Mohräe

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Amaneció con mucha niebla, casi no se podía ver mas allá de la mano, pero a pesar de esto nada les retuvo a emprender su búsqueda del árbol perfecto para retomar su camino.

Eragon decidió hacer distintos grupos para ir más rápido, asique creó tres distintos grupos: en uno de los grupos se encontraba Blödhgarm acompañado de otros tres elfos, en otro estaba una elfa, que no conocía mucho pero había estado trabajando en la corte de Ellesméra, junto con otros dos elfos y final mente en otro grupo estaba Eragon acompañado de Sathyre y por supuesto Saphira.

Yo podre ver desde arriba el bosque y podré cubrir mas zonas, te avisaré cuando encuentre algo interesante.-dijo Saphira.

Después de prepararse para empezar la búsqueda, los gupos, se separaron. Casi no podían ver nada debido a la niebla que permanecía en la montaña, casi avanzaban a ciegas, pero para encontrar el árbol adecuado no se necesitaba solo la vista sino también los sentido mágicos para escuchar y sentir lo que los arboles dicen. Llevaban un mucho rato buscando y siguieron sin encontrar nada.

   -Cuando consigamos arreglar el barco y podamos retomar el camino, ¿Cómo es el lugar que tenemos que encontrar para establecer el nido de los dragones?-preguntó Sathyre a Eragon.

   -Verás, algo que quiero es encontrar un lugar lejos de Alagaësia. Todos los problemas que hemos tenido con los dragones es debido a que había personas que querían ese poder para poder manejar a su antojo el mundo, y eso no es así. Hay que enseñar a la nueva generación que los dragones no son un medio sino un fin, tenemos actualmente estas conexiones con los dragones porque fue la solución de una guerra, no debemos utilizar esto para comenzar otra. Creo que tuvimos suficiente con Galbatorix y quiero enseñar a la próxima generación que los dragones no te dan el derecho de mandar y dirigir un mundo porque tengas mas poder. Tu no tienes poder, es el dragón el que comparte el poder suyo contigo. Por eso quiero un lugar alejado de la civilización, para evitar que el poder corrompa a los nuevos ginetes.- dijo Eragon serio.

Después de la gran explicación de Eragon, todo quedo en silencio. Continuaron caminando un rato hasta que llegaron a una amplia llanura de granito de unos doscientos metros que iba ascendiendo por la falda de la montaña, juntos caminaron en dirección al sinuoso banco de niebla. El vaho impregnó el rostro de Eragon, frio y húmedo, y se hizo tan denso que hacia invisible el resto de la montaña y los envolvía en un paisaje gris en donde no parecía haber dirección alguna nada más que la empinada subida de la montaña. Siguieron subiendo hasta que terminaron de recorrer la empinada llanura, Eragon achinó los ojos, en ese momento percibió una ligera irregularidad en la textura de la pared de niebla que quedaba a su derecha, una borrosa forma de luces y sombras que permanecía inalterada en medio del movimiento de la brumas. Entonces se dio cuenta de que había otras zonas que parecían igual de inmóviles. No tardo en darse cuenta de lo que estaba observando. Empezaron a poder observar con mas claridad las siluetas de unos enormes arboles de color ceniza y de ramas desnudas y nudosas. Al rededor de Sathyre y Eragon empezaron a elevarse docenas de arboles, pálidos esqueletos de un viejo bosque.

   -Un bosque de piedra.- dijo Eragon con voz lúgubre.

   -Creí que solo había uno en toda Alagaësia.-dijo Sathyre.

   - Las montañas Beor son un gran misterio para todos, nadie se ha recorrido todo Beor y explorado para contarnos que hay.- dijo Eragon.

Después de observar el bosque de piedra, Eragon pudo distinguir un grabado en una piedra cercana a dos arboles de gran estatura y envergadura (los árboles eran de piedra). Eragon pudo leer:


Mohrëa

En honor a todos los caidos de la catástrofe de la gran Beor. Que todos descansen en paz debajo de todas estas cenizas y que encuentren la paz allí donde se encuentren.

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