la garganta, a sabiendas de que tal vez probablemente aquel era el último abrazo que ella le permitiría darle, después de la cena todo habría terminado o mejor dicho... apenas comenzaría.
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El Pocionista y la Cantante
Fiksi PenggemarEl mundo mágico se encuentra a la expectativa de una nueva guerra, hasta los muggles se están dando cuenta de que algo raro está sucediendo, por otra parte, Dumbledore ha comenzado a actuar de manera extraña, parece guardar un secreto y para colmo d...