Capítulo 3

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Salgo del ascensor en la planta número uno y camino hacia la salida. Mis tacos suenan contra el mármol del suelo, haciendo para mi, un molesto sonido.

 — Señorita Evans —escucho que me llama William, el portero.

 — William, buenas tardes —respondo y sigo con el golpeteo de mis tacos.

 Salgo del edificio y una ráfaga de viento hace que mi pelo se desordene.

 — Genial... —la lluvia está torrencial, me va a tocar mojarme.

 Me cubro más con mi abrigo, acomodo mi bufanda y comienzo a caminar.

 — Madisson, espera —siento que alguien grita a mis espaldas. Me paro en seco cuando reconozco la voz.

 Me giro y veo al señor Wood corriendo hacia mi con un paraguas cubriéndolo.

 — ¿Qué quiere ahora? —murmuro frustrada.

 Llega a mi lado y me cubre con el gran paraguas.

 —Vamos por un café —suena más como una orden que como una invitación.

 — Olvídalo, estoy mojada y me estoy congelando. Quiero irme a mi casa —sonríe de manera maliciosa y hace que me entre un calor intenso.

 — Vamos por el café entonces, luego te paso a dejar y así ya no te mojas más —responde y me agarra por el brazo.

 Miro al cielo y veo que esta de un gris oscuro, no esta ni cerca de dejar de llover.

— Bueno, vamos por ese café —murmuro con resignación. Me molesto cuando en su cara aparece una sonrisa de superioridad.

 Me guía de hasta un auto gris oscuro estacionado en frente del edificio en el que trabajo. Recuerdo haber visto este auto en el garaje el sábado... Es un hermoso Mercedes-Benz CLA Class.

 — La fiesta... —digo cuando el señor Wood se sienta a mi lado— ¿Era su casa?

 Me mira y enarca las cejas.

  — Si. ¿Cómo llegaste ahí?

 Uy, me entierro en el asiento, la pregunta que creí nunca me harían.

 — Un amigo nos invitó —no respondo nada más, al fin y al cabo no estoy mintiendo.

 — Dile gracias a tu amigo de mi parte... —dicho eso hace andar el auto y se mueve por las calles de Manhattan.

 Yo me quedo como ¿O sea? pero decido no decir nada.

 Me fijo que el auto se lleva varias miradas cuando paramos en el semáforo, es bastante sofisticado y bonito.

 — ¿A dónde vamos señor Wood? —pregunto cuando veo que pasamos por afuera de una cafetería pero no se detiene.

 — No me digas señor Wood, Madisson. No después de lo del sábado.

El muy maldito no pierde oportunidad en recordarmelo. Ruedo los ojos y sigo mirando por la ventana del auto.

                                                                               🌸

Estamos en la fila de espera por nuestros cafés en mi cafetería favorita. Estamos parados uno al lado del otro en silencio. Un silencio bastante incomodo que oculta la tensión sexual que hay entre nosotros.

 — Me gustaría volver a repetir lo del sábado —dice de repente. Siento como mi corazón se para y luego comienza a latir nuevamente.

 — Olvídalo —digo de inmediato. Y comienzo a jugar con un botón de mi abrigo.

OlvídaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora