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El reloj marcaba las dos en punto de la madrugada, nuestro protagonista seguía dando vueltas en la cama sin poder dormir con los pensamientos revueltos. Así que decidió levantarse, el anciano le había dicho que había una pequeña biblioteca junto a la cocina.

A pesar que en su época ya se contaba con un sistema de alumbrado eléctrico, le había costado mucho acostumbrarse a semejante luz porque en su casa solo de usaba unas cuantas horas de noche, normalmente él prefería las velas y la luz natural de la estrella mayor.

Bajo los escalones con cuidado para evitar que rechinaran más de lo debido, pués quería estar solo y no despertar a nadie. Llegó al cuarto de la biblioteca, era pequeño pero acogedor y se podían estimar unos 50 libros en una pequeña juguetera de madera, y se acompañaba de un escritorio del mismo material con una silla.

Después de escudriñar unos cuantos títulos, se encontró con uno que le provocó un vuelco en el corazón, "Primera Guerra Mundial, 1914 - 1919". Ese era su momento de aclarar unas cuantas dudas, pués cuando él desapareció la gran guerra no daba signos de concluir.

Y así pasó cerca de dos horas leyendo fascinado cada detalle perdido, cuando algo desvió su atención, era la risa de una mujer escandalosa y sonido de la puerta principal cerrandose. Se levantó curioso para ver quién era, aunque ya lo presentía y en efecto, al salir de la habitación se topó con una ebria April, con el cabello alborotado, maquillaje corrido y una sonrisa tonta de oreja a oreja.

- Wooo, ¡vaya noche la que tuve! Ay, pero si aquí está Jan, el señor soy malo y amargado, todos son estúpidos, menos yo porque soy un santo - gritó extasiada para luego soltar una carcajada, producto de los efectos del alcohol quedadose parada en el mismo lugar.

- No discuto con ebrios y menos si son mujeres, hagamos un trato, ve a dormir y mañana discutimos, ¿te parece? ven, te acompaño a tu habitación, de todos modos está junto a la mía - ofreció el castaño acercandose a la muchacha y extendiendole su mano.

- No sé Jan, es que tú me tratas muy mal y eso me pone muy triste - hace un puchero - mejor abrazame y prometo cantarte una canción.

- Ah sí, y ¿qué me cantarías? - preguntó el huésped arqueando una ceja, después de todo esto se iba a poner interesante y tendría armas para molestar a la muchacha al siguiente día, aunque no podría ser enfrente de otros, ya que una cosa era molestarla o ridiculizarla, y otra muy diferente meterse con su dignidad.

- Escuchame bien - se aferra al cuello de él y le canta al oído, descargando todo su aliento a alcohol en la cara de John, más bien Jan, cómo le decía ella en su estado de completa ebriedad.

🎶🎶🎶 Despacito
Quiero respirar tu cuello despacito
Deja que te diga cosas al oido
Para que te acuerdes si no estás conmigo

Despacito
Quiero desnudarte a besos despacito
Firmo en las paredes de tu laberinto
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito 🎶🎶🎶

Al castaño se le escapó una risa, la verdad le parecia gracioso e incluso adorable lo que hacía la chica, aunque lo que sea que estuviese cantando, le pareció de mal gusto. Así que la tomó suavemente del brazo para ayudarle a subir las escaleras, mientras la muchacha seguía hablando incoherencias.

- ¿Te cuento un secreto? No se lo he dicho a nadie, pero desde el momento en que te conocí supe que me recordabas a alguien y hasta ayer supe a quien - comentó la muchacha apenas de forma entendible, y bostezando.

- Aja, espero sea un buen tipo y no un patán como el que vino a recogerte esta noche. - mientras seguian caminando por el pasillo, y ella unió su mano a la suya, como una niña que necesitaba la guía del mayor.

Separados por el tiempo #Worlds2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora