Sheera se encontraba sentada frente al espejo que en el pasado había pertenecido a su madre, su vista descendió hacia el vestido azul turquesa con detalles dorados y pequeñas piedras cristalinas que cubría su cuerpo un poco rechoncho; era muy bonito, ella jamás había vestido algo con un color así de brillante y elegante, dado que aquellas prendas solo las poseían los reinos de Letarr y Wisna, pero aquel día era especial, todos los reinos llevarían a cabo la ceremonia en la que elegirían a quienes a partir de ese día se encargarían de llevar luz a donde habitaba la oscuridad.
El sonido de algo estrellándose contra el piso de piedra le hizo levantar la vista con rapidez, por medio del espejo vio a Kiera, la prometida de su padre, intentando en vano limpiar el aceite de jazmín esparcido sobre el suelo.
Sheera se puso de pie y tomando cuidadosamente el vestido entre sus manos se dispuso a ayudar.
— Deja eso —pronunció la mujer con voz cansada—. Nada más vas a mancharte el vestido, voy a buscar algo para limpiar todo esto
— murmuró mientras se ponía de pie.—Como digas —respondió la joven un poco ofendida por el rechazo, dejando caer sus manos y con ellas el vestido.
Ahora que se encontraba sola, Sheera se contempló nuevamente con mayor libertad; su cabello del color del cielo, rojo como la sangre contrastaba con el vestido que le apretaba un poco en la zona de los hombros, sus ojos— tanto en color y forma— le traían a la mente a su madre cada vez que veía su rostro reflejado sobre alguna superficie.
Sheera había cambiado mucho durante ese último año, había dejado de ser esa chiquilla con cambios de humor repentinos— lo cual no ayudaba demasiado a la hora de practicar sus habilidades— para convertirse en una jovencita amable y muy tranquila, que había mejorado tanto en sus clases que pasó a ser una de las mejores en cuanto a manejo de habilidades se refería, y las cuales le serían imprescindibles al iniciar su Viaje del Despertar; se aferraba a la idea de ser una Vawaken, después de todo quería honrar la memoria de su madre y convertirse en alguien tan fuerte y valiente como lo había sido ella.
Sacudió su cabeza, intentado disipar los miedos y las dudas que habían empezado a atormentar su mente desde hacía algún tiempo y que muchas noches de sueño le habían costado ya, con sus manos acomodó su cabello, dejando así su cuello al descubierto y de esa manera también el pequeño collar que lo adornaba. Tomó aire y se dispuso a salir de su hogar para dirigirse al templo del Valkya y ser partícipe de La Gran Celebración. Al abandonar la habitación se topó con un Luan embarrado de algo que después de unos segundos comprendió era chocolate.
—¡Sheera! —se detuvo a escasos pasos de ella y la chica temió se pudiera manchar su elegante vestido
—. ¿Verdad que papi me dio permiso para ir a ver cómo te eligen?Un cálido sentimiento inundó su pecho al ser consciente de que su hermanito daba por sentado que saldría elegida, dicho sentimiento quedó en el olvido al ver la expresión en el rostro de Kiera al acercarse.
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El viaje ©
FantasíaEl cielo era de una tonalidad rojiza, como si estuviera prendido en fuego, como si sangrara. Así había sido desde La Era Sombría, cuando los primeros seres de oscuridad se encargaron de contagiar a cada ser vivo con su maldad y de esa manera extermi...