Cosas del ayer

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Viernes 07 de Diciembre.
21:57 horas de la noche fría que abarcaba desde comienzos de Noviembre del año 1959.


En unos de los pequeños bares de Florida, existía uno muy reconocido por las grandes clases bajas y medias, en el que varios turistas italianos y españoles eran los más populares en visitar el pequeño bar con grandes discos de música de cantantes sumamente viejos. Beber el ron barato era lo esencial y fumar Marlboro
era el más célebre en estas cantinas. Nada bastaba que tener el pantalón lleno de papel moneda.

Todos los viernes el bar Dolce Speranza esperaba a cualquier político para que le pudiera reconocer el esfuerzo mayor que -hizo para lograr abrir su bar de sueños de generaciones anteriores- el Señor D'Arcangelo siempre deseaba hacer para conmemorar y agradecer a su difunta esposa, Giovanna Di Marco; gran mujer de hazañas, virtudes gigantes, valores prometedores y mujer de palabra. El honor de esta mujer lo llevaba en alto, tanto que el Señor D'Arcangelo le pidió a un pintor franco-italiano un retrato de la Señora Di Marco, en tiempos de su juventud, alzandola en la pared más limpia y elevada a la vista de toda persona que nunca pudo lograr meterse en su corazón como lo hizo el Señor D'Arcangelo.

Di Marco, le otorgó dos hijos hermosos, una llamada Speranza y el otro llamado Giorgio. Entonces, ya saben de donde proviene el nombre del bar, pero se preguntarán porqué el Dolce... bueno, pasemos al origen de este famoso barsito.

Hubo un tiempo largo en que los esposos D'Arcangelo intentaban concebir hijos, desde temprana edad, pero el efecto nunca surgía. Hay que recalcar que aunque Giovanna Di Marco y Matthew D'Arcangelo, no habían estado casados como se es la tradición italiana habían escapado como pequeños adolescentes entrando en plena adultez, para dirigirse hacia el país soñado de toda nacionalidad extranjera, Estados Unidos de América. Matthew, al ser mitad americano y mitad italiano, podía entrar y salir las veces que quiera, pero Giovanna no podía, a menos que se casarán. Desde aquí resultó un casamiento loco. No obstante, sí algo le recordaba Matthew a su esposa, era que siempre le daría una boda como se era una boda en realidad.

Desde entonces, los dos siempre han estado sosteniéndose, como les dijo el Padre borrachón, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y en el amor como en el desamor.

A pesar de las últimas palabras, ese Padre, tenía toda la razón.

Cinco años antes de que se desatara la Segunda Guerra Mundial, Giovanna y Matthew, estarían recibiendo una muy Dulce Esperanza para sus vidas. Una sorpresa de ultimátum para callar a esas bocas ajenas llenas de salsa a la boloñesa. Recibían la noticia de que esperaban una hermosa niña de ojos color verde con una tez morena, como la gitana del "Jorobado de Notre Dame." Después de tres años recibirían al pequeño niño de ojos color chocolate claros con una tez tan blanca como la cobija que su madre le hacía al momento de tenerlo en sus brazos.

>>Mi Dolce Vita, mí amor. Mí Dolce Speranza<< Estas eran las preciosas palabras que le dijo a la hermosa barriga ancha de la Señora D'Arcangelo. Tan preciosas, que siempre le recitaba o le cantaba al oído cada vez que la pequeña la pateaba o tenía dolorosos momentos. Genaro Salinas, sin duda alguna era el cantante favorito de los dos, principalmente de Matthew. Con estas canciones adoraba más que a su mismísima madre y no crean que era obsesión y posesividad. Es que, cuando amas realmente a alguien con la mente y el corazón, aprendes de esa persona, te enorgulleces de lo que ha pasado, piensan en el pasado para saber que sin esto, no somos nada. Entonces superarán cosas que se interpongan entre la vida de estos seres y lo resolverán de la manera más pacífica, así como la suave voz aterciopelada de Genaro Salinas, el tenor más grande en la época de Oro, humilde mexicano, sustanciado por la música.

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