Capitulo 33 ❤

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Ni bien nos dijeron que ya podíamos salir del hospital, dos días después, le dije a Will que preparara el jet para poder volver lo antes posible a la universidad.

Los últimos dos días en el hospital me la pasé en la habitación de Caleb. Nunca salía ni para ir al baño, ya que había uno en su habitación. No salía ni para dormir cómodamente en una cama más grande y para mi sola. Los doctores y, como no, las putas enfermeras en mini falda que son unas lanzadas de mierda, me querían sacar de la habitación. ¿Pueden creerlo? ¿Y saben que hice?

Pues... Comencé viéndolos a todos con un semblante serio y animándolos a retarme. Como ellos no hicieron nada, empecé a cantar una canción de Barnie mientras abrazaba a Caleb, y todo esto pasó aun estando acostados en la camilla de hospital. Todos me miraban con una cara de ¿ésta tipa está bien? ¿Le tenemos que dar algo para que se mejore de su enfermedad mental desconocida? Y obvio que de seguro las zorras enfermeras pensaron esto: si!!! Por dios, que ésta estúpida se largue de aquí a un loquero y que deje a nuestro cuidado al despampanante y sexi Caleb.... Grr...

Putas. Eso es todo lo que tengo que decir.

Y eso no era todo lo que había hecho. Las canciones de Barnie eran para tratar de calmarme y no explotar contra todos, pero hasta esas cancioncitas me cansaron. Por lo tanto comencé a gritar como reverenda desquiciada a todos los buenorros doctores por quererme alejar de MI Caleb, y les amenacé con que les cortaría su paquete, que tan gustosos usan con sus enfermeras que solo tienen ropa interior en vez de una bata propia de su trabajo. Aunque, su trabajo es ser zorras... por lo tanto sus vestimentas están bien...

Wow, Brith, eres tan inteligente y sabionda.....

Oh, lo sé, lo sé.

Bueno, resumiendo todo: terminaron trayéndome una camilla para ponerla junto a la de Caleb y así poder dormir juntos.

Las caras que hicieron las zorras al ver lo que pasaba con las camillas y entender que yo me quedaba con Caleb... fue ÉPICA.

Hicimos las maletas con todo lo que había en el hotel, y es obvio de que me robe uno que otro aparato eléctrico de la cocina como el de hacer malteadas y sus respectivos tazones, y luego nos fuimos lo más rápido posible.

Ni bien despegamos, Caleb me arrastro, literalmente, hacia la parte trasera y me violo. Na, es joda.....

Solo me hizo sentar en un sillón y él a mi lado. Me miró fijamente antes de suspirar y hacer una mueca. Como si estuviera debatiendo consigo mismo si preguntarme o no algo.

- Bueno, entonces ¿Qué quieres?- pregunto para animarlo a hablar. Me mira a los ojos.

- Quiero que me expliques qué es lo que pasó con Zatch y tu abuela. La verdad es que siempre estuve intrigado pero no te lo había preguntado porque sabía que te molestaría. Pero ahora estoy harto de esperar. Puedes confiar en mí, solo quiero entender por qué tanta rivalidad y odio. Aunque tampoco entiendo cómo una persona puede hacer trampa y casi matarme solo por una competición.- suspiro. La verdad es que estuve tratando de evadir este tema con todos. Sé que quieren una explicación de lo mío con Zatch y toda la cosa, pero antes no se los podía decir ya que no confiaba en ellos. Pero ¿ahora lo hago? Es obvio que si ya que los considero más como una familia. Me duele tanto decirlo y también tristeza, pero de igual manera, empiezo a relatarle todo.

- Mi madre murió cuando yo era muy pequeña, lo que me llevó a quedarme sola con mi padre. Él siempre fue un alcohólico drogadicto que jugaba todo el tiempo con todos y se cansaba a los pocos días. Cuando tenía once, llegaba de la escuela y ni bien entré por la puerta, mi padre me esperaba con mis maletas hechas y me dijo que me iba a vivir con mi abuela, Clarissa. Todos estos años viví con ella, era la única persona en la que confiaba y hablaba, literalmente solo por furia y tristeza no hablaba con nadie. Ella me insistió que practicara boxeo para descargar mi ira, eso fue a los trece años, y es así como llegué a ser tan buena.

- Wow, que arrogante....- me interrumpe el idiota a mi lado. Lo fulmino con la mirada.

- Déjame terminar porque si no, no te contaré un pepino.- gruño.

- Bien, bien.

- Bien. Me dediqué mucho a mis entrenamientos y ejercicios para poder inscribirme en estas competencias y por suerte, logré entrar. Pelee con cada chico y chica que había en esa competición hasta quedar en la final. Zatch era mi contrincante y siempre supo que yo sería la que iba a ganar. Por eso hizo lo que hizo. Varias semanas antes, recibía cartas anónimas amenazando con que algo les pasaría a las personas que más amo, yo nunca lo creí hasta que recibí una llamada de Clarissa. Me dijo que le llegaron varias cartas y mensajes diciendo que algo le pasaría si yo no renunciaba a la competencia. Juro que la iba a dejar solo para que no le hagan daño, pero ella me lo impidió. Me dijo que no iba a echar a perder la oportunidad que tanto me costó conseguir y que tanto ansié, y me hizo jurar que no dejaría la competencia por cartas estúpidas. Yo, como muy ingenua, se lo prometí. Pero no me quedé de brazos cruzados y lo dejé pasar, tenía tanto miedo de lo que podría pasar que contraté a un detective privado con la plata que iba ganando por cada pelea ganada, para que la vigile sin que ella se dé cuenta y me informara de todo y cada detalle. El día de la final, a las nueve de la mañana, una llamada de la policía me llegó, avisando que mi abuela murió. Quedé destrozada, devastada... sin nadie. Luego del funeral, al que solo fui yo y algunos vecinos muy queridos por ella, el detective me informó de algo que había descubierto. Zatch había contratado a personas para matarla, mejor dicho, drogarla. Cambiaron sus pastillas para dormir por unas que te matan sin darte cuenta. Por lo menos sé que murió sin dolor, pero la pérdida me mata. No sé qué le dieron ni tampoco el nombre de lo que le dieron, pero no puedo creer que una persona matara solo por ganar una maldita competencia. Solo sé que entraron a la casa cuando ella estaba haciendo sus compras y le cambiaron sus pastillas. Desde ese momento, quise venganza.

- ¿Por qué no lo denunciaste?

- Quería hacerlo con mis propias manos. Hacerle saber cómo me sentí en el momento de la llamada. Me volví más distante que nunca con cada persona que pasaba por mi lado, era fría con todos son importar nada. No me importaba si dejaba a mis competidores en el suelo y con un brazo roto...no sentía nada. Solo furia.

- Eso... no sé qué decir Brith. Yo tampoco entiendo como una persona puede hacerle eso a otra sin explicaciones coherentes.- suspira.- lo siento, enserio. Por tu perdida y por todo lo que pasaste desde ese momento.

- No importa. Ahora estoy satisfecha al saber que dejé inconsciente al estúpido de Zatch y cobré mi venganza por mi abuela. Eso era lo único que quería. No necesitaba el dinero ni tampoco la fama, solo venganza. Ahora usaré todo lo que tengo para darle a Molly la vida que yo nunca tuve. Juguetes, familia que la quiera y amigos, aparte de helado y otras cosas. Nos mudaremos y estaremos bien. Ella ira al jardín y yo seguiré con la universidad.

- Me alegro que lo uses para eso.- sonríe y yo me tiro en sus brazos para abrazarlo y acurrucarme.

- Bueno, ahora vasta de conversaciones tristes que quiero dormir, ya que no pude hacerlo bien estos días al pensar en todo lo ocurrido durante los meses. Ahora....sácate la remera.- le digo apoyando mi mentón en su pecho y mirándolo a los ojos. Él me sonríe divertido y con una ceja levantada.

- ¿Sigues con eso? ¿tanto odias mis remeras?- asiento.

- A la hora de dormir sobre ti, sí.- él niega con una sonrisa y se aleja un poco para poder hacer lo que le pedí. – gracias!!!- me vuelvo a lanzar sobre él y cierro los ojos.

- No hay problemas...- susurra antes de que el sueño me invada.

Never to fall down (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora