In this life

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Un joven ojiazul, de veintisiete años, abría lentamente sus ojos para observar la hora en su celular, mientras tanteaba el otro lado de la cama en busca de su pareja, mas sólo se encontró con un frio lugar vacío, no le extrañaba, desde hace un mes venía despertando solo, pero aún no se acostumbraba del todo, en su mente repasaba los hechos que lo condujeron a aquella situación.

-Osomatsu…-  susurró hacia la nada mientras abrazaba la almohada que solía ocupar su amado, en busca de un poco calor y contención en el sutil aroma que aún conservaba, por un momento recuerda que ya había pasado por una situación similar en su adolescencia, su primer amor fue Osomatsu, el único en su vida siendo sinceros, dejó que lo tomara todo de él porque le amaba, sin embargo,  al presentarse problemas en su relación y siendo ambos muy jóvenes e inmaduros para saber cómo abordar la situación, ambos se distanciaron, luego de dos años de relación ambos ingratos solo terminaron por mensajes de texto, luego de medio año de no verse en ese entonces.- esa vez me superaste demasiado rápido, ni un año pasó de que habíamos acabado nuestro noviazgo y ya estabas con una chica pelirroja, eso no es justo yo incluso me enfermé por un mes entero por la depresión que me dejaste.

Años después, a sus veinticinco años se volvieron a encontrar por azares del destino, ya más maduros y ambos independientes, fueron por un café como viejos amigos que no se ven por mucho tiempo, hasta que el tema salió a flote, ambos se disculparon con el otro, por sus celos y falta de madurez, ambos se amaban aún, Osomatsu le pidió una segunda oportunidad al menor, este por su parte apenas lograba contener su emoción y aceptó, quería que hicieran las cosas bien esta vez, ningún otro fue capaz de llenar el vacío que el ojiescarlata había dejado en su corazón.

Al recordar eso en el presente, su mente hiperactiva le evoca otro recuerdo, específicamente el momento en el cual se fue a de viaje al Tíbet a meditar y reencontrarse consigo mismo, se marchó a los veintitrés años y estuvo un año entero conviviendo con los monjes budistas, quienes le revelaron muchas cosas curiosas sobre él, además de adquirir la habilidad de ver los hilos rojos que unen a las personas con aquellos que están destinados a amar, habían algunos como él, que tenían otros hilos más, además del rojo tenia uno morado, otro verde y uno amarillo, además en sus sesiones de aislamiento en la montaña logró vislumbrar su vida pasada, se vio feliz junto a Osomatsu hasta que la edad reclamo sus vidas, pero eran escenas muy difusas, no tenía acceso a su vida en el plano espiritual, pero sabía que tenía un rol importante en el mas allá por lo que el monje dueño del templo le dijo un día.

Pateó esos recuerdos lejos para hundirse en la autocompasión un momento, recapitulando todo desde que se volvió a encontrar con Osomatsu a los veinticinco años (dos años atrás), al inicio todo iba de maravilla, durante esos dos años, pero como una reminiscencia irónica de su noviazgo adolescente, todo comenzó a ir cuesta abajo luego de que “aquello” sucedió, lo que era motivo de infinita felicidad se transformó en maldición.

Hizo un resumen mental de los hechos...

//Seis meses atrás//

Le había informado a Osomatsu que estaba  embarazado y ya tenía tres meses, ambos estaban inmensamente felices e ilusionados con la idea de ser padres, expectantes e impacientes por la llegada del fruto de su amor, pero un día sin cumplir los cuatro meses de gestación aún, Karamatsu experimentó horribles síntomas de pérdida, lo cual se produjo porque estaba pasando por un aborto espontáneo, desesperado abrazaba su vientre como si con aquella acción lograra mantener a su bebé ahí para no perderlo llorando desesperadamente entró en un estado de ataque de pánico, tuvieron que sedarlo para lograr tranquilizarlo, los médicos no se explicaban el porqué de aquella perdida, sabían allí que el ojiazul era especialmente cuidadoso.

Osomatsu llegó al poco tiempo corriendo al hospital para ver el estado de su amado, le encontró dormido, su doctor de cabecera le explicó que su mente no soportó lo traumático y doloroso de perder a su bebé y por eso le habían sedado, se veían los restos de lágrimas en las mejillas del menor, las cuales el ojiescarlata retiró con sus dedos recostándose a su lado, abrasando a su pareja, velando su sueño y solo entonces se permitió llorar.

I found you, againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora