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Pasaron los días y mientras más tiempo pasaba junto a ella más cerca me encontraba del peligro. Y así fue; Tal como lo pensé, sin darme cuenta, ella había atacado con sus labios, anclando sus besos a mi boca atacando a sangre fría y sin compasión.

Ella había inyectado su veneno en mi cuerpo y no me había dado cuenta. Me había inyectado aquel veneno que podría convertir a cualquier mortal en un adicto de sus besos, de su presencia y su calor. Aquel veneno corría con firmeza entre las arterias de mi corazón. Si de algo no me quedaba dudas, era que ella no buscaba matarme. Buscaba algo mucho peor. Buscaba cegarme de amor y convertirme en un adicto, buscaba llevarme a su terreno, a sus brazos. Buscaba eliminar mi independencia y colonizarme. A comer de sus labios, para así convertirme en su propiedad, en alguien que ha perdido la cabeza, la razón y es incapaz de pensar por si mismo; Buscaba convertirme en aquel que quizás muy pronto no podría ver su juego y que quizás yo... era un simple peón en su puto tablero. 


Pero, una noche entre sonrisas y deseos había encontrado algo escondido en el baúl de sus secretos. Había encontrado la flecha de su error, no podía creerlo o quizás no quería creerlo. <<Hasta el alma más pura esconde asquerosos secretos>> Me había comentado el subconsciente mientras admiraba aquella flecha. Así que, decidí tomarla y llevarla conmigo hasta que llegará el momento perfecto de usarla.

Una carta abiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora