Había sido una larga y cansada jornada.
Ya era de noche, algo tarde. Aproximadamente habíamos unas seis personas en la cafetería.
Unos jugaban en la mesa de billar, otros escuchaban música y bromeaban a carcajadas. Yo me encontraba algo alejada, junto a Ariel. Él tomaba una bebida energética mientras yo solo disfrutaba de un té helado.
-No puedo creer que nunca habías oído de ellos- Comentaba asombrada.
-Quizá no son tan famosos como lo crees- Se defendía entre risas.
-Dios, ¡Son muy buenos!- Alardeaba.
-Vale, hoy escucharé un poco de su música- Sonrió.
-Vale, dame tu brazo- Dije mientras tomaba un bolígrafo y le quitaba la tapa con algo de ayuda de mi dentadura.
Él extendió su brazo, para que yo le subiera la manga de su camisa de franela a cuadros. Con la tinta, escribí el nombre de mi grupo musical favorito; Pentatonix.
-Ya está, te aseguro que te gustarán mucho- Sonreí apartando mi tacto de su piel.
-Eso veremos- Dijo sonriente, mientras acomodaba de nuevo su manga.
Poco a poco, nuestros compañeros de trabajo comenzaban a irse. Al final, solo quedamos Ariel, Pamela y yo.
-Chicos, ¿Se quedarán? Ya es tarde, seguro que Alfredo está esperandome- Pamela decidía volver a casa con su pareja.
-No te preocupes, yo cierro- El chico guiñó uno de sus ojos.
-Vale, nos vemos mañana- La chica de cabello recogido se despidió con señas y salió de una vez por todas.
Ariel me miró y casi enseguida desvió su vista a su bebida, con la que ahora hacía ligeros movimientos circulares.
-¿Y cómo vas con Carlos?- Preguntó sin mirarme.
- Digamos que bien- Me encogí de hombros con una ligera sonrisa.
-¿Pasó algo?-
-No mucho, quizás se le ha olvidado nuestro cumple mes- Reí tratando de fingir desinterés.
-Vaya, qué mal- Sonó incómodo.
-Pero entiendo, la universidad no debe ser sencilla. Tiene cosas mucho más importantes qué atender-
-Oh, qué chica tan comprensiva- Se burló el chico de lentes, mientras revolvía mi cabello con una sonrisa en su rostro.
-¡Eh, no andes de pesado!- Reí tratando de defenderme.
Mientras daba manotazos, accidentalmente hice que sus gafas salieran volando hasta la alfombra de nuestro piso.
-Rayos, lo siento- Me disculpé levantándolas.
-Tranquila, no es nada. Las compré muy resistentes, la pequeña Miriam hace lo mismo, siempre- Mencionó a su pequeña bebé.
Ariel era algo mayor que yo, él tenía 21 años. Era padre soltero de una pequeña niña de un año de edad.
La madre la había abandonado excusándose en su corta edad, y la larga lista de cosas que no pudo vivir libremente.
Siempre vi a Ariel como un chico altamente responsable y comprometido, con el tiempo nos hicimos grandes amigos. Ambos salíamos junto con su hija, cuando teníamos tiempo libre.
-De acuerdo- Sonreí con los labios.
-Hablando de ello...- El mayor miró su reloj de muñeca. -Es algo tarde, y me supongo que mi hermano ya está cansado- Insinuó su necesidad de retirarse.
-Anda, vámonos- Me levanté de mi banquillo y tomé mi bultosa mochila.
Él me imitó y caminamos hasta la salida, cerramos el local y bajamos hasta el estacionamiento de la plaza.
Ambos subimos a su blanca camioneta, él en el asiento del piloto y yo, obviamente en el copiloto. Eché una miradita a los asientos de atrás y sonreí al ver la pequeña sillita para bebés.
El camino empezó, realmente no era largo, pero pudimos platicar en él.
-¿Tienes libre el sábado?- Preguntó sorpresivamente.
-¿El sábado?- Lo miré de reojo, recordando a Carlos -Mmm... Si- Respondí casi sin pensar.
-¿Te parece si vamos a la playa?- Arqueó una de sus cejas, mientras esbozaba una gran sonrisa.
-¿La playa?- Pregunté extrañada, pero interesada.
-Quise hacer algo diferente a lo usual. Tengo una tía que vive por allá y ahora está de viaje-
Pensé unos segundos. Ciertamente me interesaba ir con él, pero aún debía hablarlo con mi padre.
Después de unos minutos, llegamos a mi casa.
-Gracias por traerme Ari- Sonreí una vez que me bajé del vehículo.
-Es un gusto, como siempre- Devolvió el gesto.
-En cuanto a eso... Yo te confirmo mañana, ¿Vale?-
-Vale, espero que aceptes-
-Bien, me saludas a Miriam. Hasta mañana- Me despedí con un movimiento de mano.
-¡Hasta mañana!- Respondió mientras encendía el auto, para así comenzar a avanzar.
Entré a mi casa y dejé caer mi mochila. Me extrañé al no recibir un tackleo por parte de mis hermanos menores.
Subí las escaleras en busca de vida humana, o monstruosa. Entré a la habitación de cada uno de los chicos, y nada.
Bajé de nuevo a la sala y miré una nota pegada a la nevera.
"Hey Dan, hemos ido al cine. Hay pizza en el congelador".
Vaya, hoy es noche de Danielle.
Sonreí ampliamente, mientras calentaba mi cena. Decidí ver una película mientras disfrutaba de una gran taza de café y algunos bocadillos.
Ya estaba todo listo, pizza, café y algunas golosinas; mi caliente manta y mi cómodo sofá. Sería la mejor cita que he tenido hace seis meses.
Ya me encontraba arropada y descansado. Miraba una de mis películas favoritas, Mean Girls
Toda mi noche iba bien, fue realmente relajante. Sin embargo, a media película sentí mi móvil vibrar.
Puse pausa a mi entretenida y dramática comedia y comencé a buscar el aparato entre mis almohadas y mantas.
Cuando al fin lo encontré, encendí mi celular haciendo que un gran brillo saliera de la pantalla. Era un mensaje, de un número desconocido.
"Hey, Dan".
Entré al contacto y observé la foto que exponía. Me bastó un pequeño vistazo para averiguar de quién se trataba.
Mi rostro dejó escapar una pequeña sonrisa al mirar ese par de peculiares ojos.
Texteé rápidamente, aún con ese gesto en mis labios.
"Hey, Richie".
YOU ARE READING
¡Hey Dan!.
Teen FictionDanielle es su nombre. Una joven adolescente común y corriente. No era la típica nerd ni mucho menos la chica rebelde que se enamoraba de su opuesto. Ésta es la historia de una chica más, una estudiante más; alguien tan común como tú y yo. Su vida a...