Dulzor de medianoche

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Caminaba de regreso a mi casa, la noche estaba oscura y hacia demasiado frió solo podía cobijarme con una bufanda y la nieve era espesa en toda la ciudad de Seúl, faltaban muchas calles más para llegar a casa lo que hacía un deseo más arduo de llegar.

Lo que más me inquietaba era por el barrio que pasaba, no era buenas vibras y solo podía pasar por un callejón con poca iluminación, dentro era algo atrevido de mi parte pero solo ese camino era el más corto a casa sino quería tomar la avenida principal donde normalmente ocurrían extraños asesinatos.

Mientras más caminaba sentía diferentes pasos por detrás de mí como si personas comenzaran a seguirme y luego acabaran sin más dejando la corrida. Luego de un rato entre por unas calles bastantes oscuras pero con niños caminando tranquilamente en una fría noche de invierno. Un joven de cabellos claros y mirada perdida se encontraba jugando con un pequeño de no más siete años el cual reía, camine unos pasos pero estos dos se quedaron fijos al sentir mi presencia quizás no era normal ver gente o estudiantes de bachillerato por estos lados por lo que ignore cada mirada que se posaba sobre mí. Al llegar a unas calles después de mi casa encontré a mi hermano Mayor Eric charlando un otro joven que parecía de su edad. Salude a los dos con una sonrisa y luego retirarme ya que no me interesaba ser partícipe de las charlas. En la entrada estaba mi padre fumando una pequeña pipa que heredo de mi abuelo que descansaba en paz, su rostro estaba cansado formando más arrugas en su tostado rostro.

Le salude con un beso contándole las hazañas del día, amaba oírlo reír ya que demostraba que todo el mal que ocurría en casa era sobrellevado con una buena actitud.

La fría noche se hizo presente tocando la primera campana de la iglesia cercana, mis brazos temblaban del frió pero no era de extrañarse el clima de este lugar no era costumbre ni menos para una familia de emigrantes recién allegados. Era de nacionalidad Italiana, mi padre Luca Bracco es Italiano mientras que mi madre es Alemana Erika Múller, por lo que me dejaba a mi junto a mi hermano los chicos Eric y Alice Bracco Múller, Muchos creerán que es genial ser hijo de extranjeros pero en realidad es una asco, no vivo evidentemente con mi madre ella se divorcio de mi padre al conocer a un hombre Ingles en sus variados viajes de negocios, pero gracias a las incansables luchas de mi padre logro obtener nuestra custodia a los seis años de edad. Por aquellos problemas causados he visitado múltiples países peor no como una rica a lo chica rosa más bien escapando de las crisis económicas de mi padre.

Baje por las escaleras hasta el primer salón que daba a la cocina mostrando el living-comedor, en este estaba mi hermano junto a amigos de él que traía cada jueves y hoy no fue la excepción, entre ellos conocía a Hyun un chico Coreano el cual ayuda a mi familia en lo que es el idioma ya que sabe un poco de Alemán fue como una bendición el tenerlo como traductor a problemas básicos. No les salude pero si una sonrisa a la mayoría del lugar basto para pasar un poco mas desapercibida, tomé de la despensa un vaso con jugo de manzana mientras observaba por la ventana la nieve que caía sin intenciones de parar pero era un espectáculo hermoso.

A la mañana con el timbre de la alarma me levante silenciosamente y preparar todo lo necesario ya que hoy era un día de la exposición ante la clase y mis nervios al equivocarme en algún adverbio o un tiempo verbal en coreano me daba escalofríos, llevaba días ensayando perfectamente y también las posibles preguntas con sus respuestas de parte de todos debía mostrar una buena imagen que estaba comprometida a no ser la típica emigrante que solo sabe decir una o dos palabras. Bajé por las escaleras para encontrarme con mi Padre y mi hermano desayunando en risas y bromas:

- La señorita Bracco se ha dignado a aparecer- mi padre resonó su gran vozarrón por toda la cocina - Ayer apenas me has contado como han ido tus clases y la exposición.