Cap. 3 Instinto de hermandad.

35 1 0
                                    

Había terminado el día en clases, todos nos encontrábamos en la fuente, en una de las jardineras del instituto. 

-¿Y qué tal todo con Rodrigo?- Iris le preguntó a Marissa por su ya conocido novio.

-Lo normal- Rió -Pronto cumpliremos siete meses- Sonrió.

-Qué lindo, ojalá encuentre pronto un chico- Rió Tara.

-Diablos no, no entiendo por qué todos quieren pareja- rodé los ojos divertida.

-Para ti es fácil decirlo, tu ya tienes a Carlos- Se justificó.

-No es la gran cosa, él estudia lejos y sólo nos vemos una vez al mes- Comenté.

-Eso es admirable, aún con la distancia ambos se aman de la misma manera que en la secundaria- Suspiró Iris con una sonrisa atontada.

-Oh vamos, tú tienes mil amores, supongo que sientes lo mismo- Río mirando a la chica de brackets.

-¿Lo dices por Lalo...o Alan?- Me miró seria.

-O por Gerardo, Julio, Diego, blah, blah, blah- Bufó Tara.

-Bueno, pues yo soy muy feliz con mi chica- Interrumpió Tony.

-Joder, todos tienen pareja menos yo- Dramatizó la chica de cabello corto.

-No es necesario, Tara- Comenté.

-Hey Cali, ¿Qué no debes de ir a trabajar?- Llegó Berenice.

-¿Eh?- Miro mi reloj de mano -¡Mierda!- Rápidamente me despedí con un movimiento de manos y salí corriendo en dirección a la gran plaza de la ciudad.

Unos veinte minutos de maratón después, llegué a mi trabajo algo apurada.

-Diablos, ¿Qué te pasó?- Me vio extraña Pamela, mi compañera y amiga de trabajo. 

-Se me hizo... algo tarde- Jadeé tratando de regular mi respiración.

-Uh, pues manos a la obra- Canturreó mientras me entregaba mi mandil, red y gorra. 

-Amén- Resoplé alistándome. 

Una vez lista, comencé a hacer mi trabajo como de costumbre. Atendía algunas mesas e iba de aquí a allá.

Pasaba la gente, algunas ya conocidas y otras nuevas.

-"Hola hijo, ¿Lo de siempre?"- Escuché la voz de Larry el viejo.

-Si Larry, gracias- De nuevo...esa voz.

En seguida me giré bruscamente para ver de quién se trataba.

-No de nuevo...- Susurré mirando ya no tan sorprendida al mismo chico.

Él al notar mi presencia, sonrió de nuevo.

-Oh, tú de nuevo- Rió.

-Eso creo...- Contesté sin ánimos.

-Wow, en verdad te alegra verme- Ironizó.

-¿Se conocen?- Preguntó Larry.

-En realidad no- El azabeche se encogió de hombros.

-Dan, la mesa 3, rápido- Gritó Pamela desde el otro lado del local.

Di un pequeño salto al oírla, y me puse al tanto. Sin despedirme de él.

Atendí el resto del día con normalidad. Ya a la salida, todos nos despedíamos con una sonrisa. 

-Hasta pronto- Habló Larry.

-Hey- Dije captando su atención.

-¿Qué pasa, hija?- Preguntó con amabilidad.

-El chico de la tarde...-

-¿El chino?- Bromeó.

-Si, él. ¿Ya lo conocías?- Pregunté con timidez.

-Claro, todos los días viene por un americano- Contestó con extrañeza.

-¿Qué...? P-pero nunca lo...- Me quedé pasmada mirando a la nada.

-Bueno hija, es tarde. Vuelve a casa con cuidado- Sonrió cálidamente y se retiró en su viejo volkswagen.

-¡Larry, su nom...!- Mierda, ya se había ido. 

Suspiré y pensé en mi necesidad de un largo y caliente baño. Sonreí estúpidamente y tomé camino a casa.

Después de un corto viaje en trolebus, llegué a la puerta de mi casa con unas grandes esperanzas de descanso. 

Con mis llaves, abrí la puerta. En seguida, tres pequeños monstruos se abalanzaron contra mí.

-¡Dan! ¡Llegaste!- Todos gritaban. 

Sonreí al sentir el cariño de cada uno de ellos.

-Basta, basta- Me levanté y formé a todos -Esperen...- Conté una vez más para no equivocarme  -Aquí falta un monstruo...- Puse una de mis manos en mi cadera.

-Oh, es Dylan. Está encerrado en su cuarto desde la tarde- Comentó su hermana.

-¿Qué?- Miré a uno de los sillones de la sala, dónde se encontraba nuestro padre leyendo el periódico. Como si supiera en qué consistía mi mirada, contestó.

-Lo intenté, incluso le ofrecí helado- Sin mirarme.

Rodé los ojos y subí las escaleras hasta su habitación. Pegué una de mis orejas a la puerta intentando percibir algún sonido. 

Ningún "Game Over" o "Fatality" se escuchaba, por lo que decidí tocar.

-No hay nadie- Emitió sin ganas.

-¿Dylan...todo bien?-Pregunté preocupada.

-¿Estás sola?- Respondió con otra pregunta.

-Si- Al terminar de contestar, se abrió con rapidez la puerta. Al mismo tiempo que los delgados brazos de mi hermano me jalaban al interior de la pieza -¡Hey!, ¿Qué sucede?- Pregunté tambaleando.

Dylan sólo tomó asiento en su cama. Todas las luces a excepción de una pequeña lámpara de lava estaban apagadas.

-¿Dylan?- Insistí.

-Es Julie...- Susurró.

-¿Eh? ¿Qué pasa con ella?- 

-Sólo... Hoy la vi tomada de la mano con Iván- Acusó como si de un pecado se tratase.

Mientras que yo hacía el mayor esfuerzo de no morir por un ataque de risa.

-Dyl, ¿A caso estás...celoso?- Me contuve.

-¡Hey! No soy marica- Se defendió.

-No te expreses así, eso es una ofensa- Regañé.

-Perdón... Es que... No lo sé, Ivan es mi mejor amigo- Suspiró.

-¿Pero qué es lo que te molesta? ¿Que Iván te haga a un lado por Julie?- 

-No quiero que ella salga lastimada... Si él la lastimara no se lo perdonaría- Se puso serio -Y tendría que matarlo- Dramatizó. 

-Aww, Dyl, a eso se le llama instinto de hermandad- Sonreí reconfortante -Simplemente quieres proteger a tu hermana- 

-Eso creo...- Confesó apenado.

-Eso no tiene nada de malo, es muy lindo de hecho- Revolví su cabello con cariño.

-¿En serio?, vale... ¡No le digas nada de ésto a Julie!- Suplicó, no, amenazó.

-Es una promesa- Sonreí.

Nos dimos un pequeño abrazo.

-Anda, vamos con los demás- Propuse.

-De acuerdo...Papá me debe helado- Ambos reímos.

Juntos salimos de su cuarto, cuando él se detuvo de golpe.

-¿Qué pasa?- Le pregunté.

-Hey... Si Carlos te lastima... ¡No vivirá para Pascuas!-

Solté una pequeña risilla.

-¿Qué haría yo sin mi pequeño vengador?-

¡Hey Dan!.Where stories live. Discover now