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Y asi con el paso del tiempo y su indiferencia lograba mitigar un poco el gran sentimiento que albergaba en mi pecho por él.

Dolía.

Dolía su indiferencia y su ausencia cuando más lo necesitaba.

Sabías que podría ponerme mal.

No lo habían advertido.

Y habías prometido que estarías ahi para apoyarme.

Para consolarme.

Para darme fuerza.

Y para hacer mi carga más ligera.

Pero en cambio me habías dado aquella dolorosa mirada.

Oh esa horrible mirada.

Podía ver decepción.

Enojo.

Tristeza.

Esa mirada que había calado.

Y lo peor de todo.

Fue la primer mirada que me diste al entrar a la puerta del hospital...

Y fue ahi donde me di cuenta que a mi alma se le acababa de romper un pedazo...

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Cartas al final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora