Capítulo 4

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Habíamos pasado la comida y tras las horas interminables de clases por fin llegó la hora de salida.

Caitlyn quería acompañarme ya que ella vivía a unas cuadras de mi casa.

-Y el me miro mientras tu hablabas- me contó - tía creo que le gusto, tu que opina?

Yo la mire.

-No se, puede ser- conteste.

La verdad es que ella era más guapa que yo.

Ya habíamos llegado a mi casa y me despedi y cuando entré me encontré a mi padre con dos hombres.

-Hola cielo- me saludo.

-Hola- saludé en general.

Los dos hombres me saludaron.

-No habías dicho que tu hija fuera tan guapa- comentó uno de ellos y me sonroje.

Mi padre sonrió.

-Se parece a su padre - respondió.

Los otros dos se rieron.

-Cloe, ellos son Kennet y John- me dijo.

Yo sonreí.

-Bueno nos vemos esta noche- dijo John.

-Adiós- dijo mi padre antes de cerrar la puerta.

El se giro y me miro.

-Son compañeros de trabajo - me aclaro.

-De tu empresa? - le pregunté.

El asintió.

-Por cierto esta noche vendrán a cenar con sus hijos ponte guapa- me informo.

(...)

Ya era casi la hora, mi padre no había parado de contarme historias de cuando ellos tres eran jóvenes. Según el eran mejores amigos y Jhon y el vivían en mi antigua ciudad. Pero se mudaron aquí por el trabajo y por Kennet.

Ahora estaba en mi cuarto, frente al espejo con un mono con tiras y un escote que era ajustado hasta la cintura y la parte de abajo estilo campana de comor negro y unos zapatos de tacon negro. Mi maquillaje era simple: rimel y colorete. Me hice una trenza de lado y tocaron el timbre.

-Cloe! - grito mi padre desde la planta baja.

Yo baje y me encontré con una chica demasiado maquillada con un traje muy corto rojo y con el pelo suelto y al lado de ella un niño pequeño con una chaqueta  negra y unos vaqueros blancos.

-Hola- dije.

Ellos dos me sonrieron.

Detrás de ellos pude escuchar  varias risas, y a los 5 segundos entraron John y Kennet.

-Hola cloe- me saludaron.

Yo les respondí con un hola y nos sentamos en la mesa.

Faltaban dos asientos libres.

-Perdonen el retraso de mis hijos, no tenían buen humor hoy.

Nada más decir esas palabras el timbre sonó.

Mi padre me miro y yo me levante después de decir" voy yo".

Cuando abrí la puerta me quedé perpleja.

(...)

Ya habían pasado 10 minutos en los cuales sólo habían hablado los adultos. Lydia que era como se llamaba la chica ( que por cierto estaba al lado mío) no paraba de decir lo buenos que estaban los hermanos, yo me había pasado todo el rato con las mejillas coloradas, uno de los hermanos estaba todo el rato callado y Nicolás (habéis leído bien) no aparto su vista de mi.

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