Capítulo 7.

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-¿Crees que mañana nos pondremos de acuerdo? –Pregunté mientras me sentaba en un sitio que quedaba libre tras no ver nada con la lluvia.

Él también se sentó al final del tercer vagón mientras sonreía, al igual que yo. Parecíamos una pareja a distancia y hacía dos días que nos conocíamos. Era gracioso y bonito a la vez.

-Sí, creo que sí. –Dijo él sonriendo.

Yo sonreí mientras miraba a mi alrededor. No me apetecía que nadie me viera ni oyera mi conversación con Nacho. Siempre había odiado a esos curiosos que casi se te pegaban para oir lo que decías, lo mío era la intimidad.

Dos señoras se encargaron de hacer que yo no fuera la protagonista del vagón. Parecían habladoras y debían de tener bastante confianza. Hablaban de una tienda nueva en Alcalá. Una tienda de perfumes que al parecer eran caros pero buenísimos. Las dos opinaban igual mientras el hijo de una de ellas miraba por la ventanilla del tren, viendo como todo pasaba por sus ojos y desaparecía al instante. Parecía fascinarle el movimiento del tren.

La embarazada del otro día seguía yendo hoy también. Parecía cansada e incluso medio adormilada. Ya debía de estar de unos 6 o 7 meses, por lo menos. Estaba sola y se dedicaba a observar por la ventanilla del tren como la lluvia mojaba todo a su alrededor. Era joven o eso describía su aspecto. Probablemente una madre joven e inexperta.

-¿Sigues ahí? –Me preguntó Nacho, sacándome de mis ensoñaciones.

-Sí. –Tragué saliva.

-¿Por qué vas a Madrid? –Quiso informarse él.

-Por trabajo, como tú, supongo. El otro día comencé a trabajar en una empresa de la revista “Follow me”. –Le expliqué brevemente.

-Yo estuve ahí hace unos años. –Comentó él haciendo que yo alzara las cejas en señal de sorpresa. –Ahora estoy en una empresa de marketing. –Se explicó él, también.

-Oh. –Espeté. –Claro, como jefe de Soledad. –Reí recordando la escena del otro día en el bar.

Él rió conmigo y se aclaró la voz.

-¿Siempre es así? –Preguntó aún riendo. –No se calla ni debajo del agua.

Quise aplaudirle cuando dijo esa última frase, porque sí, era verdad, era una de las mujeres más habladoras que había conocido en toda mi vida.

-Bueno, contigo se calló. –Dije con una sonrisa en la cara.

Seguimos hablando de diversos temas hasta que llegamos a la estación de Atocha. Me dolía la mano derecha de haber sostenido durante una media hora aproximadamente el móvil en mi oreja. Aunque bueno, había merecido la pena.

Bajé y él me estaba esperando, con un paraguas negro y una sonrisa reflejada en su cara.

No parecía uno de estos jefes de empresa serios y capullos de los que casi siempre abundaban. Parecía totalmente al revés, un chico sencillo, alegre, vivaz, positivo…es decir, lo que a mí me enamoraba.

Fui hacia él y los dos nos quedamos parados, mirándonos a los ojos mientras la gente a veces incluso nos daba pequeños empujones para seguir con su camino.

Yo, en cambio, no quería seguir con el mío, o al menos con mi rutina. Me hubiera apetecido ir con él hasta El Retiro y tumbarnos bajo la sombra de un bonito árbol, observar a la gente e inventarnos historias sobre ellos, reírnos de las absurdeces que dijéramos, montar en una de esas barcas que tanto me habían fascinado siempre…pero no, “Follow me” era mi obligación.

"El vagón número dos." / #Wattys2015 .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora