10.- Fracaso

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Su dulce perfume se ha adueñado de cada rincón del auto, y me agrada

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Su dulce perfume se ha adueñado de cada rincón del auto, y me agrada. Una suave melodía nos acompaña en nuestro pequeño viaje en el cual ninguno de los dos dice una palabra y no me siento incómodo, de hecho me permito admirarla y dejarme cautivar con la belleza que posee.

En definitiva no es una chica sencilla, ella es más extravagante y le gusta resaltar entre las demás. Su vestimenta me confirma que quizás pasa más de una hora frente a un armario y luego frente al espejo para crear unas perfectas ondulaciones como las cuales tiene en este momento. No  lo puedo evitar y me la imagino en interiores arreglando su cabellera y moviendo sus caderas al ritmo de una canción.

Una sonrisa se forma en mis labios pero enseguida la borro. ¿Por qué mierda estoy sonriendo?.

Exhalo de manera dramática logrando que su vista pase del paisaje de las calles a mí. Le dedico una sonrisa que ella me devuelve.

—¿Qué te ha parecido Seattle? —Pregunto.

Pasa sus dedos por su sedosa cabellera y luego suspira.

—No he tenido tiempo para darme un tour turístico, aunque dudo que haya cambiado mucho desde que me fui —Se encoge de hombros.

—Estas en lo correcto, no ha cambiado mucho pero existen nuevos locales de comida y entretenimiento que quizás disfrutarás conocer. Y como yo soy un buen ciudadano, me ofrezco voluntariamente a darte un recorrido, claro, si tú quieres.

Aprovecho que el semáforo está en rojo y la miro. Una sonrisa divertida tira de sus labios.

—Si eres tú, me encantaría.

Su respuesta hace que también sonría.

—Perfecto.

Continúo el camino a la escuela en completo silencio y con una sonrisa que no tarda en dividir mí rostro por la felicidad.

Solo tardo cinco minutos más en llegar y otros cinco para encontrar estacionamiento lo más cercano a la entrada del colegio. Bajo del auto y cierro la puerta de golpe, corro hasta el otro lado y hago lo mismo que he visto en la mayoría de las películas; abro su puerta tal y como lo haría un caballero.

Me agradece con una sonrisa y luego baja del auto, cierro la puerta cuando ella esta parada a mí lado y enciendo la alarma.

—¿Vamos? —Pregunto sonriente y le ofrezco mí brazo.

Asiente y luego entrelaza nuestros brazos, empezamos a caminar de esa manera y enseguida siento que todos me están observando, aunque no lo hacen. Quizás es el hecho que es la primera vez que llego de esta manera con una chica a la escuela y la nueva experiencia me tiene los nervios de punta. Por alguna extraña razón me imagino a unas personas susurrando "son la pareja perfecta" y la idea no me desagrada.

Miro de reojo a Blair y ella parece en calma con esta situación mientras yo alucino puras estupideces. Cuando entramos al establecimiento siento que las miradas son más fuertes. Barro con mí vista toda el lugar pero nadie nos observa, a excepción de una castaña que tiene la mirada clavada en mí, su vista va a nuestros brazos cruzados y luego a la rubia que camina con suma elegancia. Su vista vuelve a mí y mí corazón duele al ver el odio mezclado con dolor en sus ojos, niega con desaprobación y luego se da la vuelta para perderse en el gentío de estudiantes.

1.0 ¡A la mierda el amor! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora