CAPITULO 6

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-Que descortés soy no te invite nada de beber.- Me pare del sofá antes de que volviera a preguntar, ¿qué le respondería?, "yo te bese porque me gustas", no,  eso se escucha muy atrevido bueno pero lo bese porque me gusta, y ¿si tiene novia?, no creo que la tenga me ha estado coqueteando estos días, alguien con un compromiso no haría eso, ay ¿por qué tuve que besarlo?; tome dos vasos y los llene con agua, camine hacia la sala y él aún seguía en el mismo sitio donde lo deje.- Mira te he traído agua, tal vez tengas sed porque yo sí.

Le di el vaso y solo me observaba mientras yo bebía de mi agua, tenía sed, o mejor solo quería tener mi boca ocupada. Me senté en el sofá de nuevo y seguí limpiando su herida en la mano.

-Entiendo, no quieres responder.

-¿Qué se supone que diga?. No sé por qué lo hice solo... fue un impulso, yo me despedí.

- ¿Así que solo un impulso?, bueno ahora sé que eres muy impulsiva.- Mientras decía eso ultimo su celular comenzó a sonar, miro la pantalla no parecía que la persona que le hablaba le agradara.- Tengo que contestar.

-Claro yo iré por más agua.- lo deje solo, no era que yo quisiera escuchar su conversación pero me daba curiosidad y él era todo menos discreto, sabía que estaba discutiendo con alguien, levanto la voz en algunas ocasiones. Escuche que venía hacia la cocina así que disimule que estaba lavando los platos.

-Sofí tengo que irme. – El chico serio del auto había vuelto, cualquiera que fuera esa persona lo ponía de mal humor,

-¿Qué? No puedes irte es muy tarde, ¿y si te vuelves a encontrar a ese delincuente?, no quédate.

-Lo siento no puedo, además no es correcto que una señorita deje dormir a un joven en su casa y menos si está sola.

-¿Estás hablando enserio?- comencé reír.- David estamos en el siglo XXI.

-Lo sé pero... no puedo quedarme.

-Bueno no te iras, ya te dije es peligroso conducir hasta la cuidad, además somos adultos y no te preocupes hay una habitación disponible.- se quedó un momento en silencio, creo que estaba analizando lo que le había dicho, si mi madre estuviera aquí este chico ni siquiera hubiera llegado a la puerta.

-Vaya que eres terca.- su expresión parecía divertida, ya no estaba serio.- Me quedare con una condición, ¿Qué me digas porque me besaste en la estación?

-Si te lo digo tal vez no quieras quedarte, además no fue la gran cosa fue un beso pequeñito en los labios.- El comenzó a reírse acaso había dicho algo divertido.

-No me veas de esa manera o no podré decir que no.

-¿Cuál mirada? Te veo normal, vamos quédate, es mas ya está hecho te quedaras.

-Ahí está de nuevo esa mirada, bien me quedare, solo haré una llamada.

-Genial, subiré a arreglar la habitación.

No lo podía creer se iba a quedar, tome algunas sabanas y cobijas del armario de mi habitación, el dormiría en lo que anteriormente era mi habitación, yo me quedaba en la habitación donde mi madre dormía, así me sentía menos sola y aun se conservaba su esencia. Tendí la cama y di una pequeña sacudida a los muebles. Me senté en la cama, parecía como si nadie hubiera dormido nunca ahí, todo lo que quedaba de mí, lo había quitado y mudado a mi habitación.

-Ahi estas, linda habitación.- dijo mientras estaba recargado en el marco de la puerta.

-Bueno aquí te quedaras, será tu habitación por esta noche.

-Gracias, eres muy amable.- ambos nos quedamos callados por un momento.

-Bueno, te diré, mi habitación esta justo enfrente a esta, y el baño se encuentra al fondo a la derecha... Buenas noches.- me levante de la cama y me dirigí a la puerta y el seguía ahí recargado.

-¿Puedo pedirte algo más?-

-Claro ¿que necesitas?- temía de la respuesta de esa pregunta.

-¿Me prestarías una almohada?- por supuesto la había olvidado, que se supone que me pediría, odiaba que mi cabeza jugara de esa manera conmigo.

-Ahora te la traigo.- camine a mi habitación y tome una de mis almohadas, se la entregue y él ya estaba desabotonando su camisa, me dio las gracias y continuó haciendo lo suyo, di la media vuelta me dirigía a mi habitación.

-¡Sofí!, buenas noches.- Voltee hacia él y estaba con la linda sonrisa que tanto me encantaba le desee la buenas noches también y salí de  la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Me aventé a mi cama y ahogue un pequeño de alegría en mi almohada, estaba feliz, me desvestía para ponerme mi pijama y al quitarme el suéter que traía puesto me di cuenta que estaba manchado de sangre, lo que me hizo recordar lo que había pasado esa noche y la razón por la que David dormiría en mi casa, seguramente la sangre era de su mano cuando me abrazo, al pensar en eso mi piel se erizo me asuste demasiado, me vi en el espejo y me di cuenta que tenía lo que parecía un rasguño en mi cuello en la parte baja cerca de las clavícula ardía un poco y estaba muy rojo, lo limpie un poco con alcohol para después acostarme en mi cama; David fue mi ángel, no sé qué sucedería esa noche si él no hubiera llegado. Seguí pensando en la que había pasado hasta que mis parpados comenzaron a sentirse pesados y me quede profundamente dormida.

El chico del abrigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora