Había terminado el día en clases, todos nos encontrábamos en la fuente, en una de las jardineras del instituto.
-¿Y qué tal todo con Rodrigo?- Iris le preguntó a Marissa por su ya conocido novio.
-Lo normal- Rió -Pronto cumpliremos siete meses- Sonrió.
-Qué lindo, ojalá encuentre pronto un chico- Rió Tara.
-Diablos no, no entiendo por qué todos quieren pareja- rodé los ojos divertida.
-Para ti es fácil decirlo, tu ya tienes a Carlos- Se justificó.
-No es la gran cosa, él estudia lejos y sólo nos vemos una vez al mes- Comenté.
-Eso es admirable, aún con la distancia ambos se aman de la misma manera que en la secundaria- Suspiró Iris con una sonrisa atontada.
-Oh vamos, tú tienes mil amores, supongo que sientes lo mismo- Río mirando a la chica de brackets.
-¿Lo dices por Lalo...o Alan?- Me miró seria.
-O por Gerardo, Julio, Diego, blah, blah, blah- Bufó Tara.
-Bueno, pues yo soy muy feliz con mi chica- Interrumpió Tony.
-Joder, todos tienen pareja menos yo- Dramatizó la chica de cabello corto.
-No es necesario, Tara- Comenté.
-Hey Cali, ¿Qué no debes de ir a trabajar?- Llegó Berenice.
-¿Eh?- Miro mi reloj de mano -¡Mierda!- Rápidamente me despedí con un movimiento de manos y salí corriendo en dirección a la gran plaza de la ciudad.
Unos veinte minutos de maratón después, llegué a mi trabajo algo apurada.
-Diablos, ¿Qué te pasó?- Me vio extraña Pamela, mi compañera y amiga de trabajo.
-Se me hizo... algo tarde- Jadeé tratando de regular mi respiración.
-Uh, pues manos a la obra- Canturreó mientras me entregaba mi mandil, red y gorra.
-Amén- Resoplé alistándome.
Una vez lista, comencé a hacer mi trabajo como de costumbre. Atendía algunas mesas e iba de aquí a allá.
Pasaba la gente, algunas ya conocidas y otras nuevas.
-"Hola hijo, ¿Lo de siempre?"- Escuché la voz de Larry el viejo.
-Si Larry, gracias- De nuevo...esa voz.
En seguida me giré bruscamente para ver de quién se trataba.
-No de nuevo...- Susurré mirando ya no tan sorprendida al mismo chico.
Él al notar mi presencia, sonrió de nuevo.
-Oh, tú de nuevo- Rió.
-Eso creo...- Contesté sin ánimos.
-Wow, en verdad te alegra verme- Ironizó.
-¿Se conocen?- Preguntó Larry.
-En realidad no- El azabeche se encogió de hombros.
-Dan, la mesa 3, rápido- Gritó Pamela desde el otro lado del local.
Di un pequeño salto al oírla, y me puse al tanto. Sin despedirme de él.
Atendí el resto del día con normalidad. Ya a la salida, todos nos despedíamos con una sonrisa.
-Hasta pronto- Habló Larry.
-Hey- Dije captando su atención.
-¿Qué pasa, hija?- Preguntó con amabilidad.
-El chico de la tarde...-
-¿El chino?- Bromeó.
-Si, él. ¿Ya lo conocías?- Pregunté con timidez.
-Claro, todos los días viene por un americano- Contestó con extrañeza.
-¿Qué...? P-pero nunca lo...- Me quedé pasmada mirando a la nada.
-Bueno hija, es tarde. Vuelve a casa con cuidado- Sonrió cálidamente y se retiró en su viejo volkswagen.
-¡Larry, su nom...!- Mierda, ya se había ido.
Suspiré y pensé en mi necesidad de un largo y caliente baño. Sonreí estúpidamente y tomé camino a casa.
Después de un corto viaje en trolebus, llegué a la puerta de mi casa con unas grandes esperanzas de descanso.
Con mis llaves, abrí la puerta. En seguida, tres pequeños monstruos se abalanzaron contra mí.
-¡Dan! ¡Llegaste!- Todos gritaban.
Sonreí al sentir el cariño de cada uno de ellos.
-Basta, basta- Me levanté y formé a todos -Esperen...- Conté una vez más para no equivocarme -Aquí falta un monstruo...- Puse una de mis manos en mi cadera.
-Oh, es Dylan. Está encerrado en su cuarto desde la tarde- Comentó su hermana.
-¿Qué?- Miré a uno de los sillones de la sala, dónde se encontraba nuestro padre leyendo el periódico. Como si supiera en qué consistía mi mirada, contestó.
-Lo intenté, incluso le ofrecí helado- Sin mirarme.
Rodé los ojos y subí las escaleras hasta su habitación. Pegué una de mis orejas a la puerta intentando percibir algún sonido.
Ningún "Game Over" o "Fatality" se escuchaba, por lo que decidí tocar.
-No hay nadie- Emitió sin ganas.
-¿Dylan...todo bien?-Pregunté preocupada.
-¿Estás sola?- Respondió con otra pregunta.
-Si- Al terminar de contestar, se abrió con rapidez la puerta. Al mismo tiempo que los delgados brazos de mi hermano me jalaban al interior de la pieza -¡Hey!, ¿Qué sucede?- Pregunté tambaleando.
Dylan sólo tomó asiento en su cama. Todas las luces a excepción de una pequeña lámpara de lava estaban apagadas.
-¿Dylan?- Insistí.
-Es Julie...- Susurró.
-¿Eh? ¿Qué pasa con ella?-
-Sólo... Hoy la vi tomada de la mano con Iván- Acusó como si de un pecado se tratase.
Mientras que yo hacía el mayor esfuerzo de no morir por un ataque de risa.
-Dyl, ¿A caso estás...celoso?- Me contuve.
-¡Hey! No soy marica- Se defendió.
-No te expreses así, eso es una ofensa- Regañé.
-Perdón... Es que... No lo sé, Ivan es mi mejor amigo- Suspiró.
-¿Pero qué es lo que te molesta? ¿Que Iván te haga a un lado por Julie?-
-No quiero que ella salga lastimada... Si él la lastimara no se lo perdonaría- Se puso serio -Y tendría que matarlo- Dramatizó.
-Aww, Dyl, a eso se le llama instinto de hermandad- Sonreí reconfortante -Simplemente quieres proteger a tu hermana-
-Eso creo...- Confesó apenado.
-Eso no tiene nada de malo, es muy lindo de hecho- Revolví su cabello con cariño.
-¿En serio?, vale... ¡No le digas nada de ésto a Julie!- Suplicó, no, amenazó.
-Es una promesa- Sonreí.
Nos dimos un pequeño abrazo.
-Anda, vamos con los demás- Propuse.
-De acuerdo...Papá me debe helado- Ambos reímos.
Juntos salimos de su cuarto, cuando él se detuvo de golpe.
-¿Qué pasa?- Le pregunté.
-Hey... Si Carlos te lastima... ¡No vivirá para Pascuas!-
Solté una pequeña risilla.
-¿Qué haría yo sin mi pequeño vengador?-
YOU ARE READING
¡Hey Dan!.
Teen FictionDanielle es su nombre. Una joven adolescente común y corriente. No era la típica nerd ni mucho menos la chica rebelde que se enamoraba de su opuesto. Ésta es la historia de una chica más, una estudiante más; alguien tan común como tú y yo. Su vida a...