La tarde se hacía lenta, el sonido de los autos en la calle se volvían una molestia, la música no acompañaba el momento, más ninguna letra parecía acompañar las emociones que se desprendía de su corazón una vez la imagen de Manuel se hacía presente en sus memorias, ¿Cuánto ha repetido esto? ¿Cuántas veces se ha visto tan miserable aferrado a recuerdos que se escabullen entre sus dedos como arena fina en la playa?Suspiró, volvió a darse vuelta en su inmensa cama, no había a nadie que molestara, a nadie que empujara, su cama siempre había estado vacía, ni siquiera alguna vez había conocido el peso de otro cuerpo que no fuera del de su dueño, el dueño de aquel lujoso departamento en plena capital porteña. ¿Podía ser aún más miserable?
Sus rubios cabellos, ahora mostrando sus naturales hondas, taparon su rostro como ayudándole a ocultarse del mundo, tomó una sábana con brusquedad y se enredo en ella pareciendo más una oruga en pleno crecimiento que un humano a cargo de una empresa argentina de cosméticos multinacional.
Pero el silencio se acabo, una voz con un acento parecido al suyo pero con un toque particular se hizo presente en su recamara, se colocó una almohada en la cara para probar si así no lo oía, pero en vano fue, no solo aún escuchaba sus gritos buscándole por el departamento, sino además que cuando llegó a donde estaba su aroma a tierra húmeda y yerbas naturales penetraron en sus fosas nasales obligándole a por lo menos dedicarle una mirada.
- Hoy no quiero saber nada de nada... dejame. -Le pidió volviendo a colocar la almohada en su rostro, soltó una gran cantidad de aire sobre ella y se dio vuelta una vez más quedando boca abajo en la cama.
- No, patroncito, tiene que ir a laburar che... ¿Qué pio le está pasando? -Cuestionó bastante preocupado sentándose sobre la cama, hacía tres meses que trabajaba bajo las ordenes del joven presidente Marcos Hernández, pero era la primera semana en que lo veía tan decaído y ajeno a lo que sucedía en las finanzas de su empresa.
- ¿Qué me pasa? Me pasa todo y nada, lo que quiero y lo que no, lo que debo olvidar y lo que debo recordar. Es más sencillo leer un libro de Julio Cortázar que un montón de palabras sueltas de mi boca. -La respuesta del rio negrino no había aclarado en nada las dudas de su secretario paraguayo, más bien, se lo notaba más confundido que antes.
- Le voy a preparar algo muy rico de comer, patroncito. -Dio una palmada en su rodilla y se retiró del cuarto, no iba rendirse en su misión de levantarle el ánimo a su jefe.
No podía quejarse a pesar de todo, Daniel era el único capaz de ver ese lado débil del gran Marcos, era el único capaz de presenciar como la sonrisa de este iluminaba todo una vez salía mal dibujada de su rostro, porque aunque suene gracioso, al presidente Marcos le costaba sonreír, tan poco ha sonreído en su vida que no tiene en claro como es la forma de esta, pero aún así poco a poco iba copiando la del paraguayo.
Se podría decir que De Irala había hecho pequeños, pero grandes cambios en la vida del rubio, desde que ahora todo los días vestía bien y a la moda, como ahora en su dieta había más que manzanas a cada hora, y creerme, eso había sido la parte más difícil de todas, más difícil que hacerle hablar sobre cómo se sentía eventualmente con cada suceso en su día a día.
Su madre, su querida madre que estaba allá en el Paraguay siempre le decía que los psicólogos estaban al pedo básicamente, con un poco de amor, con un oído y dos brazos cualquier persona encerrada en sí misma naturalmente saldría al mundo exterior, y siempre agregaba con su acento característico: y ay mi Dios de cuando esas personas suelten todo lo que tienen guardado en su pecho.
Daniel pensaba que tal vez esas cosas y otras, era lo que tenía enamorado de su patroncito, porque entre todas sus preocupaciones como pagarle la escuela a su hermanito y mandarle plata a su vieja, tenía que preocuparse en que nadie se diera cuenta cuáles eran sus inclinaciones sexuales, porque aunque viviera en un supuesto país libre, las malas lenguas nunca cesaban, y arriesgar su lugar al lado del dueño de sus pensamientos, estaba entre sus muy últimas opciones.
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Conveniencia (ArgChi)
FanficMartín Hernández desea convertirse en el presidente de la compañía de su padre, para ello necesita mostrar su talento tras la realización de un proyecto internacional, pero lograr esto será más difícil de lo que piensa, necesita el apoyo de otra em...