Bloody Painter es el tipo de novio que te dibujaría cada vez que tiene la oportunidad.
Por ejemplo:
La chica miraba por todos lados, buscando el libro de tonos rojos exasperada. Una corte de rosas y espinas era su libro favorito y no lo encontraba por ningún lado, recordaba la última vez que lo leyó fue el día anterior, junto a su novio antes de quedar dormida en su hombro y despertar al día siguiente en su habitación, típico de el que le diera comodidad y esos detalles.
—¿¡Donde demonios es-...— Se detuvo cuando en la mesita de café de la sala, notó un cuaderno verde. Elevó la ceja curiosa y una sonrisa se formó en su rostro.
Camino "despistada" hasta acercarse al cuaderno. Miró alrededor en busca de su novio, tal vez estaba por ahí. Finjo demencia cuando lo levantó, examinó el exterior fingiendo no saber que era, para calmar su "curiosidad" por saber que había dentro, abrió el libro en la primera página.
Se sorprende cuando mira que es un precioso retrato de ella. Recordaba esa vez, fue la primera y única vez que visitó el café "La luz de Dios" pues el café estaba frío y se lo trajeron descafeinado a pesar de que lo pidió normal, ese mismo día compro el libro que se encontraba leyendo en el dibujo, incluso la portada era idéntica. Giro la página hasta el siguiente dibujo, era nuevamente ella, fue de la vez que hablaron por primera vez, en otra cafetería ambientada en los ochenta.
—¡¿Que estas haciendo?!— Sus piernas fallaron y no le impidieron correr al ser descubierta con las manos en la masa.
El libro fue arrebatado de sus manos y el azabache le miraba con la cara algo roja.
—Dime por favor que no viste nada— La cara sorprendida y algo sonrosada sobre el rostro de la mujer lo decía todo. El chico se tapó el rostro con su mano libre y suspiro.
—Perdóname... no pude evitarlo. Estabas tan hermosa en todas las ocasiones que no pude— Se detuvo cuando su chica lo abrazó con fuerza, escondiendo su rostro en su cuello.
—Son hermosos... gracias Helen— El chico soltó el cuaderno y abrazo por la cintura a la chica, el libro se abrió en un dibujo a medio terminar. Era de ayer, era sobre la chica en cuestión, desde la perspectiva de Helen, dormida y abrazando el libro que más adoraba en el mundo.
