Ya vivíamos juntos, éramos muy felices, nuestros padres nos apoyaban, pero debido al embarazo no podíamos frotar nuestros codos, pero no nos importaba, éramos jóvenes y con mucho por vivir, decidí cocinar unos ravioles, y decidí acariciar mi pequeño raviol, mi tallarín, mi Frankfurter, ella entró en la cocina, se enojó conmigo por estarlo haciendo en la cocina, cerró la puerta de un portazo y lloré hasta dormirme, me desperté y ella estaba durmiendo, que estaba haciendo con mi vida? No lo sabía, era joven, iba a tener un hijo, no sabía qué hacer, estaba perdido, no quería verla más, ni tampoco vivir más, ella se despertó y me miró, mientras se puso a llorar, fui hacia la cocina e hice lo peor.
Agarré un raviol recién cocinado, lo llevé hacia el baño, abrí el cajón y saqué una pastilla de cianuro, abrí el raviol y metí la pastilla y me lo comí, quería morir saboreando lo que siempre había amado, los ravioles, la amaba, como amo a los ravioles...
FIN