CAPITULO 4

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Esa noche fue una de las mejores de mi vida, dormí con el lujoso abrigo pegado a mí, al principio pensé que sería una mala idea ya que podría babearlo durante mi sueño y no quería arruinarlo, afortunadamente no sucedió. Salí de casa como todas las mañanas a diferencia de que ahora traía conmigo la sonrisa más grande que podía tener en mi rostro, al llegar a mi destino me baje del vagón, creí que esta mañana correría con más suerte pero él no apareció como el día anterior.

Camine a toda prisa hacia la universidad, mi bolso esta vez pesaba más de lo normal, no soy del tipo de chica que carga muchas cosas, solo lo necesario, o al menos eso creía; en la primera clase el señor Peterson estuvo increíble como todos los días, pero mi mente no se podía conectar con la clase, me preguntaba ¿Qué hacía David? Todas las mañanas, seguramente se levantaría temprano para ir a trabajar, el timbre me saco de mis pensamientos, recogí mis cosas y me disponía a irme a la clase que seguía.

-Señorita... - llamo el señor Peterson deteniendo en la puerta antes de salir del aula.

-Sofía, mi nombres es Sofía.

- Claro, señorita Sofía hoy la note muy distraída en la clase espero que no vuelva a pasar.

-No, no volverá a pasar lo prometo.- respondí

-Me parece muy bien puede retirarse.

Asentí con la cabeza y camine directo a mi segunda clase, tome un poco de agua de mi botella y respire, tenía que deshacerme de la gran distracción de mi cabeza, ¿Cómo un extraño podía ocasionar eso? Era apuesto, pero tenía que centrarme en mis clases y después en mi trabajo, hasta que llegara la hora de tal ves volverlo a ver.

***

Mi trabajo estuvo más calmado este día por lo que me dio la oportunidad de estudiar un poco mis apuntes y la señora María me dejo salir temprano, perfecto en otra ocasión me hubiera quedado a conversar un rato pero esta tarde salí lo más rápido que pude hacia la estación de tren. Al llegar me di cuenta que había llegado una hora más temprano a la que usualmente llegaba, se encontraba un grupo de personas cerca de la banca en la que siempre tomaba asiento, así  que preferí sentarme en otra, ¿tal vez había llegado muy temprano?, en cuestión de minutos me encontraba sola en la estación, habían pasado por lo menos 20 minutos y el no aparecía. Decepcionada voltee hacia la cafetería y vi entrar a un chico, parecía ser el pero este no llevaba abrigo.

Me pare de la banca y me dirigí a la pequeña cafetería de la estación, al entrar el aroma de café y pastelillos recién horneados inundaron mis sentidos, el lugar parecía un viaje en el tiempo a los 60's muy acogedor y la música era calmada, camine hacia en chico que se encontraba en el mostrador.

-Hola, pensé que no vendrías hoy.- dije tocando el hombro del chico

-Lo siento, yo ¿te conozco?- no era él, me sentí un poco decepciona creí que era David.

-Disculpa, yo te confundí.

-Así que ¿sin abrigo no me reconoces?- me voltee deprisa hacia la puerta de aquella cafetería, y hay estaba parado con la linda sonrisa que siempre me regala. Yo me había quedado sin palabras tenía ese efecto en mí.

-Supongo que tienes frió.- dije solo se me quedo viendo y se acercó a mí lo suficiente para poder sentir su aliento tan cerca.

-No, me siento perfecto, tu ¿tienes frió?- mi corazón estaba muy acelerado y no quería que se diera cuenta así me aleje dando un par de pasos hacia atrás chocando con el mostrador.

-No, yo... igual... estoy perfecta.- lo dije tartamudeando odia cuando me sucedía eso pero este chico me ponía realmente nerviosa.

-Lo sé, siempre estas perfecta, pero ahora comamos algo ¿te parece?

-Claro pero esta vez yo invito.

-No, yo lo haré no es de un caballero dejar que una chica pague la cuenta.

- Ya lo he dicho así que yo pagare y no acepto un no por respuesta ¿entendido?- dije mirándolo muy seria tenía que convencerlo y después de un momento acepto aunque de muy mala gana. Pedimos y nos sentamos en una de las mesas, la noche era increíble y me sentía en un cuento de hadas, en mi cabeza solo pedía que su corazón no tuviera dueña y que estuviera más que disponible.

El tiempo pasó volando estando con él, el sonido del tren cerca rompió nuestra conversación y me levanta tan deprisa como pude, aun no había comprado el boleto para subir, pague la cuenta de lo que habíamos comido y salí corriendo hacia la taquilla, compre mi boleto el tren ya estaba esperando, saque el abrigo de mi bolso tirando algunas de mis cosas, recogí todo de prisa y sin pensarlo tanto me puse de puntitas y plante un beso  en sus labios, no tuve tiempo de ver su reacción salí corriendo y subí al vagón.

El chico del abrigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora