El estruendo que producía el metal chocando con metal fue lo primero que Sheera escuchó a despertar; su cabeza ardía de forma intensa- especialmente entre las cejas-, y polvo había entrado a su nariz, haciéndola estornudar.
Intentó incorporarse, pero algo pegajoso la hizo resbalar; miró sus manos llenas de sangre y entonces recordó todo lo que había acontecido hacía apenas un rato. Su vestido que antes había sido de un hermoso y vivo azul turquesa, ahora estaba teñido de sangre a medio coagular; la sangre de Tegor.
— Tegor —gimió débilmente con voz ronca, mientras se arrastraba hacia donde yacía su hermano mayor sin vida—. Tegor, por favor, despierta —sacudió su cuerpo en un vago intento de hacerlo reaccionar, y aunque su piel pálida y un tanto fría decían otra cosa, Sheera conservaba la esperanza de que aún estaba vivo, que abriría sus ojos en cualquier momento y la llamaría estúpida antes de ponerse de pie y unirse a la pelea para proteger su reino.
Al ver a su alrededor pudo ver las decenas de cuerpos esparcidos por todo el templo y la lucha que aún se llevaba a cabo- aunque en menor medida-, mientras los Oscurecidos ya no eran tan numerosos; del agujero en el techo caía lo que Sheera pensó era sangre. Su corazón tembló al contemplar el templo que tan sagrado era para ellos profanado y en su mayoría destruido, el blanco de las paredes salpicado de rojo y las esculturas quebradas regadas por el piso.
— ¡Sheera! —la voz de Lanx la sacó de su ensimismamiento
—. ¿Dónde está Luan?
— Sheera logró localizarlo, lucía agotado y sangre se deslizaba a través de su brazo desnudo, donde su camisa blanca había sido desgarrada; cuando llegó al lugar donde se encontraba ella, se quedó petrificado momentáneamente al ver el cuerpo sin vida de su hermano menor.— Él me salvó— confesó Sheera desviando la mirada hacia el cuerpo pálido e inerte de Tegor; el dolor de la pérdida espoleó su corazón, haciendo que un nudo se formara en su garganta y sus ojos derramaran nuevas lágrimas que empaparon su rostro.
— ¿Dónde está Luan? —repitió Lanx, esta vez con la voz rota y sus ojos azules empañados por lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento. Sheera sabía que intentaba demostrar una fortaleza que no era propia de él y se sintió culpable por estar ahí y no permitir que se despidiera de una mejor forma de su hermano.
—Estaba con Lidia —aclaró su garganta, para después inclinarse sobre el cadáver de Tegor y plantar un beso en su frente en forma de despedida, después de todo era lo que hacía ella al no poder decir con palabras lo que sentía.
—Vamos —la interrumpió Lanx—. Debemos buscar a Luan y a nuestro padre.
Sherra aceptó la mano que su hermano le ofrecía y se puso de pie para posicionarse a su lado, rodeando el cuerpo de su difunto hermano. La herida en su frente aún ardía, pero se había convertido en un dolor punzante al que no prestaba mucha atención.
Caminaron lo más cerca de las paredes que pudieron, esquivando cualquier confrontación que pudiera presentarse, aunque los Oscurecidos ya no representaban peligro alguno, pues la gran mayoría había perecido en el enfrentamiento, le pareció muy extraño no ver por ningún lado al dirigente de Kinddag, se preguntaba si al igual que muchos de los habitantes del reino también había muerto.
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El viaje ©
FantasyEl cielo era de una tonalidad rojiza, como si estuviera prendido en fuego, como si sangrara. Así había sido desde La Era Sombría, cuando los primeros seres de oscuridad se encargaron de contagiar a cada ser vivo con su maldad y de esa manera extermi...