Capítulo 8

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Las criaturas eran grandes, quizás de nueve pies de alto, y fuertemente musculosas. Su piel era de color gris oscuro, parecida a una lagartija, y a lo largo de los bordes exteriores de los brazos y las piernas sobresalían espinas afiladas. La cabeza de cada demonio tenía largas y puntiagudas orejas, un hocico corto y una boca llena de colmillos asesinos. Las largas colas flexibles se azotaban y chasqueaban detrás de ellos como látigos. Alec nunca había visto demonios Falin, pero los había estudiado y sabía que tanto las espinas como los colmillos eran altamente venenosos. La espesa piel de lagartija era difícil de atravesar incluso con una espada seráfica. Los demonios también tenían pequeñas alas en la parte superior de su espalda que, aunque no eran lo suficientemente poderosas para volar, les permitían alcanzar grandes alturas al saltar.

Los Cazadores de Sombras habían salido para divertirse con una noche de pubs y no estaban completamente preparados, aunque sí llevaban espadas serafín y dagas con runas. Alec recordando una de las lecciones de Hodge sobre los demonios Falin, sabía que tenían un punto débil en el cuello, donde la piel era más delgada y podía ser fácilmente perforada con una flecha o una espada. Deseó tener su arco con él, pero quizás, con mucha suerte, lanzar una daga también funcionaría. Cuando el demonio líder levantó la cabeza para emitir un fuerte rugido, Alec sacó su cuchillo de la funda en su bota y lo lanzó. Su puntería fue certera y la enorme criatura cayó con un terrible alarido, rociando el pavimento con polvo gris al caer y desaparecer.

Los otros cazadores comenzaron a moverse, Alec le gritó a Josh que junto con Ian se concentrara en el segundo Falin, mientras él y Shivvy manejaban al tercero- "¡Apunten al cuello, es donde son más vulnerables!"- dijo mientras sacaba una espada serafín y llamó a Sacriel mientras la hoja comenzaba a brillar en sus manos.

Alec se apartó corriendo, esperando hasta el último minuto para lanzarse con los pies por delante hacia el demonio más grande, derribándolo. Rodó hasta agacharse y movió la espada serafín, apuñalando el hombro del Falin con suficiente fuerza como para cortar la dura piel. El Falin chilló mientras el icor negro fluía de la herida, pero saltó de nuevo a sus pies, su cola larga como un látigo azotándose con enojo.

-"¡Creo que lo enojaste!"- le gritó Shivvy por encima del rugido. Ella corrió hacia adelante lanzando su daga al cuello del demonio. Éste bajó la cabeza para proteger su cuello vulnerable y la daga rebotó inofensivamente contra el cráneo huesudo del demonio.

El Falin atacó de nuevo con su cola larga y flexible, golpeando las piernas de Shivvy. Tan pronto como cayó al suelo, Shivvy se puso en pie, logrando evitar las mortales garras y los antebrazos dentados cuando el demonio se acercó para agarrarla.

La hora de las brujas - The Witching HourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora