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John miraba expectante a la mujer, realmente quería que ella aceptará su propuesta porque él sería el mayor beneficiado del trato. Estaba harto de sentirse un insecto raro en esa sociedad tan moderna, en su época aunque no era millonario, gozaba de un nivel de vida medio, era un hombre de mundo y necesitaba adaptarse a este presente lo más pronto posible.

- Está bien, acepto. ¿Qué rayos quiere su majestad? - dijo ella resignada.

- Pués verás plebeya, necesito unos cuántos favores. Para empezar quiero que me ayudes a conseguir un empleo, eso es lo más urgente - dijo esquivando la mirada de ella, se sentía avergonzado en el fondo.

- ¿En qué eres bueno? Seguramente en nada, pero dime tú -

- En muchas cosas mi querida clase baja, cosas que te erizarían cada centímetro de ese blancuzco e insípido cuerpo - dijo arqueando una ceja.

- Ha llamado a la Oficina de Empleos, lamentamos informarle que no tenemos disponible el empleo de ser un completo idiota con el sexo femenino, le sugerimos llamar más tarde. Buen día - sonrió en señal de triunfo con una mano en la cintura.

- Ese empleo lo tiene tu novio, por eso la vacante ya no está disponible - estalló en una carcajada.

- Al grano, ya dime tus habilidades - exijió molesta.

- Soy muy bueno, diría excelente en los negocios, pero tendría que estudiar sus estándares actuales, así que lo descartaría de momento. Sé mucho de historia, cultura general, entre otras cosas. - mencionó en un tono presumido.

- Creo que puedo ayudarte, pero no sé si aún necesitan a alguien. En la universidad hay un hombre que estaba escribiendo un libro sobre los acontecimientos más importantes de la primera mitad del siglo XIX, pero tenía problemas para reflejar la realidad de principio de siglo porque la información no le parecía convicente -

- Interesante - agregó para si mismo - Y ¿pagan bien por eso? -

- Según el anuncio, iba a darle a esa persona un 15% de sus ganancias cuando el libro se publicara - explicó la chica tratando de leer los gestos de John, lo cuál no pudo porque él sabía ocultar sus emociones muy bien.

- Y ¿si nadie compra su libro, qué hago? Pediré limosna en una esquina verdad. Tienes que ser más calculadora niña - frunció el ceño.

Ella se mordió el labio en señal de inseguridad, nada le parecía a ese maldito hombre, si ella decía gris, él prefería negro y viceversa.

- Sabes, la clase de Historia de las Ideas Políticas es muy difícil para algunos, incluso para mi. ¿ Por qué no das tutorías privadas? Las podrías impartir aquí en tu habitación - dijo lo último casí como en un susurro.

John sabía que esa era una idea más que excelente, solo debía organizar los temas que tocaban esas asignaturas. Pero no iba a darle crédito a la muchacha por su idea, después de todo ser agradecido no llevaba a nada bueno.

- Lo pensaré - exclamó en un tono seco.

- Pero si quieres hacerlo de verdad, tienes que ir conmigo a la universidad para que te conozcan, incluso podrías hacer volantes y yo te puedo ayudar a repartirlos si quieres -

- ¿Volantes? Sería mejor hacer un cabildo para anunciarlo o publicarlo en el periódico, ¿no crees? -  inquirió sabiendo que podría delatarse con ella acerca de su época. Después de todo, aún no salía de la impresión que hubiera impresiones a color, era algo demasiado maravilloso y no tenía con quien compartir su emoción.

Seguramente si la arpía de su ex prometida hubiera podido ver semejante invención, hubiera pedido una sesión de fotos y el anuncio de su compromiso con él de todos los colores posibles en el periódico, cosa que el estúpidamente hubiera aceptado.

- ¿Un cabildo? - dijo ella mirandolo fijamente como si lo estudiara - No vivimos en la prehistoria, se hacen en la computadora y ya -

¿Una computadora? ¿Qué rayos sera eso? Quizas es la caja gigante que muestra imágenes que tiene el anciano en la sala, me suena como a una imprenta, obviamente más avanzada.

Él no respondió, entonces ella habló nuevamente sacandolo de sus pensamientos.

- ¿Irás a la universidad conmigo hoy? Tengo clase en hora y media, hoy no pienso faltar por nada. - en tono autoritario.

- Aja, y no me hables tan de cerca, tu aliento no es agradable. Te espero abajo - anunció y salió de la habitación dejando a una April un tanto enojada, pero intrigada de los demás favores que tenía que hacerle a ese hombre.

Mientras tanto, John se sentó en un sofá viejo color café de la mini biblioteca, no tuvo ánimos para leer, estaba nervioso por lo que pensarían en la universidad las amistades de la mujer al ver su cardigan pasado de moda, o peor aún, ¿que tal si era una jugarreta de ella para vengarse y ponerlo en ridículo?

- Ya estoy lista - bajó por las escaleras con unos pantalones azul claro, una blusa de color blanco y su maquillaje tan al natural como siempre, donde solo resaltaban sus rosadas mejillas a juego con su cabello castaño.

John simplemente se levantó, caminó hacia la puerta y se quedó afuera esperandola, mientras ella se despedía de Ben que iba bajando las escaleras.

Llegaron hasta la parada de autobuses, normalmente su novio la recogía, pero después del altercado con John no era prudente que se vieran en un buen tiempo.

Finalmente John subió detrás de ella en el autobús, estudiaba cada detalle de ese medio de transporte y ahí estaba otra vez esa corriente fría.

Después de todo él solo había viajado en su auto de marca Ford, que no le llegaba ni a los talones a semejante bestia donde estaba viajando, incluso el precio de admisión para viajar en él le parecía caro, en su época con esas monedas habría podido ir incluso a la feria tranquilamente.

La chica se bajo de la manera más común, mientras que a John le costó mucho salir, incluso se cayó una vez mientras buscaba la salida a lo que ella rió descaradamente.

- Llegamos su majestad - anunció divertida.

La universidad donde estudiaba April era bastante grande, incluso parecía un palacio y ahí estaba de nuevo esa gente loca hablando sola con la mano pegada al oído, a menos que ya hubieran inventado telefónos invisibles, de pronto, April sacó uno de esos aparatos que tanta curiosidad le causaban a John, era una cajita blanca, parecía frágil y con una especie de botón en medio, John perdió el miedo y se atrevió a preguntar

- ¿Qué rayos es eso y por qué sonries cuando lo ves o ya te volviste loca? - frunció el ceño.

- ¿Qué? - alcanzó a decir confundida, la verdad no entendía cómo es que él se refería así a su celular, era viejo, pero no era para tanto.

Cuando ella iba a hablar nuevamente, una rubia de facciones muy bellas, de sonrisa hipócrita y ropa un poco desgastada se acercó a ellos y los interrumpió diciendo

- April, ¿cómo estás? - seguía sonriendo falsamente.

- Hola, muy bien. Mira te presento a John, es otro de nuestros huéspedes, cuando vuelvas de tus vacaciones lo conocerás -

La rubia le extendió la mano a John, pero este la rechazó porque la sonrisa de ella le recordaba a aquella arpía.

- ¿Y Robert? ¿Vino con ustedes? -

- No, él no pudo ir hoy - dijo la castaña tratando de evadir el tema.

- Vaya April, me alegro que en su ausencia, tengas tan buena compañía. Por cierto, soy Emma Taylor - guiñó un ojo al hombre provocándole un escalofrío.

April sabía que en cualquier momento su novio se enteraría que se había ido con John a clases. Emma era un tanto comunicativa y a pesar que le tenía aprecio, no le tenía confianza para hacerle revelaciones importantes.

Separados por el tiempo #Worlds2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora