Capítulo Uno El último rito de nuestra jornada

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"Para el alma no existe el nacimiento ni la muerte. Ella no ha llegado a ser, no llega a ser y no llegará a ser. El alma es innaciente, eterna, siempre existente y primordial. A ella no se le mata cuando se mata el cuerpo" - Bhagavad Gita 2.20

Una Oportunidad Espiritual

Jacobo yacía moribundo a la edad de setenta y un años. El finalmente había encontrado la paz dentro de sí luego de una vida difícil. Jacobo estaba viviendo en un cuarto de una diminuta choza rodeada por la naturaleza que él tanto amaba. El ya había dado la mayoría de sus posesiones más valiosas. Jacobo incluso le había dado a su ex-esposa sus últimos $2,000 dólares como un regalo de despedida. Todos los días amigos y vecinos lo visitaban, primero para consolarlo en sus días finales, pero luego para recibir sus bendiciones. Yo lo escuché en más de una ocasión darle apoyo y consejo a un amigo en necesidad. Jacobo ya había superado la crisis de morir y la había visto como lo que era: el final del cuerpo y la liberación del alma. El me dijo en una ocasión que su propio maestro espiritual había fallecido en los brazos de Jacobo con una sonrisa en sus labios. En ese momento, Jacobo decidió vivir su vida de tal modo que el pudiera ser capaz de morir en paz cuando su tiempo llegase. Ahora, él me miraba con los ojos de alguien que se ha quitado todas las máscaras del ego y que puede solamente hablar la verdad. "Nunca he estado más feliz en mi vida," dijo él. "Al final, todo es por amor." Jacobo radiaba amor infinito, habiendo abandonado todos los apegos por las cosas finitas. Y esta libertad lo hizo atractivo a todos los que lo veían. Jacobo creó una atmósfera pacífica en su pequeño cuarto con música sagrada y aromas. El continuó leyendo una variedad de libros espirituales. Nosotros nos deleitamos en conversaciones de tópicos trascendentales hasta el último día de su vida. Cuando Jacobo llegó al hospicio, me hacía preguntas: "¿Quién soy yo realmente?" "¿Qué es Dios?" Cerca del final, Jacobo contestaba estas mismas preguntas por sus propias realizaciones internas. Su morir fue noble y poderoso, ofreciendo torrentes de bendiciones a los que se acercaron. La muerte de Jacobo no fue una tragedia sino un testamento a la increíble oportunidad espiritual de morir en sabiduría, amor y gracia.

Las Preguntas de una Persona Moribunda

Yo me había sentado al lado de la cama de cientos de hombres y mujeres durante los días y meses previos a su muerte. La mayoría de la gente que sabe que va a morir comienza a meditar en la vida. Ellos piensan: "¿Quién soy yo?" "¿De qué se trató mi vida?" "¿Existe vida después de la muerte?" "¿Quién o qué es Dios?" "¿Seré juzgado por mis actos?" "¿Soy una buena persona?" "¿Alguien de verdad me amará o cuidará ahora que estoy muriendo?"

Los sabios védicos de la India han contemplado estas preguntas por miles de años a través del estudio de los textos divinos de sabiduría revelada y en estados de profunda meditación. En este libro, examinaremos la perspectiva védica de éstas y otras preguntas importantes para todos nosotros. Estas se convierten en especialmente importantes si estamos encarando la muerte.

La contestación a la primera pregunta – "¿Quién soy Yo?" – está en el corazón de las enseñanzas de la sabiduría védica. Sin la comprensión de la naturaleza de nuestro ser, se vuelve difícil entender casi nada respectivo a nuestra existencia. Los sabios dicen que nuestra verdadera naturaleza es espíritu inmortal, pero nosotros hemos sido apresados en el error de pensar que somos solamente un cuerpo y una mente.

Un ejemplo es ofrecido para ilustrar la inmensidad de este error. Una princesa esta viajando sola por el desierto. Ella tiene un accidente que le provoca amnesia. Olvida quien es. La joven dama logra llegar a un pueblo cercano. Ella eventualmente debe aceptar un empleo para poder sobrevivir. Ella se vuelve una vendedora de frutas en el mercado local. La mujer vive una vida difícil por años en este pequeño pueblo, sin saber su verdadera identidad. Un día su amnesia se desvanece, y ella recuerda quién es. "¡Yo soy la hija del Rey!" gritó fuertemente. Aunque la gente local pensó que había perdido la mente, ella inmediatamente abandonó el pueblo, viaja de regreso a su hogar en el palacio, y retoma su vida en la realeza. Todos su problemas menores fueron resueltos por recordar su verdadera identidad.

El Arte Espiritual De Morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora