Prólogo: Recuerdos.

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Estoy en una habitación, acostada. No me puedo mover, ¿cuántos tiempo habrá pasado? Me veo más... corpulenta... Mis brazos y piernas se alargaron,  no sé qué edad tengo ni qué pasó. Tengo miedo.

No puedo hablar, tengo la garganta seca y la lengua adormecida, estoy conectada a miles de aparatos médicos. Pero sé que esto no es un hospital, entonces, ¿qué es?

Interrumpió mis pensamientos un ruido que molestó, el chirrido de tal vez una puerta. Alguien entró. Un hombre muy alto, no tenía rostro aparte de pálido, me sorprendió que de su espalda salían tentáculos.

"¿Pero qué mier...?"

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¡Hola!, soy Akilah, no tengo padres, ni siquiera saben los del orfanato –supuestamente– así que no poseo apellidos, tengo nueve años y ¿mi vida? no lo sé, fue una aventura única, tómalo como quieras. La verdad es que me encantaría contarles sobre mi día a día, con quiénes me crié y quiénes me cuidaron, pero no recuerdo nada. Sólo pocos momentos en las que alguna vez sonreí.

Y otros en las que quisiera que se borraran de la mismísima existencia.

(...)

Comenzó cuando tenía 13 años...

Estaba en un orfanato, tenía amigos; no era la mejor socializando, pero eran tres fieles amigos. ¿Dónde están? no tengo idea. El incendio nos separó a todos, con mucho dolor en mi corazón, sólo recuerdo sus nombres.

¿Milanner? Mero desgraciado, nunca supe si era hombre o mujer por cómo se vestía y actuaba –broma– pero era un gran hijo de puta. ¿Kay y Key? Mellizos. Ellos tampoco están bien de la cabeza.

Ah, y también recuerdo sus estúpidas e inteligentes personalidades. Son un par de idiotas, mis idiotas.

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Estaba dormida en mi cómoda cama hasta que sonó el despertador, cómo no dejan dormir a la gente cuando quiere, así que lamentablemente tuve que levantarme. Son las 8:30 a.m... un momento...

¿¡LAS OCHO DE LA MAÑANA EN PLENO SÁBADO!?

—¡Es demasiado temprano para despertar en un Sábado!— Hice puchero adormilada. Veo que Dina y sus clones no estaban en sus camas. 

Seguramente ya están en el comedor desayunando, pero ne, no me debería de importar.

Fui al baño, me cepillé los dientes, me bañé y tardé unos 15 minutos. No sé por qué siempre llevan ropas costosas, y se preguntarán cómo consiguen tanta ropa de marca si viven en un orfanato; pues les diré. Algunos señores que la gran mayoría son gente importante vienen a visitarlas de vez en cuando y le regalan ropa ¿por qué no las adoptan? Bueno, ellas son las hijas de la directora del orfanato y aparte no es que vivan aquí. La dueña de éste orfanato es muy cariñosa y amable pero no tiene dónde dejarlas ya que ella al venir aquí se quedan solas. 

Aunque por mí, mejor que fuera así.

Mamá María me acogió en la habitación especial que tienen ellas tres, Mamá María me trata como una hija, ella es quien se encarga de todos los niños de aquí, ocupándose de las comidas, el aseo y demás.

—¡Mamá María!

—Buenos días cariño, ¿qué tal dormiste? — contestó de forma cariñosa. Siempre ha sido así, aunque no sea mi mami de verdad, siempre la trataré como si lo fuera.

La llegada de la hija de Lucifer (Creepypastas y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora