II

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Sus palabras eran balas, eran flechas y lanzas que hacían sangrar y traspasaban mi piel.

Aún recuerdo aquella vez, sentado frente a ella. Cuando la escuché hablar... "Le tienes miedo a enamorarte, o más bien, tienes miedo en confiar en los demás. Le tienes miedo a volver a sufrir. Le temes al dolor. A ese dolor que quiebra por dentro."

Obvio que tenía miedo, ¿Quién no lo tendría?, soy humano, pero el serlo no era excusa para mostrarme vulnerable. En aquel mismo instante, junto a aquellas palabras, sentí como algo dentro mi explotaba y como lentamente mis paredes comenzaban a caer. Ella había golpeado en mis paredes como una gran bola de demolición y con la fuerza de un proyectil lanzado por una catapulta muy lejana.      

Ella reía victoriosa, sabía que había dado en el blanco y le encantaba. Disfrutaba hacerlo, siempre amaba dar en mis raíces más profundas y mis heridas más viejas, ella simplemente amaba entrar en mi mente y leer mis pensamientos como si fuese su pasatiempo divertido. Sé que sus intenciones no eran matarme, quizás sus intenciones eran mucho peor. Era saber todo de mí. Y de eso, ni siquiera el Diablo se salva.



Una carta abiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora