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Luego del homicidio que cometió Park JiMin, su mamá admitió la culpa que le correspondía a JiMin, a lo que la llevó a estar 12 años en prisión.
JiMin, luego de ver lo que sucedió con su madre lo llevaron a vivir con sus abuelos maternos con los cuales tenía cercanía y eran sus tutores si algo sucedía con sus respectivos padres.

Su forma de ver las cosas había cambiado por completo, se frustraba y se angustiaba con facilidad.
Se volvió un chico silencioso, tranquilo y tímido, le costaba tener alguna comunicación con alguien y con los contacto físico se colocaba nervioso y se alejaba.
Cuando sus amigos jugaban con él terminaban peleando a golpes por quien ganaba, sus maestros hablaban con sus tutores para que lo mandaran a un psicólogo por un tiempo, los profesores sabían lo que había sucedido con él y su madre pero no sabían lo que se sentía, miraban a JiMin con pena, con tristez y él no quería eso, quería que pudieran comprender.

Tomaba medicamentos y tranquilizantes pero su abuela se daba cuenta que lo hacía cada vez menos extrovertido de lo que era, veía que su nieto estaba drogado con esas pastillas, se desanimaba al ver a su pequeño JiMin de esa forma tan vulnerable que cualquier persona u objeto podría lastimarlo.

Se veía débil.

JiMin puede sentir como cualquier otra pesona, la diferencia es que cada vez era más vulnerable, él no quería ser así, ella tenía esperanzas hacía él, pensaba que iba hacer el mismo niño, cariñoso e inteligente que conocía hacía un año, su pequeño JiMin era inteligente, sabio, podría cambiar solo si es que el quiere.

—JiMinnie, tienes que aprender a controlarte, sé que te cuesta pero podrás lograrlo...  —Decía la mujer mayor.

Tenía las pequeña manos de JiMin encerradas en las suyas, arrugadas pero Con una suavidad por sus cremas.

—mis amigos... Ya no se me acercan... —Su voz se cortó al hablar, tenía tantas ganas de llorar pero no quería que su abuelita lo viera débil.

Al escuchar esas palabras la mujer mayor le acarició sus pequeñas y gorditas manos con una mirada consoladora, JiMin tenía su mirada perdida en ella, los ojos con lágrimas que caían por sus mejillas.
Su abuela le tomó su barbilla con el pulgar en ella y el índice de bajo para levantar su mirada y encontrarse con esos ojos castaños oscuros llenos de lágrimas.

—JiMinnie, todo lo que tu quieras puedes conseguirlo, pero si de verdad quieres, cariño... Lo lograrás. Es más, te ayudaré. —Levantando ambas cejas formándose un arco en ellas.

Regalándole una sonrisa que tanto le gustaba ver su abuela, esa sonrisa con algunos dientes faltantes y uno de las paletas doblada, sus ojos se hacían una línea que pensaba que no lograba ver, —ver esa carita tan angelical era la cura de sus penas—, pensaba ella.

🌸

eran apenas las 9 de la mañana y caminó con pereza hasta la habitación de sus abuelos y poder verlos para saber qué hacían.
Observó como su abuelo se colocaba su corbata para ir a trabajar, su abuela le arreglaba el cuello de la camisa y deslizando sus manos por su pecho perdió la mirada en él, sus ojos se veían tristes.
El hombre le levantó su mirada con ambas manos posadas en sus mejillas suaves y blancas como la nieve.

—Eli... Él estará bien.

Su abuelo desde aquella película que vio, llamaba "Eli" a su mujer, la protagonista de la película era muy parecida a ella físicamente y psicológicamente, admiraba a su mujer por ser tan buena persona, todos pensaban que él se había ganado la lotería con ella, era la mujer perfecta para sus ojos, era la mujer ideal, era la persona más sincera y amorosa que pudo conocer, en el momento que alguien la conocía era ver a una mujer de un corazón puro, lleno de amor con un aura que resaltaba positividad.

—JiMin nos necesita, n-no podemos dejarlo solo...

Cerró sus ojos y soltó un suspiro audible. El hombre levemente le dio un corto beso en sus delgados labios rosados, la mujer mantuvo sus ojos cerrados unos segundos para luego abrirlos y encontrarse con su pequeño nieto en la puerta mirando con sus ojos caído de tanto llorar, se separó de su esposo y se acercó a JiMin, el joven rápidamente le dio un abrazo por sobre sus hombros escondiendo su rostro en su cuello. La mujer lo envolvió su pequeño cuerpo en sus brazos haciendo más fuerte el abrazo pero de forma cálida que JiMin se sintiera protegido en sus brazos.

—¿te parece si vamos a comprar un helado?

Desde que conoció a JiMin el día en que nació supo que lo iba a cuidar como si fuera suyo.
Desde pequeño, luego de ir a buscarlo a clases pasaban por un helado cerca de una plaza y se sentaban en una banca a comer su helado y disfrutar de la vista. Hora más tarde se encontraban allí admirando como los árboles meneaban sus ramas con hojas por el viento, los pájaros volar y cantar y niños jugando en los juegos sonrientes.

JiMin asintió con la cabeza y la abuela se levantó cuidadosamente ya que estaba agachada, tomó su mano suave y pequeña con unos dedos gruesos, bajaron las escaleras sin soltar la mano del otro.

Aquel hombre miraba a una distancia a su mujer y su nieto bajando cuidadosamente, seguido venía él con su maletín en una mano y con la otra se afirmaba de la barandilla para poder bajar cuidadosamente.

🌸

JiMin se encontraba sentado en la banca de color blanco le gustaba mucho esa banca, era donde corría más viento en las tardes y con una sombra que daba un árbol muy grande con unos hojas verdes y grandes, sus pies colgaban de ella y los movía como si se estuviera columpiando. Su abuelita mientras hacía la fila para recibir ambos helados, uno de fresa (para ella) y otro de vainilla con chispas de chocolate (para JiMin).

Se sentó alguien a su lado y lo miró con el ceño fruncido.

—uhm... Está ocupado esta banca... —apuntando el lugar que se había sentado aquel niño.

El niño de su lado no respondió levantando su mirada para encontrarse con JiMin, el niño lo miró sin ninguna expresión.
JiMin al verlo, estaba sorprendido de ver a alguien con un color tan claro de piel que se podía notar pequeñas venas.

—no tiene dueño la banca. —contestó con brusquedad el mayor.

Bajó su mirada y vio los pantalones cortos de JiMin, los miró con disgusto al ver que tenía muchos dibujos de planetas de diminuto tamaño.

—mi abuelita ya viene... T-te tienes que ir. —dijo tartamudeando.

—no es tuya la banca.

—pero yo no quie-quiero que te sientes a-. —interrumpiéndolo.

—JiMin, ¿por qué estás peleando?

JiMin rápidamente giró su cabeza hacia su abuela que lo miraba con ambas cejas levantadas.
E

l pequeño niño de pelo castaño no dijo nada y solo bajó la cabeza con vergüenza.
Se abuela se sentó entremedio de ambos niños y observó al chico desconocido de su lado, tendió su helado hacia él y gustosamente lo recibió dándole las gracias.

—¿cúal es tu nombre, jovencito? —preguntó la abuela.

JiMin se inclinó hacia adelante para ver mejor al chico, lamió su helado mientras esperaba alguna respuesta.

—me llamo Min YoonGi y tengo doce años.
—dándole otra lamida al helado.

—mira JiMin, es mayor que tú, y a los mayores se respetan. Hijo, no seas tan peleador, ya hemos hablado de eso. —dijo su abuelita con el dedo índice como si aquello también le hablara.

Su abuela le sonrió y no pudo rodar los ojos, la primera impresión es lo que cuenta y no le agrado su impresión del chico. Giró su cabeza y vio una función de títeres a unos metros más allá. Miró a su abuela con súplica y ella asintió, corrió con toda rapidez a ver la función, se sentó en el suelo como los demás niños y colocó su atención. Sintió alguien sentarse a su lado y se dio cuenta de que era el mismo niño de antes y con el helado de su abuela.

Soft; [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora