Cap. 5 El nombre.

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Aún estábamos en ese día sin escuela. Habíamos acabado los helados y simplemente dábamos una vuelta por la plaza.

Esteban se había bajado de la espalda de la pelinaranja, pero aún no la perdonaba.

-¿Ahora qué hacemos?- Preguntó Marissa.

-No lo sé, en una hora tengo que ir al trabajo- Respondí haciendo una mueca.

Después de algunas vueltas, decidimos sentarnos en unos banquillos al lado de una pequeña zona verde dentro del edificio.

Platicábamos de distintos y variados temas. Las bromas y risas se hacían presentes, incluso un poco de burla para cada uno.

-Vaya diva que es Esteban- Comentó David.

-¿Diva? ¡Se quejan de que los hombres no somos atentos, y cuando lo somos nos salen con ésto!- Manoteó el juzgado.

-Por eso mi novio y yo casi nunca celebramos- Soltó Marissa.

-¿Hablas en serio? Yo siempre trato de ser detallista con mi chica- Suspiró Tony.

-¡Mandilón!- Canturreó André.

-Oh vamos André, serías igual...Si tuvieras novia- Se burló.

Todos comenzamos a hacer bulla, buscándole las cosquillas al bulleado.

-Muy graciosos- Rodó los ojos el mismo.

Todos comenzamos a reír por sus actitudes.

De repente, escuché una baja y reconocida tonada, no tan lejos de mí.

 Psycho del grupo Muse, se hacía escuchar al otro lado del pequeño jardín, junto a la fuente artificial.

Comencé a buscar de dónde provenía la música, cuando de repente se calló. Al parecer era el tono de llamada de un chico, el cuál se encontraba dándome la espalda.

Llevaba una sudadera de un verde pastoso y jeans negros.

-¡Hey, Dan!-

Un llamado me hizo sobresaltarme y girarme a los chicos.

-¿Qué?- 

-Tienes que ir al trabajo- Me recordó Berenice señalando su reloj de muñeca.

-Cierto- Me levanté y tomé mi mochila -Nos vemos mañana- Con un movimiento de mano y una sonrisa, me despedí de los chicos. Para así, tomar camino a la cafetería.

Después de subir unos pisos, llegué al café. Donde, como siempre, Pamela me esperaba con mi uniforme.

-Vaya, llegaste temprano- Alardeó.

-No tuve clase y vine con unos amigos- Respondí tomando las ropas.

-Pues a trabajar- Sonrió para después entrar.

-Qué emoción- Ironicé, terminando de uniformarme. 

Tomé mi libreta y caminé hasta la caja. Vaya, qué raro, hoy no había cajero, sino cajera.

-¿Y Larry?- Pregunté a Rosana, la suplente.

-Oh, está enfermo- Respondió con una débil sonrisa.

-Uh...- 

-Dan, ¡Mesa seis!- Pamela me hablaba, a lo que enseguida me dirigí al sitio indicado.

-Buenas tardes, ¿Qué se les...?- A unas pocas mesas, estaba el chico de hace un rato. La misma sudadera y jeans.

-Un latte con brownies, por favor- Solicitó el joven sentado frente mía.

-Enseguida- Respondí anotando en mis pequeñas notas. 

Me dirigí a la cocina y puse el pedido en el pequeño tendedero que había en la ventanilla.

-Hey Dan- Sonrió Ariel, uno de los cocineros del café.

-Hola Ariel- Devolví la sonrisa.

-Hoy llegas temprano- 

-Me han dicho eso tantas veces hoy- Reí.

Al parecer también le hizo gracia mi comentario, a lo que me imitó. 

-Oye, ¿Te parece si nos quedamos al final del día?- Preguntó ansioso.

-No sabía que hoy había lucha- Hablaba mientras preparaba algunos pedidos.

Las noches de lucha, todos los trabajadores del café nos quedábamos al final del día para "ver" los combates de UFC. Sin embargo, sólo lo utilizábamos de excusa, ya que normalmente jugábamos cartas o algún otro juego.

-No lo hay, sólo queremos pasar el rato- Se encogió de hombros.

-Oh,  vale- Sonreí.

-Dan, la mesa tres- Escuché a lo lejos a Pam.

-Manos a la obra- Me despedí del chico de anteojos.

Seguía tomando pedidos, caminando de una mesa a otra, vaciando las cafeteras y desgastando las suelas de mi zapatos.

-Dan, el café a la terraza- Me indicó la mandona de Pamela, entregándome una jarra con el néctar quita-sueño.

Caminé hasta las mesas fuera del local, donde estaban un par de chicos vacilando.

-Hey muñeca, ¿En qué momento tiras el café sobre mí y te enamoras?- Bromeó.

-Tengo novio, amigo- Respondí sirviendo el café.

-Bah, qué basura- Contestó su amigo.

-Si, una tragedia- Ironicé terminando.

-Dan, te necesito en la barra- Dan ésto, Dan aquello...Joder, terminaré odiando cada una de las letras de su nombre.

Al estar resongando en mi mente, no miraba lo que hacía.

-¡Eh, está caliente!- Se quejó uno de los "galanes" al que le estaba tirando la bebida negra encima.

-¡Mierda, perdón!- Me disculpé alarmada -U-un momento, iré por un trapo- Al girarme bruscamente choqué con un cuerpo, haciendo que cayera al piso.

-Joder...- Al abrir los ojos y tratar de enfocar, me encontré con unos jeans negros, frente mía. Al levantar la mirada lentamente, me topé con esa sudadera pastosa.

Cuando al fin miré su rostro, vaya sorpresa.

-Debe de ser una broma-

-Oh, hola- Sonrió divertido, haciendo que sus diminutos ojos parecieran estar cerrados.

Una vez más...Una vez más ese chico.

-Así que tú eres el chico de la tonada de Muse- Arqueé mi ceja.

-Así que los conoces...- Imitó mi gesto.

-¡Dan!- Por la espalda del chico, se asomó Pamela.

-Oh, hola- Saludé sarcástica.

-¿Qué haces ahí tirada? ¡Tenemos gente!- Hizo a un lado al azabeche rizado y me tendió la mano para que me levantase. La tomé, y eso hice.

-Bueno, supongo que nos veremos después. Te dejo trabajar- Sonrió una vez más, y avanzó.

-Vale... ¡Joder, tu nombre!- Grité sin pensar. 

Al parecer toda la clientela se giró hacia mí. Pero logré que él también lo hiciera.

-¿El mío? Oh, Richie- Sonrió -Hasta pronto...Dan- Guiñó uno de sus ojos y se retiró de una vez.

Richie, eh...

¡Hey Dan!.Where stories live. Discover now