Capítulo 29

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Cuando sus labios se tocaban al fin, era como sentir una descarga eléctrica sumamente deliciosa, no tardaban sus bocas en acoplarse a la perfección, parecían haberse extrañado mucho más de lo que ellos mismos creian. Cerraba los ojos dejándose al placer simple del roce de sus labios y sus lenguas, sin pensar en las cosas malas y difíciles que vendrían, sus manos se encontraban también y la saliva que compartían se tornaba dulce y espesa al mismo tiempo.

Terminaba el beso con un suspiro, una sonrisa y una caricia al rostro que seguía frente suyo, eternamente sonrojado. Se mordía los labios. Todo olía como él, todo era él y no podría estar más feliz por ello.

—Vamos a casa… —y arrancaba el auto.

La verdad, es que muy probablemente cambiaría esa casa por una más simple, no porque las cosas se fueran a poner difíciles económicamente, sino porque quería una casa que no tuviera un montón de pisos con gente extraña. Si no una pequeña, acogedora, solo para ellos dos, donde nadie fuera a molestarlos. Quería una casa donde pudiera vivir siempre con Jungkook, no quería volver a separarse nunca de él.

El resto del camino hasta el departamento el de ojos celestes lo pasaba como atontado, era como estar en un sueño; llegando al lugar se sorprendía de encontrar todo tan ordenado.

— ¿Tu mantuviste así o ya tienes sirvienta?— no le agradaba el olor a perfume femenino que aún había en el aire y le nacían tantas preguntas, y por primera vez se permitía hacerlas todas y de una vez sin importar lo extraño que se viera en el — ¿qué comiste estos días? No me gusta que comas pura chatarra... ¿dormiste con esa mujer? No quiero usar esa cama... ¿no te deshiciste de mi regalo, cierto?... ¿por qué me hiciste sufrir así?— soltaba todo de una vez, y no precisamente en orden de importancia.

Le daba un poco de risa la actitud del menor y no lo ocultaba, entonces lo abrazaba, recordando lo pequeño que era su cuerpo y lo bien que olía su cabello siempre.

—Claro que no llame a nadie, he sido la señora de la casa todo este tiempo. Comí lo que me enseñaste, aunque no era para nada mágico, como cuando tú lo preparas… —le decía abrazándolo más fuerte, como si temiera que se fuera a ir, de verdad había sufrido su ausencia esos días —¿Cómo iba a tocarla? No era una cuarta parte de lo sexy que eres tú~, incluso el regalo que me diste era más sensual que ella, no puedo asegurarte que no tuve nada con el pequeño peluche y… no tienes que usar esa cama… Compremos una nueva, es más, compremos una casa nueva, pequeña, donde solo quepamos nosotros dos… Perdóname por ser un idiota, perdóname por hacerte sufrir así, no seré un cobarde nunca más, te lo juro… Solo, no me vayas a dejar nunca, porque no voy a poder vivir sin ti…

Apoyaba sus manos en los hombros del mayor y se ponía de puntas para dejar un beso corto en la boca que ahora le juraba amor.

—Yo me encargaré de la comida siempre que tú te encargues del aseo, aunque sea un poco...— comentaba como haciendo planes para vivir juntos, sus manos iban a sujetarle el rostro al rubio para dejarle varios besos más — ¿Entonces ahora somos novios? Solo así, no te dejaré nunca más, mientras me hagas feliz.

Cerraba los ojos aceptando gustoso los mimos, al parecer el menor se había contagiado de su melosidad.

—Te hare tan feliz que te volverás loco… —y en la mágica euforia del momento lo levantaba, se inclinaba frente a él y lo cargaba cual si de una novia real se tratara. Se lo llevaba al cuarto, dejándolo sobre la cama que no había acarreado ninguna culpa, al final de todo.

—Solo por esta noche, usémosla, la próxima vez será en nuestra casa… —Estaba realmente ansioso de tocarlo, era como un escozor en la palma de la mano que solo se calmaría de una forma, por eso lo besaba como lo besaba.

Delicado Amante (Jinkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora