Fase 1 : Shock

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Decidí reunir a los parientes más cercanos pues Karol cumplía un mes de fallecida.

Entre ellos estaban:
Los Bernasconi Kopelioff.
Los Ronda Zenere.
Los Ferro Jara.
Los Sevilla Cisneros.
Mis padres y mi hermano.
Incluso invité a Malena con su esposo Gastón Vietto.

Cuando llegamos al cementerio creí ver a Karol paseándose por las lápidas, con aquel vestido escarlata con el cuál fue sepultada.

Decidí ignorarlo y ayudé a la madre de mi esposa quien al igual que yo estábamos aún destrozados.

- Gracias Ruggero.

- No hay de que Señora, a usted le debo todo.

- ¿A qué se refiere?

- A que de no ser por usted, jamás habría conocido al amor de mi vida.

- Gracias, yo le agradezco por cuidar bien y amar a mi hija tanto como lo hacía.

- Ella era mi todo Señora.

- Creo que ahora hay alguien que me entiende.

Sólo asentí.

Cuando llegamos a la lápida de mi esposa sentí como mi corazón se estrujaba nuevamente, las lágrimas no tardaron en salir.

La Señora Sevilla soltó mi brazo para acercarse a tocar la inscripción en la lápida, de pronto empezó a llorar.

- Hija mía... Se suponía que yo moriría antes.

Decía desconsolada.
Se le acercó su hijo Mauricio para tratar de consolarla, a pesar de que él estaba igual.

Por mi parte lloraba silenciosamente mientras miraba aquella escena.
Agustín lo notó y se acercó junto con su esposa para consolarme.
Mi madre por igual se acercó.

Yo estuve un rato entre mis parientes, pero decidí acercarme a la ellos pues en su familia sólo quedaban Carolina de Sevilla y Mauricio Sevilla.

Abracé a mi suegra, quien me correspondió inmediatamente.

Después llegaron los Ferro Jara y se acercaron con la Señora Sevilla.

Una vez un poco más tranquilos, decidí dedicar unas palabras para los presentes.

- Más que nada, gracias por acompañarnos en la pena, todos saben lo difícil que es tanto para la familia Sevilla como para mi la pérdida de Karol.
No me queda más que agradecer todo lo que han hecho por nosotros en estos momentos.

Todos asintieron.

Finalmente los arreglos florales que habían traído las familias fueron colocados en la tumba.

Las familias se iban retirando.

- Hijo, ánimo. Karol ahora está en un lugar mejor...
Recuerda que estamos para lo que necesites.

- Gracias padre.

Así se despidieron mis padres.
Después mi hermano.

Ahora sólo quedábamos los Sevilla Cisneros y yo.

- Si gustan, los invito a mi casa.

- No gracias Ruggero, tenemos asuntos pendientes por concluir.

- Claro, cuando guste son bienvenidos en casa.

- Muchas gracias.
Adiós Karito.

Una vez dicho esto madre e hijo partieron.

Yo me quedé mirando la tumba llena de flores.
Y ahora que recordaba había olvidado mi arreglo en el auto.
Regresé en busca del mismo y volví para colocarlo en su lugar.

Adiós, Amor... l AA1 lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora