Iridia

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Aquella mañana finalmente decidieron cortar una Secuoya y empezar a trasladarla al barco, aquello era un trabajo muy arduo y costoso pues el árbol era muy pesado y largo y no podían hacer ningún daño al tronco. Saphira levantaba el tronco y los elfos con su magia lo mantenían a flote para ayudar a la dragona. Una vez que llegaron al barco, posicionaron al tronco en su logar de mástil. Poquito a poco lo iban a dejando caer sobre el barco, y cantando iban aderiendo la Secuoya en el Talita. Todo el proceso les llevó todo el día y ni siquiera al fin del día consiguieron terminar, pero lo podían soltar, ya que la estructura estaba lo suficientemente fija como para poder soltarla e irse a dormir por la noche.

Aquella noche mientras Eragon dormía, algo lo despertó, logro divisar fuera de su tienda una sombra que cruzaba el campamento. Después de cinco segundos de deliberación de si debía seguir a esa persona o debía dejarla ir decidió seguir entre las sombras a esa persona. Salió de su tienda sigilosamente y comenzó a seguir al individuo. Era una noche muy cerrada y apenas una persona normal y corriente podría ver, pero el con sus ojos de elfo podía verlo todo medianamente. Después de un rato de estar siguiendo a aquella persona, el individuo se paró en un claro. Pudo ver mas claramente a la persona, vestía una capa de color lila e iba descalza. La persona se quitó el gorro de la capa y Eragon quedó estupefacto al ver que la persona que había estado persiguiendo era la chica de pelo rojo que se encontraron cuando estaban en su cabaña. Observó un rato lo que la chica hacía, ella se puso de rodillas y empezó a pronunciar unas palabras en un idioma que Eragon desconocía, pudo ver como después de eso, a la chica la empezó a salir fuego púrpura de las manos. Aquello asustó a Eragon pues pensó que había soltado un conjuro y que la había salido mal y se estaba hiriendo.

Eragon acudió a la chica para ver si se había lastimado, cuando salió de entre las sombras las chica se asusto y salió corriendo, Eragon salió detrás de ella. Para la sorpresa, la chica corría casi tan rápido como él y no era una elfa. Llegaron a su cabaña en la que se refugió.

   -Tranquila, no pretendo hacerte daño, ¿estás bien?¿te has echo daño? He visto como te salía fuego de las manos.-Dijo Eragon con preocupación.

   -¿Que quieres? Estoy bien.-dijo la chica.

   -¿Que haces tu sola en el bosque?¿no tienes a nadie más?¿porque huiste de la cabaña cuando fuimos a buscarte después de salvarte de esos barbaros? De no ser por nosotros ahora estarías muerta, te salvamos la vida.- dijo Eragon.

   -¿Estas seguro de eso? Llevo mucho tiempo sola y he sabido sobrevivir sola, no os necesito, salir de mi vida. Solo traeréis problemas.-dijo la chica.

   -Solo quiero ayudarte, queremos que nos aclares algunas dudas que tenemos, cosas que conoces y seguro que nos puedes contar.-dijo Eragon

La chica no dijo nada después de un rato y poco a poco abrió la puerta de su cabaña para que pudiera pasar. Eragon entró en al casita de la muchacha lentamente. La chica había encendido un fuego en la pequeña chimenea, aquello hacía que la pequeña casita fuera más acogedora.

   -Si que estoy sola desde hace mucho tiempo, mi familia esta muerta. He aprendido ha sobrevivir sola sin la ayuda de nadie. Al principio me costaba pero me fui acostumbrando a la soledad y a los continuos ataques de los barbaros, creí al veros que veníais a atacarme y matarme con esa bestia tan grande.-dijo la chica.

   -Nosotros no queríamos matarte, queríamos preguntarte que conoces a cerca de Mohräe, y esa bestia es una dragona y no te hará daño. ¿Cómo te llamas?-dijo Eragon.

   -Me llamo Iridia Hale Brisingr Esmerald, os he estado observando todo el día, ¿a donde os dirigís?-dijo Iridia.

   -Soy Eragon y junto con mis acompañantes estamos buscando un lugar para poder establecer una academia de jinetes de dragón lejos de Alagaësia. ¿Qué relación tienes con los  Mohräe?-dijo Eragon.

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