CAPITULO 11

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El condujo en silencio, pero no era un silencio incomodo era de esos donde disfrutas de solamente la compañía de la otra persona, yo veía por la ventanilla del auto y de vez en cuando volteaba a verlo, su mirada siempre fija en la carretera pero con un pequeña sonrisa en sus labios, hacía tiempo que habíamos salido de la ciudad y me preguntaba a donde iríamos, la radio sonaba como música de fondo nada a lo que le pusiera atención, tenía miedo de que ese momento se acabara, todo estaba tan tranquilo y acogedor.

Nos adentramos por una carretera un poco más solitaria, estaba rodeada de pinos enormes y el viento los mecía de un lado a otro, abrí un poco la ventanilla se sentía bien el viento en mi rostro desde hace tiempo no podía respirar sin sentir un peso al hacerlo, pero ahora me sentía libre. Nos acercamos a una cabaña había muchos autos estacionados.

-¿Dónde estamos? – pregunte un poco fascinada, el lugar era muy lindo.

- Es un nuevo restaurant que abrieron hace exactamente un año, y hoy lo están celebrando, ¿Qué te parece?

- Me parece genial – por fuera se veía hermoso, por dentro seria magnifico.

David y yo entramos una señorita muy elegante nos preguntó sobre una reservación, yo solo pensaba –diablos- no habíamos hecho una reservación o amenos eso era lo que yo creía por que David si lo hizo, nos acompañaron a una mesa justo donde se encontraba un ventanal enorme y desde ahí se podía ver un lago hermoso y las montañas, había música en vivo y algunos comensales bailaban, nunca asistí a un lugar así. Nos trajeron las cartas para que pidiéramos pero David no me dejo siquiera abrirla y decidió que ambos comeríamos la especialidad de la casa: Costillitas.

-Espero que te gusten las costillitas, son de lo más rico que he probado en mi vida.- dijo David con su linda sonrisa de siempre.

-Claro que me gustan, espero que cumplan mis expectativas- después de decir eso un chico se acercó a ofrecernos algo de beber, David pidió vino, yo no sabía nada de vinos y solo esperaba que no bebiera mucho, él era el conductor designado.

-Sabes quiero conocer más de ti.

-Adelante pregunta lo que quieras.- eso me parecía una buena idea conocernos un poco más o un mucho más.

-¿color favorito?

- No tengo un solo color favorito, de hecho son tres: el verde, café, y rojo.- el verde era evidente que ahora comenzaba a gustarme más sus ojos eran de ese color.- y ¿el tuyo?

-El negro, es un color muy elegante, pero también me gusta el café. ¿Cuál es tu pasatiempo favorito?

- Me encanta ver películas y leer libros, pero me gustan que sean de generó romántico o drama.

-interesante, a la mayoría de las chicas les gusta eso.

-no sé si a la mayoría pero a mí sí, mi turno, ¿sabor de helado favorito?

- Chocolate, y  creo que es el único es muy rico.

-Odio el chocolate, prefiero que sea de vainilla o fresa o cualquier otro sabor pero no chocolate.- dije eso arrugando mi nariz era algo que hacia cuando algo me desagradaba.

- Que bueno que lo dices así no te regalare chocolates.- me miro divertido pero solo saber que tenía esa intención hiso que sintiera cositas revoloteando en mi estómago- ¿comida favorita?

- No tengo comida favorita.- y era verdad no la tenía todo me gustaba.- ¿la tuya?

- Pizza, sé que no es nutritivo pero me encanta la pizza y las costillitas que vienen justo en camino.- el mesero venía con nuestros platos y la botella de vino, el olor de la comida solo causo que mi boca comenzara a hacerse agua, David sirvió el vino, nunca había bebido en mi vida, pegue un pequeño trago al vino sabía algo amargo y un ligero toque de alcohol se podía percibir en mi boca. Ambos comenzamos a comer y el primer bocado en mi boca sabia riquísimo.

-veo que no te has equivocado, esto sabe delicioso.

-Te lo dije, sabía que era una buena idea traerte.

-Bueno muchas gracias, tu ¿vendrías con otra persona? - pregunte en un tono más serio

-No, ¿Por qué lo dices? – David fruncía el ceño e igual que yo se había puesto serio

-Lo decía por lo de la reservación, ya la tenías y a menos que vinieras con otra persona y la hicieras con anticipación.

-La reservación la hice para ti y para mí, nada más ninguna otra persona.

- ¿Cómo sabias que iba a aceptar?

-No lo sabía, pero no perdía nada en intentarlo, además es genial que hayas aceptado.

-Ahora que lo recuerdo, te pregunte cual fue la razón por la que no apareciste en la estación.- pude verlo ponerse un poco incómodo.

- Trabajo – tomo un suspiro- solo trabajo, lamento que me despidiera de ti de esa manera, pero debo ser honesto, esperaba que mandaras un mensaje para que pudieras sacarme de ese lugar.

- No te gusta tu trabajo ¿cierto?

-No mucho, pero no me quejo tengo un muy buen sueldo y vacaciones pagadas. Solo digamos que no es lo mío.

-¿y qué es lo tuyo?- pregunte curiosa

-La fotografía, eso me encanta es mi pasión. Siempre traigo una cámara en mi auto.

-Eso parece grandioso.- ambos habíamos acabado nuestro platillo y yo me sentía satisfecha y sabía que no cabía nada más, pero David insistió en pedir el postre y con aquella cara haciendo pucheros no pude negarme. La banda que ahora estaba en una parte del escenario comenzó a tocar una canción lenta.

-¿Bailas?- David estaba de pie a lado mío.

-No soy muy buena bailando.

-Eso que importa vamos – él me sonrió, tome su mano y nos paramos justo en el centro de la pista, coloque mis brazos justo alrededor del cuello de David, mi cabeza quedaba  en su pecho, y él puso sus manos en mi cintura y una que otra vez lo pise, era muy torpe, pero a él no parecía importarle, recargue mi mejilla en  su pecho podía escuchar como su latidos era muy rápidos, así que voltee a verlo y tenía una mirada extraña era como la que había visto la noche que me asaltaron y me abrazo contra él.

La música paro, y nos separamos, el vocalista anuncio que los fuegos pirotécnicos comenzarían seria el final de la celebración por el aniversario del restaurant, salimos a la terraza, el viento del invierno golpeo en mi cara causando en mi escalofríos y que mi falda se levantara un poco, nos colocamos en un lugar un lejos de la gente. David me había dejado ahi unos minutos, fue a recoger nuestros abrigos, mis manos estaban muy heladas.

El cielo nocturno se comenzó a llenar de luces de colores, todos estábamos viendo hacia arriba, bueno no todos, sentía la mirada de David en mí y le algún modo me hacía sentir extraña.

-¿Tengo algo en el rostro?- dije rompiendo el silencio entre los dos.

-No para nada, solo que luces muy tierna tu nariz se ha puesto un poco roja por el frio. – Me había quedado sin palabras, me había dicho que le perezco tierna – ¡ven acá! – diciendo eso ultimo me tomo y me abrazo muy fuerte, vimos el espectáculo de fuegos pirotécnicos abrazados, sabía que tenía una sonrisa en mi rostro y podía ver la de él. El momento era lo más perfecto del mundo que mis latidos comenzaron a acelerarse.

El chico del abrigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora