Prisionera.

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Hoy me levante con un sentimiento aplastante.

Me levante para darme cuenta que vivía prisionera de la auto compasión, que mi cama era el refugio a donde acudía constantemente sólo para ignorar lo que sucede a mi alrededor.

Me levante y abrí los ojos sabiendo con antelación que no estarían los cálidos rayos del sol esta mañana.

Y peor aún.

Hace tiempo que me habían abandonado ya.

Me levante sin animo de hacerlo, con ganas de volver a mi sueño profundo donde nada me atormenta.

Me levante con dolor en mi alma y en mi cuerpo; cansada, débil, triste y sin esperanza de algo.

Me levante.

Pero yo sabía que era mentira.

Porque me había levantado para continuar siendo prisionera de mi dolor, del cansancio y de la frustración.

Mirar la ventana con tristeza y ver la libertad perdida.

Mi corazón se llenaba de rabia, pero mi cuerpo cual cadáver se mantenía frío, sin fuerzas.

Muerto...

Así, resignada y con el alma triste volví a mi cama.

A esa cama que era mi lecho de muerte en silencio.

Cartas al final.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora