21.5: ¡Sos hemoso! (extra)

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Este capítulo solo contiene lemon explícito en su mayoría, la imagen de este capítulo fue hecho por Dou-San, observen bien y luego lean (?)



Esa mañana Manuel salió a las corridas, Francisco Javier le había mandado un mensaje muy temprano en la madrugada acordando verse en un centro comercial de Belgrano, no entendía el repentino interés por encontrarse, pero aceptó al ver que no tenía una opción de declinar la oferta. Martín y Lucas lo despidieron con un ataque de besos, cuales hicieron que se retrasara aún más, había salido tarde culpa de no poder salir de entre los cálidos brazos de su marido.

Un taxi lo dejó en el lugar del encuentro, ahí estaba Francisco llamando la atención de todos como siempre, su pantalón ajustado que marcaba sus piernas perfectas hacía babear a más de uno, Manuel se sentía bastante inferior al lado de él. No sentía el cuerpo impactante del rubio de mechas turquesas.

—Llegas tardes, perri. —Dijo quitándose los lentes de sol, sus ojos azules brillaron con los rayos del astro rey, el castaño abultó ligeramente sus labios pensando que le gustaría ser un poco más lindo para Martín.

—Me quede dormido... —Murmuró jugando el borde de su camisa negra, Francisco rodó sus ojos y no dijo más para no pelear, tomó al menor de la muñeca y se lo llevó hacia adentro del centro comercial, aunque no miraba nada, parecía ir hacia un lugar directamente. 

—¿A dónde vamos? —Cuestionó viendo que estaban en frente de una tienda muy lujosa de lencería. —¿Por qué estamos acá weón? —Agregó algo incómodo viendo los maniquíes femeninos y masculinos con lencería provocativa.

El rubio no respondió y lo volvió tironear de la muñeca, pero estaba vez dentro de aquella tienda, al entrar una mujer enseguida se acercó y preguntó si debería traerle "eso", Francisco asintió con una sonrisa bastante maliciosa, Manuel estaba temiendo por su vida, no, por su inocencia. El otro chileno estaba a otro nivel, y lo confirmó al ver como las empleadas se acercaban al saludarlo, al parecer era un cliente frecuente de aquella tienda de lencería erótica.

—Esta tarde nos llevaremos a Lu, Jeremías quiere tener a su sobrino todo un día al menos, así que debes sacarle provecho a una noche solos luego de dos semanas con el bebu. —Se explicó el futuro esposo del cordobés aceptando una copa de sidra que le trajo una de las empleadas, a Manuel también le ofrecieron una, pero la rechazó todavía incómodo con el sitio. 

La señora de antes se acercó a ambos, y le hizo entrega de una pequeña caja blanca, el rubio la abrió para que Manuel viera su contenido, y al verlo el chileno menor se horrorizo y negó nervioso repetidas veces con sus mejillas coloradas a más no poder. Francisco no le importó, y con mirada firme le obligó a llevar la pequeña caja con él.

Salieron del local, y aunque el castaño no quería, le explicó como colocarse algo que estaba dentro de la caja, y esa no fue la única caja con él, otra más le dio a mitad de camino, pero esta no le desagradaba tanto como la primera. Suspiró, no podía creer que estuviera siendo arrastrado por el rubio hacer semejante cosa, no iba lograr a salir de baño si quiera, no, definitivamente no podría hacerlo.

—Me lo vas agradecer... —Le dijo Francisco mirándole más serio que pícaro. —Son jóvenes, este tipo de cosas avivan la llama entre ustedes, un matrimonio no vive solo de amor o dinero, la pasión es un compañero que no pueden soltar... hazme caso, será muy bueno para ambos. —Terminó aquellas palabras con un guiño divertido, pero Manuel entendía que aquel había sido un consejo muy serio a pesar de venir de alguien como Francisco Javier.

Paso un rato donde Manuel solo miraba por la ventana pensando en lo que haría esa noche, sus mejillas no perdían el color rojo por lo mismo, pero por otro lado sentía un cosquilleo en su estómago como ansioso de que la luna se alzara sobre el firmamento y estar en la completa soledad con su marido; y allí mismo entre sus pensamientos recordó aquella vez donde vio a un joven muy parecido a Francisco comer en el parque con lágrimas en el rostro.

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