III

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Las pesadillas eran cada vez más seguidas, pero nunca lograba ver nada ¿Qué tengo que hacer? ¿A quién tengo que ver? ¿A quién debo preguntar? Ya me estaba frustrando demasiado, no sabía a quien acudir y si le decía a mi madre se preocuparía mucho porque así es ella conmigo. Será mejor que busque en internet, a lo mejor encuentro el anuncio de algún brujo o foros que hablen del tema.

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—Mm, vamos a ver, aquí: “¿Tienes preguntas que nadie sabe cómo responder? ¡Pues ven a mi tienda El Vidente Ciego situada en las afueras de la ciudad!”
No parece ser muy bueno, mucho menos con ese nombre, pero es el más cercano

Mas tarde...

Supongo que elegir el ir en bicicleta no era mi mejor idea, en el mapa el recorrido se veía más corto, y cada vez que pedaleaba parecía hacerse más largo hasta que al fin llegue, la tienda se veía muy descuidada y vieja y me inspiró menos confianza de la que ya tenía, pero debía entrar y ver si me decía algo.
—Bienvenido ¿Qué es lo que desea? —Me dijo el tendero.
—Me gustaría preguntarle algo a el vidente ¿Cuanto cuesta el servicio?
—El vidente se encuentra en la siguiente habitación y es él quien te dirá el precio—
—Está bien, entonces con su permiso pasaré—Le contesté algo nervioso.
—Adelante —Me dijo con una cara no muy reconfortante para mí.

Cuando entré lo que vi era solamente oscuridad, hasta que una voz me comenzó a hablar.
—¿Que es lo que necesitas preguntarme?—Me dijo en un tono escalofriante.
—Necesitaría saber que significan unos sueños que tuve hace poco—
—Entonces siéntate y habla.
La sala se iluminó revelando a un señor canoso sentado en una silla en medio de todo.

Le conté la historia y me preguntó lo más obvio.
—¿Has intentado aguantar para ver que es lo que sucede?
—Si lo he hecho, pero nunca logro conseguirlo, solo me despierto muy agitado.
—Ten, quizá esto pueda ayudarte a no despertar—me dijo mientras me pasaba una pequeña botella sin etiqueta alguna —Tómala tranquilo, no contiene nada dañino para ti.
—¿Y esto me ayudará a ver que es lo que pasa?
—Es lo mejor que puedo darte, si no funciona, temo que solo lo podrás averiguar intentando no despertar como lo has estado haciendo hasta ahora, esperando obtener un buen resultado.
—Esta bien, confiaré en usted, y por cierto ¿Cuánto me costará todo esto?
—Por esta vez te será gratis, pero debes prometer que volverás y me dirás que pasó, que fue lo que viste.
—Lo haré —Le dije mientras me subía a mi bicicleta —Adiós, muchas gracias.

—¿En serio cree que puede ser él?
—Lo sabremos pronto, si lo es, puede ser muy valioso para nosotros
—Estaré vigilandolo si lo desea
—No hace falta, se que volverá
—Como usted lo ordene maestro...

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