Capítulo 4

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Cuando Alec tomó el metro de regreso al piso en Brooklyn, su mente volvió hacia Magnus. La vida con el Gran Brujo había estado llena de amor, risas, sorpresas y algunos conflictos, pero nunca había sido aburrida. Era mucho más de lo que Alec jamás habría imaginado mientras crecía en el Instituto, tan solo y asustado de que alguien descubriera quién era en realidad.

En su tiempo juntos, Alec y Magnus habían tenido que lidiar con su justa cuota de separaciones, Alec por las misiones de Cazadores de Sombras (que asustaban a Magnus a muerte); y Magnus debido a asuntos de Gran Brujo, por lo que este repentino viaje a Edimburgo no les caía como una gran sorpresa. Alec sabía que Magnus tenía algo importante en este momento, por lo que sería poco probable que pudiera dejarlo todo e irse a Escocia. Era una lástima, porque no había nada que disfrutara más que viajar con Magnus, y su ayuda en la situación de Edimburgo habría sido una ventaja añadida.

Sacado de sus meditaciones, por el arribo del tren a la estación, Alec caminó las últimas cuadras deseando pasar a solas con Magnus, lo que podría ser su última noche juntos durante un tiempo – y con presidente Miau, por supuesto. Así que se desilusionó al entrar al departamento y descubrir que Magnus tenía compañía.

Sentada en uno de los sillones de la sala de estar había una mujer pequeña y bonita, con cabello castaño y corto en un clásico estilo bob. Sus ojos eran de un azul profundo, casi violeta y su piel muy pálida. Alec vio el débil contorno de las escamas de color gris perla que corrían a un costado de su cuello hasta justo debajo de la línea de su mandíbula, y entonces supo que era un brujo.

Magnus se levantó de un salto y se dio prisa para darle a Alec un rápido abrazo y un beso en los labios- "Alec, cariño, quiero que conozcas a una vieja amiga mía. Ella es Adele. Adele, este es Alec, de quien te he hablado"

Adele se levantó para saludarle y pudo ver, con una inspección más cercana, que su rostro parecía tenso, había sombras oscuras casi como moretones bajo sus ojos que hablaban de noches sin dormir; Alec se preguntó si ésta podría ser su Adele, la víctima cuyas acusaciones le habían asignado investigar

-"¿Es usted Adele Hedgewitch?"- soltó Alec, la ansiedad haciéndole ser demasiado directo.

-"¿Si, como lo sabes?"- preguntó sorprendida.

-"Acabo de llegar de una reunión de la Clave, tu caso fue discutido, será investigado"

-"¿Cuál es el caso?"- preguntó Magnus llevando su mirada de uno a otro con confusión.

-"Estaba a punto de decirte Magnus"- dijo Adele respirando hondo- "Daniel y yo fuimos atacados por Cazadores de Sombras en Edimburgo. Danny está muerto, yo apenas salí con vida y vine a Nueva York para presentar mi caso a la Clave, quiero justicia para él"

Magnus parecía sorprendido- "Dios mío, ¿cómo pudo pasar esto?"- sus ojos se clavaron en los de Alec, parecía estar esperando que él le explicara lo que era, en esencia, inexplicable.

Alec no tenía ni idea de cómo responder; así que, en vez de eso, se volvió hacia Adele y dijo en tono muy suave- "La Clave ha decidido dejar de lado la investigación de Edimburgo y hacer una independiente en este caso. Sé que no hará nada para disminuir tu pérdida, pero espero que por lo menos traiga una medida de justicia para Daniel. Ya sé que esto puede ser difícil, pero podría ser de mucha ayuda si me dijeras lo que pasó con exactitud"

Magnus chasqueó los dedos y tres vasos aparecieron delante de ellos, un whisky de malta para Adele, un whisky con coca para Alec y un Cosmopolitan para él mismo. Alec se acomodó en silencio junto a Magnus en el sofá frente a Adele, él no bebía a menudo, pero pensó que en este caso podría ayudarles a pasar por lo que obviamente sería una historia traumática.

La hora de las brujas - The Witching HourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora