RECUERDOS

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─Bien Serena quiero que pienses en el momento que tú crees que todo empezó en el momento que notaste tus uñas clavarse en tus muslos, solo recuérdalo y cuéntamelo, recuerda siempre que estoy aquí para ayudarte en todos los sentidos, quiero que tengas claro que si recuerdas esta vez yo estaré aquí y no tendrás que salir afuera, no te denigraras de ninguna manera está bien...preciosa mírame.

Sus bellos ojos grises me observan con sinceridad y profundo amor, sí amor y todo lo que quieras pero odio cuando está en su modo psicólogo y me habla como si fuese retrasada mental.

—No tendrás que denigrarte nunca más yo estoy aquí junto a ti y no permitiré bajo ningún concepto que suceda nunca más.

Un nudo se forma en mi garganta impidiéndome hablar, su mirada es tan hermosa y sincera que me pregunto ¿Cómo demonios un hombre así pudo fijarse en alguien como yo?

—Sere sea lo que sea que estés pensando deséchalo—ordena y yo incapaz de pronunciar palabra me limito a asentir, acaricia mi rostro y se encamina hacia el sofá frente a mí, me recuesto en mi sofá y observo el techo blanco con la lámpara de cristales que Seiya y yo compramos hace dos meses.

—Sere cuéntame ¿en qué momento te diste cuenta que todo había empezado?—cierro mis ojos con fuerza recordando el día en que todo empezó, lo tome solo como una mala costumbre, como morderse las uñas o golpear el suelo con tus zapatos cuando estas nervioso, pero no fue así el clavarme las uñas no había sido solo un mal hábito y eso lo descubrí después.

...

─Tenía miedo, mucho miedo no sé si estaba lista para esto las palmas de mis manos sudaban y sostenían fuertemente el filo de la bañera, mis pies desnudos estaban sobre la baldosa color café estaba fría pero no me importaba.

─ ¡Mierda Serena tienes solo 19....!─ me reprocho a mí misma, mi corazón latía a toda prisa o como dice mi abuela a todo mecate, sonrío al recordar a esa viejita hermosa que me ha cuidado desde siempre seguramente ella si saltara de la felicidad donde esas dos estúpidas rayas aparecen.

Deshago el agarre de la bañera camino de un lado a otro y sigo siendo incapaz de ver el resultado, salgo del baño y camino hasta la habitación en el camino observo las incontables selfies de Darien y yo colgando en la pared o en algún cuadro sobre una superficie, tomo una de mis favoritas, en esta aparecemos abrazados y sacando la lengua fue el primer día que nos mudamos aquí, en ese entonces éramos dos estúpidos casi adultos con miles de metas y sueños por cumplir.

En la foto y con marcador rosa las palabras que había mencionado el día que me propuso vivir con él en New York "Conquistaremos juntos el cielo y el infierno", dejo el cuadro en su sitio y entro a la habitación, hace un año Darien empezó a tener contratos más o menos razonables y desde ahí todo ha sido más fácil para los dos, yo deje uno de mis trabajos ya que tenía dos y ahora solo me dedico al trabajo como florista en una tienda y a estudiar, rebusco mi celular entre las sábanas revueltas y remarco el número de Darien....uno...dos....tres....cuatro repiques y nada lanzo el celular a la cama─¡maldición Darien...dos putos meses fuera!─ espeto, dos meses en los cuales solo hemos hablado tres putas veces.

Salgo furiosa de la habitación pero el sonido de mi celular me hace regresar salto sobre la cama y contesto ─ ¡¿Darien?!─ hablo desesperada.

─Serena...─ frunzo mi ceño al reconocer a voz al otro lado.

─ ¿Rei?...Rei... ¡hola!...que mala ¿Por qué demonios no has contestado mis llamadas?─hablo entre emocionada y enojada, Rei es la hermana menor de Darien y por consiguiente mi mejor amiga y vecina ya que cuando vivía en Los Ángeles los padres de Rei y Darien se mudaron a vivir al lado de la casa que yo compartía con mi abuela.

ANSIEDAD (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora